RESUMEN
Hebreos: Esta epístola muestra claramente la superioridad de la ley de Cristo sobre la ley de Moisés.
Tema: Superioridad de Cristo sobre la ley de Moisés
Santiago: Fue hermano de Cristo. El libro fue escrito a los judíos que se habían convertido en cristianos. Una de sus enseñanzas principales es que la fe sin obras está muerta.
Tema: La práctica diaria del Evangelio de Jesucristo
1 Pedro: Este libro fue escrito para animar a aquellos que estaban perseguidos (perjudicados a causa de su fe). Demuestra que es bueno sufrir por Cristo.
2 Pedro: Se dan las advertencias en contra de los maestros falsos. También enseña acerca de la segunda venida de Cristo.
Tema: Fortaleza ante la Persecución
1, 2, y 3 Juan: Primera de Juan mayormente se trata con el amor. Segunda de Juan es el libro más corto de toda la bíblia. Fue escrita a «la señora elegida». Tercera de Juan fue escrita a Gayo. Juan le alaba a Gayo por su amor para el Señor. Gayo es advertido en contra de Diótrefes.
Tema: El amor de Cristo inspira nuestro amor
Judas: Los maestros falsos habían entrado en la iglesia. Judas escribió para animar a los cristianos a contender por la fe una vez revelada para el pueblo de Dios. Judas nos enseña que tenemos que resistir al error, aún a lo mismo adentro de la iglesia del Señor.
Tema: Solícitos en la defensa de la fe
Hebreos es uno de los tres comentarios del Nuevo Testamento acerca de un solo versículo del Antiguo Testamento "el justo por su fe vivirá. (Hab. 2:4) Este fue el versículo que hizo que prendiese, por así decirlo, la llama en el corazón de Martin Lutero y que dio origen a la Reforma Protestante hace 450 años. Este versículo le abrió los ojos a Agustín y le ayudó a convertirse en un poderoso hombre de fe y sigue siendo un versículo que aun hoy conmueve y transforma los corazones. Es un tema que se amplia en Romanos, en Efesios y en Hebreos. Cada una de estas epístolas enfatiza un aspecto diferente de esa misma declaración.
El libro de Romanos habla acerca de los justos, los justificados, aquellos que han sido aceptados como justos en Jesucristo. El justo por la fe vivirá. El libro de Efesios enfatiza la palabra "vivirá y nos expone el tema de la vida de la persona que ha sido justificada, que camina en el Espíritu, que lleva la vida de Jesús, la vida de Cristo en nosotros, el justo por la fe vivirá. Y finalmente, el libro de Hebreos analiza las tres últimas palabras "por la fe y nos enseña de qué manera poder vivir esa vida como personas justificadas.
Pero espero que el lector sepa que la fe se deriva, no de nada propiamente hablando, sino de su objetivo.
Esto es precisamente lo que produce la gran confusión entre muchos cristianos. Siempre hay personas que me dicen: "Si solo tuviese suficiente fe, podría hacer tal y tal cosa, y esto y lo otro como si la fe fuese un producto que se vendiese por kilos, como si todo cuanto tuviésemos que hacer fuese comprar otro kilo de fe y añadirlo a lo que tenemos ya almacenado y entonces nos fuese posible hacer grandes cosas para Dios.
Pero la cantidad de fe poco importa, Jesús mismo lo dijo: "si tenéis fe como un grano de mostaza moveréis montañas. (Mat. 17:20) No es la cantidad lo que es importante en la fe, sino la calidad; es aquello en lo que depositamos nuestra fe. ¿Cuál es el objeto de su fe? La fortaleza de la fe está directamente relacionada con la fortaleza de aquello en lo que usted cree. ¿En qué cree usted? ¿En quién cree usted? ¿Qué clase de persona es?
Por lo tanto, cuando se habla acerca de la fe en Hebreos, es preciso que nos ayude a saber cuál debe de ser el objetivo de nuestra fe porque nuestra fe será fuerte si creemos y entendemos que el objetivo de la fe es fuerte. A ello se debe que éste sea el libro que más gira en torno a Cristo en todo el Nuevo Testamento. Se concentra en Jesucristo y, por ello, es uno de los libros más importantes que debiéramos leer cuando nos sentimos desanimados, derrotados o deprimidos, porque enfatiza el carácter y las cualidades de Jesucristo. Si le vemos tal y como él es, no podemos evitar tener una fe fuerte.
Existe un antiguo relato acerca de un hombre que acababa de hacerse cristiano y que estaba experimentando algunas de las dificultades con las que se enfrentan los recién convertidos, en lo que se refiere a las dudas sobre la fe. Se preguntaba a sí mismo si era realmente cristiano y se sentía frustrado con su propia falta de crecimiento. Sentía que se hallaba en una situación en la que ya no podía continuar y que ya no podía seguir viviendo como cristiano. Fue a un culto en el que el pastor estaba predicando acerca de los versículos de Efesios, que hablan acerca de Cristo, sentado a la diestra del Padre, y que nosotros estamos muertos y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. El pastor habló acerca de Cristo como cabeza del cuerpo y dijo que nosotros somos el cuerpo y que Cristo, como la cabeza de ese cuerpo, está sentado a la diestra del Padre.
Al calar esta verdad profundamente en el corazón de aquel hombre y darse cuenta de que a pesar de que estaba luchando y nadando contra corriente aquí abajo, su cabeza sobresalía por encima de las aguas y experimentaba ya la victoria y el triunfo a la diestra de Dios, pegó un salto del asiento y gritó: "¡Aleluya! ¿Quién ha oído decir que alguien se pueda ahogar mientras su cabeza sobresale por encima del agua?
Eso es lo que nos hace sentir Hebreos, nos ayuda a concentrarnos en Aquel que ya ha obtenido la victoria. Nosotros estamos participando en una batalla que ya ha sido ganada y eso es lo que nos estimula. Cuando caminamos conforme a la carne, estamos participando en una batalla que ya está perdida y no hay la más mínima oportunidad ni esperanza de obtener la victoria, pero cuando caminamos conforme al Espíritu, la batalla ya ha sido ganada.
Los diez primeros capítulos de Hebreos forman una estructura muy sencilla. A Jesucristo se le compara con una serie de dirigentes, sistemas y valores religiosos que las personas a las cuales les fue originalmente dirigida esta epístola consideraban importantes. Se parece un poco a una competición atlética o a un partido de las eliminatorias, en los que compiten ciertos participantes por ganar el campeonato. Se van enfrentando uno tras otro con el ganador y uno tras otro son eliminados y el ganador sale triunfante, siendo superior a los demás. A lo largo de toda esta epístola, se le compara a Cristo con lo básico en que confían los hombres en los momentos y en los tiempos de peligro y al pasar por diversas pruebas y cada una de estas cosas resultan ser insuficientes y el único suficiente es Cristo.
La primera es los profetas del Antiguo Testamento. La epístola comienza sobre ese tema:
"Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres, por los profetas." (v. 1)
He aquí algunos de los más impresionantes escritores del Antiguo Testamento: Isaías, Ezequiel, Daniel, Oseas, Habacuc, todos ellos nombres que eran sumamente importantes para la mente y el corazón hebreo. Estos hombres le llevaban la delantera a todas las filosofías y los filósofos que el mundo había conocido, siendo contemporáneos de Sócrates, de Platón y de Airstóteles, pero con todo y con eso, su punto de visto sobre la realidad aventajaba al de estos hombres. Estos eran grandes hombres, eran los padres, los profetas y Dios les hablaba a ellos y habló por medio de ello en el pasado.
"...en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo." (v. 2)
Casi como quien no quiere la cosa, el escritor descarta a los profetas como quienes no pueden ni remotamente compararse con Jesucristo. Después de todo no eran más que portavoces, instrumentos, pero él es el Dios entronizado como rey del universo, el que establece las fronteras de la historia y el que todo lo sostiene mediante el poder de su palabra. ¿Cómo puede un profeta compararse con alguien así? El es mucho mejor que los profetas y, por lo tanto, argumenta el escritor, cualquiera que deposite su confianza en los profetas debiera de estar interesado en escuchar a Jesucristo.
Los próximos en presentar un desafío son los ángeles. En el mundo griego, en el que se encontraba la iglesia del Nuevo Testamento, los ángeles se consideraban como seres importantes. La mayoría de los dioses y diosas griegas, como Venus, Mercurio y otros, eran considerados como ángeles por los griegos. Sabían que no eran el Dios supremo, pero eran considerados como una especie de Dios, como una especie de subalternos o subdeidades y les trataban como tales.
Pero en este caso el escritor trata el tema de cuál es el mayor, si los ángeles o el Hijo, dejando de inmediato muy claro que el Hijo, el Señor Jesús, es superior a cualquier ángel:
"Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: mi Hijo eres tú...?"
No, el jamás le dijo nada por el estilo a ningún ángel. El Hijo es superior a los ángeles y, lo que es más, los ángeles le adoraban y, por lo tanto, ellos mismos admiten que él es superior y le obedecen, este es el argumento, así que ¿cómo podríamos nunca comparar a un ángel con el Hijo de Dios? Sin embargo, en los capítulos 2 y 3 explica muy claramente que Jesús era el verdadero hombre, era el segundo Adán, que vino con el propósito de hacer realidad el destino de los seres humanos, el destino perdido que Adán había arruinado. Este derecho que tiene la humanidad a ser gobernantes y reyes del universo se refleja en el salmo ocho:
"Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has formado; digo: ¿qué es el hombre, para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre, para que lo visites? Lo has hecho un poco menor que los ángeles y le has coronado de gloria y de honra. Le has hecho señorear sobre las obras de tus manos, todo lo has puesto debajo de sus pies. (Salmos 8:3-6)
Ese es el propósito de Dios para el hombre, pero en nuestro estado caído, nos resulta sumamente difícil llevarlo a cabo. Sin embargo, Jesús está ahí, y aunque el escritor dice que todavía no ve al hombre cumpliendo ese destino, sí que vemos a Jesús sentado a la diestra de Dios, el verdadero hombre, el hombre tal y como Dios pretendía que fuese. Es sin duda superior a los ángeles porque Dios creó al hombre finalmente con el fin de que fuese superior a los ángeles y dijo acerca del hombre: "hagámosle conforme a nuestra imagen. Eso fue algo que no dijo en relación con ningún ángel, sino con el hombre.
En pleno argumento acerca de los ángeles, el escritor de Hebreos hace una advertencia. En el libro de Hebreos hay cinco advertencias y esta es la primera de ellas: no descuidéis el escuchar a Este. Si Jesús es superior a los profetas y los ángeles, entonces debiéramos escucharle. Si los profetas han conseguido alterar el curso de la historia, como lo han hecho, y los ángeles son agentes invisibles de Dios que realizan su trabajo a lo largo de toda la historia, sin duda debiéramos de escuchar al Hijo. ¡No dejéis de escucharle!
Los próximos en representar un desafío y en aparecer en escena son Moisés y Josué del Antiguo Testamento, estos grandes hombres de Dios a los que él usó grandemente. El pueblo judío prácticamente los idolatraba como ejemplos supremos de hombres que habían sido usados por Dios de manera poderosa, en especial Moisés. En el capítulo 3, se compara a Jesús con Moisés y en el 4 con Josué.
¿Y cuál es su argumento? Pues es muy sencillo. Moisés era un siervo en la casa de Dios, pero Jesús es el Hijo, al que pertenece la casa y para quien ha sido construida, de modo que es evidente que tiene superioridad.
Cuando yo era niño en Montana, me invitaron a visitar un conocido y opulento rancho por uno de los hombres contratados. Al llegar a la impresionante casa del rancho, no me llevó al interior, sino que me dejó en la barraca en la parte de atrás. Le pregunté cómo era la casa del rancho y me contestó: "La verdad es que no puedo llevarte allí porque le pertenece a la familia.
Vi pastando a un precioso caballo pardo y le dije lo mucho que me gustaría montar aquel caballo, a lo que me contestó: "Lo lamento, no puede ser. Le pertenece a la familia. Me sentí frustrado durante todo el día porque todo lo que yo quería hacer, no podía permitir que lo hiciese, debido a que no era más que un trabajador contratado.
Pero más adelante llegué a conocer al hijo de esa familia, un muchacho de mi propia edad, y ¿sabe usted lo que hicimos? Cabalgamos sobre aquel precioso caballo por todas partes y entramos en la casa y pudimos hacer todo lo que quisimos. Hasta pudimos entrar en la cocina y coger lo que quisimos de la nevera, lo que nos apeteciese, sintiéndonos perfectamente a gusto. Un hijo tiene, por supuesto, mucha más libertad que un sirviente. Moisés era un siervo, pero Jesús era el amo. Moisés condujo al pueblo de Dios, sacándolo de Egipto y llevándolo a la tierra de Canaan, que era el símbolo del reposo de Dios, el descanso que Dios quiere que aprendamos a disfrutar en el fondo de nuestros corazones.
Como veremos más adelante en esta epístola, y tenemos una indicación acerca de ello en el principio, la casa de Dios, a la que se refiere este escritor es el hombre. Moisés no fue otra cosa que un siervo, como símbolo de la casa de Dios. Jesús, en cambio, es el Hijo en la casa misma. Moisés vino a ser símbolo del reposo de Dios, pero Jesús nos lleva al lugar de reposo mismo.
El capítulo 4 define en qué consiste ese reposo, diciendo:
"El que ha entrado en su reposo también ha reposado de sus obras, así como Dios de los suyos." (Heb. 4:10)
Es decir, si ha aprendido usted a dejar de depender de sí mismo y de sus propios esfuerzos, ha aprendido usted a entrar en su reposo, porque comienza usted a depender de otro, de la obra que realiza Dios en usted. Ese es el secreto que se ha perdido la humanidad. Es el secreto que perdieron Adán y Eva en el Jardín del Edén y que Jesucristo vino para restaurarnos. Cuando aprendemos a actuar conforme a eso, aprendemos a tener perfecta paz y calma, sin dejarnos influir por las circunstancias, confiando, siendo poderosos, efectivos, haciendo las cosas por amor a Cristo y en eso depende el descanso.
Pero Josué no podía guiar a ese descanso, nos dice el escritor. Lo intentó, pero no pudo llevar al pueblo al verdadero descanso. Claro que les llevó a lo que era el símbolo de dicho reposo, la tierra, pero no les llevó al verdadero reposo, ¡pero Jesús sí que puede hacerlo! Por lo tanto, nos dice, "Hagamos, pues, todo esfuerzo para entrar en aquel reposo (v. 11) a fin de que no nos pasé lo que le sucedió al pueblo estando en el desierto, y nos alejemos perdiéndonoslo que Dios nos tiene reservado.
La segunda advertencia es: no endurezcáis vuestros corazones ni os resistáis a la dirección de Dios. No se diga a sí mismo: "Estoy perfectamente como estoy, me van bien las cosas. ¿Para qué necesito nada más? No, no endurezca usted su corazón. No se resista usted a lo que está haciendo Dios. Es posible que se sienta usted satisfecho con la manera en que se encuentra ahora, pero no durará mucho tiempo. Antes o después se dará usted cuenta de que lo que tiene en estos momentos no es suficiente. Por lo tanto, no endurezca usted su corazón, permita que Dios le guíe a su reposo o se encontrará usted con graves problemas.
Ahora el próximo en desafiar la superioridad de Cristo es Aarón, el sumo sacerdote de Israel, juntamente con todo el sistema del sacerdocio. Una gran parte de esta epístola tiene que ver con el tema del sacerdocio y es muy importante porque los sacerdotes tienen un gran valor.
¿Para qué creen usted que están los sacerdotes? En el Antiguo Testamento, los sacerdotes tenían que llevar a cabo dos funciones sumamente importantes, aliviar la culpa y la confusión:
"Pues todo sumo sacerdote que es tomado de entre los hombres es constituido para servicio a favor de los hombres delante de Dios, para que ofrezca ofrendas y sacrificios por los pecados. (Heb. 5:1)
Eso es el alivio de la culpa y el poder quitar el peso y la carga del pecado y:
"El puede sentir compasión de los ignorantes y de los extraviados..." (v. 2)
--los que se sienten confusos y se desvían del camino, que no saben a dónde acudir. Posiblemente el psiquiatra sea el equivalente moderno del sacerdote, ya que los sacerdotes hacían lo que hacen actualmente los psiquiatras. Intentaban aliviar la carga producida producida por la culpa y resolver la manera confusa e ignorante de enfocar la vida de las personas y, por lo tanto, eran muy importantes.
A continuación el escritor muestra que Jesucristo ejerce un sacerdocio que es superior, simbolizado por un hombre llamado Melquisedec, que aparece en el Antiguo Testamento de una manera sumamente misteriosa. Aparece entre las sombras, durante un breve tiempo, y trata con Abraham y a continuación vuelve a quedar oculto entre las sombras y no se vuelve a oír hablar más sobre él. El Antiguo Testamento hace referencia a él en varias ocasiones, pero es una figura misteriosa hasta que llegamos al Nuevo Testamento y aquí en Hebreos, se nos ayuda a ver lo que significó este extraño personaje.
Fue una imagen representativa del sacerdocio ejercido por Jesucristo y sus características fueron las del sacerdocio que ejerce actualmente Cristo. En primer lugar, estuvo disponible de inmediato. La historia, que encontramos en el capítulo 14 de Génesis, nos cuenta que Abraham se encontró con el Rey de Sodoma, después de haber derrotado a cinco reyes. Aunque Abraham no lo sabía, estaba metido en una grave situación. El rey de Sodoma se disponía a hacerle una oferta muy sutil, que haría que Abraham se apartase de su camino de fe y a Abraham no le fue posible darse cuenta de la sutileza de esta oferta, pero de repente apareció Melquisedec en escena, estando inmediatamente disponible.
Además, fue un rey que no tuvo ni padre ni madre, de lo cual deja constancia el Antiguo Testamento y era una imagen de Cristo en su relación eterna, permanentemente disponible. El servicio que le prestó a Abraham en aquella ocasión fue fortalecerle, siendo una imagen de la manera en que Jesucristo nos fortalece a nosotros. Melquisedec fortaleció a Abraham ofreciéndole el pan y el vino que son los símbolos de la santa cena, del cuerpo y la sangre, de la vida del Señor Jesús.
Ese es el motivo por el que aparece Melquisedec en este libro, para presentarnos la imagen de Jesucristo como alguien que está siempre a nuestro alcance y es por eso que la gloria del sacerdocio de Cristo es profundamente superior a la de ningún otro. Puede que su psiquiatra se marche de vacaciones, puede que hasta se muera, ¡cosa que ya ha pasado en ocasiones! Pero Jesucristo no se muere nunca ni está fuera de servicio, está permanente e inmediatamente de servicio, y de hecho le fortalece a usted impartiéndole su propia vida, simbolizada en el cuerpo y la sangre, en el pan y en el vino.
En relación con esto, tenemos una tercera advertencia, sobre el peligro de la demora. Esta es una de las más serias advertencias del libro y se encuentra en el capítulo 6. Aunque es posible que hayamos probado las experiencias exteriores del Cristianismo y que dé la impresión de que poseemos mucho que es real en nuestra vida cristiana, si no hemos seguido adelante, llegando a la situación de reposo y de confianza en Jesucristo, estas evidencias exteriores del cristianismo no tienen ningún valor para nosotros. De hecho, si eso es todo cuanto poseemos, llegará un momento en que nos fallarán y nos resultará imposible encontrar las verdaderas y esa es una tremenda advertencia; si confía usted durante demasiado tiempo en lo que no es real, en lo falso, llegará un día de desesperación, cuando buscará usted lo que es verdad y no será usted capaz de encontrarlo.
El quinto desafío es el relacionado con el tabernáculo y la ley. Aquí tenemos más cosas en las que las personas depositan su confianza, en los edificios y en sus propios esfuerzos, representados por la ley. Ahora el escritor compara a Cristo con estas cosas y nos muestra un marcado contraste. Toma el antiguo tabernáculo del desierto y dice: "no es más que un edificio, eso es todo, pero el verdadero tabernáculo es el hombre o la mujer, el niño o la niña ¡es usted! ¡Usted es aquel para quien Dios ha venido haciendo sus planes a lo largo de los siglos y no pensando en los edificios! Por eso es por lo que, en mi opinión, es una terrible equivocación referirse a los edificios como la casa de Dios.
Me gusta la historia de un niño que estaba mascando chicle en el edificio de una iglesia y una señora le dijo al pastor: "¿Ha visto usted a ese niño mascando chicle en la iglesia? ¿Permite usted que los niños coman chicle en la casa de Dios? A lo que el pastor le contestó: "Señora, ¡es la casa de Dios la que está comiendo chicle! Y tiene razón, por supuesto. De modo que el antiguo tabernáculo, o el templo de Jerusalén o una catedral o una iglesia no son otra cosa que edificios. Usted es la verdadera casa y él habita en nosotros. Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.
Pero la ley estaba relacionada con el tabernáculo y exigía cosas al pueblo: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no codiciarás, no te inclinarás ante los ídolos, adorarás al Señor tu Dios, etc. etc. los diez mandamientos, que son maravillosos, pero fracasan, como nos dice Pablo en Romanos, debido a la debilidad de la carne que no es capaz de cumplir las exigencias de la ley. Somos conscientes de que no somos capaces de hacer exactamente lo que nos exige la ley. Incluso cuando nos esforzamos al máximo, todo cuanto conseguimos es una obediencia exterior, pero el corazón y la actitud interior frecuentemente es la equivocada y lo sabemos.
Sin embargo, el escritor nos dice que el Señor Jesús tiene la solución al problema. La solución es que grabe usted la ley en su corazón, que lleve el Espíritu de Dios en su interior, para que le anime a amar y amando cumplirá usted la ley. Si se somete usted al amor del Espíritu, que brota de su interior, estará usted cumpliendo la ley de manera automática e inconscientemente. El escribe su ley en nuestros corazones, él no nos abandona nunca; resuelve por completo nuestra culpabilidad en aquellas ocasiones en que fracasamos, porque ya ha solucionado ese problema en la cruz, y él provee el poder que necesitamos para andar en justicia, si estamos dispuestos a hacerlo. ¿Se le ocurre a usted algo mejor que eso? La ley nunca puede conseguir nada por el estilo y lo único que hace es exigir, pero no capacitar, pero Jesús viene y exige y nos capacita. El que es fiel es el que nos ha llamado y él lo hará también.
Aquí tenemos otra advertencia: no os engañéis a vosotros mismos. No digáis que tenéis todas estas cosas, intentando poner buena cara, porque eso es aprovecharnos de Dios. Si hace usted eso, dice el escritor, lo único que le quedará a usted será un fin seguro relacionado con el mal:
"Porque si pecamos voluntariamente [eso es engañoso y al mismo tiempo hecho a propósito] después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado, sino una horrenda expectativa de juicio y de fuego ardiente que ha de devorar a los adversarios. El que ha desechado la ley de Moisés ha de morir sin compasión por el testimonio de dos o tres testigos. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha considerado de poca importancia la sangre del pacto por la cual fue santificado y que ha ultrajado al Espíritu de gracia?" (Heb. 10:26-29)
¡Piense en ello! Dios ha provisto para nosotros, a un precio infinito, una manera de ser justos ante él, interiormente fortalecidos, para que seamos fuertes y puros en medio de las circunstancias adversas que nos rodean y nosotros lo dejamos de lado diciendo: "No gracias, Señor, ya me las arreglaré yo solo. ¿Podría algo ser más insultante para Dios? Por lo que nos avisa que no abusemos de la gracia de Dios.
En fin, eso elimina los edificios y las obras, con lo cual no nos quedan desafíos. De modo que en la última parte de la epístola, nos habla sobre los fines mediante los cuales podemos obtener lo que Dios tiene para nosotros, que es la fe. En el capítulo 11 nos enteramos de lo que es la fe, cómo se ejerce, el aspecto que tiene y cómo reconocerla. Y al leer ese maravilloso capítulo acerca de los héroes de la fe, verá usted que la fe se anticipa al futuro, que actúa en el presente, que evalúa el pasado, que se atreve a seguir adelante, persistiendo hasta el fin, eso es la fe. Los últimos dos capítulos nos dicen cómo se produce en nuestras vidas, de qué modo Dios nos fortalece por medio de la fe. Para comenzar, nos fortalecemos mirando a Jesús. No se puede leer acerca del Señor Jesús, no se puede vivir con él y pensar en lo que Dios nos ha revelado acerca de él y creer estas importantes declaraciones acerca de su poder, su disponibilidad y su vida sin descubrir que nuestra fe se fortalece. ¿No es cierto? Podemos pensar en todos esos hombres de fe: Abraham, David, Moisés, Barac, Samsón y otros muchos, incluyendo a Martin Lutero, John Wesley, D.L. Moody, y lo que le servirán a usted de inspiración, pero no le capacitarán. Pero si mira usted a Jesús, no solamente le inspirará, sino que le dará poder. Por eso es por lo que se nos exhorta no mirar a estos otros, sino a Jesús, que es el autor y consumador de la fe, que nos fortalecerá en los momentos de debilidad.
En segundo lugar, nuestra fe se fortalece viviendo constantemente con aflicciones, que son las disciplinas de la vida. Dios permite que pasemos por problemas porque eso nos da la oportunidad de ejercer la fe. Si usted no tuviese problemas, ¿cómo ejercitaría usted su fe? Si no tuviese usted muchas dificultades, ¿cómo aprendería usted a depender? Por eso es por lo que puede usted contar con las aflicciones. Eso nos anima, ¿no es así? ¡Podemos contar con ello!
Y finalmente ejercemos la fe y aprendemos acerca de ella animándonos los unos a los otros a la vista de los recursos que Dios ha puesto a nuestro alcance. Escuche usted este majestuoso pasaje:
"No os habéis acercado al monte que se podía tocar, al fuego encendido, a las tinieblas, a la profunda oscuridad, al sonido de la trompeta y al estruendo de las palabras, que los que lo oyeron rogaron que no se les hablase más."
Esa fue la ley dada en el Monte Sinaí.
"porque no podían soportar lo que se les mandaba: Si un animal toca el monte, será apedreado. (Heb. 12:18-20)
Eso es aterrador, ¿no es verdad? Usted no ha llegado a eso.
"Mas bien os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial, a la reunión de millares de ángeles, a la asamblea de los primogénitos [la iglesia de Dios] que están inscritos en los cielos, a Dios el juez de todos..."
los paganos, los comunistas, los ateos, todo el mundo.
"a los espíritus de los justos ya hechos perfectos, a Jesús el mediador del nuevo pacto..."
un nuevo arreglo para vivir dentro de usted no fuera,
"y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. (Heb. 12:18-24)
¿No es maravilloso? ¿No estimula eso su fe? Y en relación con esto, tenemos la última advertencia:
"Mirad que no rechacéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que en la tierra rechazaron al que advertía, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos del que advierte desde los cielos. Su voz estremeció la tierra en aquel entonces, y ahora ha prometido diciendo: Todavía una vez más estremecerá no solo la tierra, sino también el cielo. La expresión todavía una vez más, indica con claridad que será removido lo que puede ser sacudido, como las cosas creadas, para que permanezca lo que no puede ser sacudido." (Heb. 12:25-27)
Estoy convencido de que estamos viviendo en tiempos en que todo lo que pueda ser conmovido lo va a ser. ¿De qué depende este mundo? ¿De los gobiernos, de la administración, de la educación, de la legislación? Todas estas cosas son lo fundamental en la historia, las cosas con las que cuentan los hombres, aquellas de las que dependen, y de las que se espera que ayuden a que continue la vida humana, pero cada una de ellas son cosas que pueden sacudirse. Nos estamos enfrentando con los tiempos en los que Dios va a permitir que todo sea sacudido, es decir, todo lo visible. Pero ¿qué es lo que no puede ser sacudido? El escritor nos lo dice:
"Así que, habiendo recibido un reino que no puede ser sacudido, retengamos la gracia, y mediante ella sirvamos a Dios, agradándole con temor y reverencia. Porque nuestro Dios es fuego consumidor." (Heb. 12:28, 29)
Lo que no puede ser jamás sacudido son el gobierno de Dios en nuestros corazones, el derecho de Jesucristo a ser Señor en nuestro interior y eso es lo que está siendo actualmente sometido a prueba, de manera que todo lo que es falso quede expuesto. No he visto nunca tantas personas que son aparentemente cristianas fuertes y viriles, apartarse y renunciar a la fe como hoy, pero aquellas cosas que no pueden ser sacudidas permanecerán y lo que se basa en lo falso y en la mentira se desmoronará y caerá.
Santiago
El Nuevo Testamento se divide en varias secciones, cada una de las cuales trata unos temas muy concretos. Hay una última sección, que introduce el libro de Hebreos, está relacionada con un único tema, el de la fe. Toda la fuerza de estas epístolas del Nuevo Testamento tiene como fin explicarnos lo que es la fe y cómo funciona y cada una de las epístolas contribuye de manera única a este tema.
Santiago es, por tanto, el segundo libro correspondiente a esta sección que trata acerca de la fe. Esta epístola es de un significado particular y único por haber sido escrita por el ser humano que más conocía al Señor Jesús, por lo menos en lo que se refiere a la evidencia histórica de la que ha quedado constancia y ha llegado hasta nosotros. Santiago, el hermano de nuestro Señor, se crió en la misma casa en Nazaret, creció junto al Señor Jesús, le vio durante todos esos años de los que nada se sabe, y se unió a sus otros tres hermanos: José, Simón y Judás, para oponerse al Señor Jesús durante la primera época de su ministerio. Santiago se convirtió por fin gracias a la resurrección de Jesús y el apóstol Pablo nos dice que después de la resurrección, el Señor se le apareció a Santiago (también conocido como Jacobo). (1ª Cor. 15:7)
Muchos de nosotros daríamos cualquier cosa por saber qué sucedió durante ese tiempo en que Santiago consideró a Jesús solo como su hermano. Fue uno de aquellos que tuvo serias dudas en cuanto a que Jesús fuese realmente el Hijo de Dios, como él decía ser, y en una ocasión hasta consideró que estaba loco y vino con sus hermanos y con su madre para que le encerrasen, o al menos para llevárselo con ellos a su casa, a fin de alejarle de la vista del público, pero finalmente y gracias a la resurrección, se convenció de que era verdaderamente Dios, manifestado en la carne, "y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros y también Santiago vio su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (Juan 1:14). De modo que Santiago comienza su epístola, como siervo de Dios y del Señor Jesucristo.
Este es un gran testimonio acerca de la deidad de Jesús ¿no es cierto? Así habla el que, según la naturaleza, era su hermanastro, refiriéndose a él como "nuestro Señor Jesucristo y en todo el libro hallamos una gran reverencia y respeto por la persona del Señor, que no tiene comparación en todo lo escrito en el Nuevo Testamento.
Ha existido una considerable controversia respecto a si fue, efectivamente, Santiago, el hermano de Jesús, el que escribió la epístola, pero si examina usted detenidamente el trasfondo, se ve que es casi seguro que debió ser escrita por mano del hermano del Señor. En los primeros días después de la resurrección, se convirtió en el dirigente reconocido de la iglesia en Jerusalén, y era considerado por todos con reverencia y respeto, incluso por los judíos, de manera que se ganó el apodo de "Santiago el justo. La tradición nos dice, apoyada por Eusebio, uno de los grandes padres de la iglesia y respetado historiador, que Santiago murió finalmente como mártir por causa de su fe, siendo empujado desde el pináculo del templo. El pináculo del templo era la pared que estaba en una esquina, alrededor del templo y que sobresalía sobre el Valle de Cedrón. Hay una caída de más de cuarenta y cinco metros de altura desde la parte superior de la pared al valle. En una ocasión estuve sobre esa muralla, situado sobre el pináculo del templo, y al mirar hacia abajo recordé que fue precisamente en ese mismo lugar donde el demonio llevó a Jesús con el propósito de tentarle para que se tirase desde el pináculo del templo.
Eusebio nos dice que fue alrededor del año 66 A.D., cuando Santiago el Justo, hermano de nuestro Señor, fue empujado por los judíos desde este pináculo, enfurecidos con él por causa de su testimonio cristiano. Eusebio afirma que la caída no le produjo la muerte y que se las arregló para ponerse de rodillas para orar por sus asesinos, de modo que acabaron la tarea apedreándole hasta matarle y Santiago pasó a formar parte de la lista de los mártires de la fe.
Es evidente que esta epístola fue escrita al principio de la vida de la iglesia. Procede de esa época, según se nos dice en el libro de Hechos y puede, por ello, ser el documento cristiano más antiguo que tenemos, escrito posiblemente incluso antes que Marcos o Mateo.
No es posible leer esta epístola de Santiago sin sentirnos impresionados por su parecido con la enseñanza de Jesús y, de hecho, si leemos el Sermón del Monte y la epístola de Santiago, y los colocamos uno junto a la otra, verá usted que existen más de una docena de paralelismos exactos. De modo que, es bastante evidente que este hombre, Santiago, escuchó al Señor Jesús y prestó atención a sus mensajes, aunque en aquellos momentos posiblemente albergase algunas dudas. Además, esta epístola, más que ninguna otra del Nuevo Testamento, se caracteriza, como la enseñanza misma del Señor, por tropos tomados directamente de la naturaleza. Nos habla acerca de las olas del mar, del reino animal, de los bosques, de los peces y otros, todos ellos tomados de la naturaleza, como acostumbraba a hacer el mismo Señor Jesús.
Como he mencionado con anterioridad, el tema de la epístola es la fe. Si no tiene usted fe, no recibirá nada de Dios. Sin fe, nos dice el libro de Hebreos, es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6) Por lo tanto, la fe es el canal a través del cual fluyen todas las bendiciones de Dios llegando hasta nosotros y, sin fe, todo lo que hacemos es pecar: "Pues todo lo que no proviene de fe es pecado nos dice el apóstol Pablo (Rom. 14:23) Por lo tanto, cualquier actividad que no tenga su origen o se base en la fe será una actividad pecaminosa. Si no actúa usted conforme a lo que cree, lo que está haciendo usted le desagrada y le resulta despreciable a Dios, a pesar de que posiblemente todos los que le rodeen le feliciten por ello.
Como vemos, pues, el apóstol Santiago nos está diciendo varias cosas acerca de la fe en esta epístola. En el capítulo uno, tenemos una maravillosa respuesta a la pregunta: "¿qué es lo que hace que la fe se desarrolle? Jesús dijo que para empezar no es preciso tener demasiada fe, que si tenemos fe como un grano de mostaza, solamente un poco, la suficiente como para que actuemos, será suficiente para mover montañas, según dijo él mismo.
Según nos dice Santiago, hay dos cosas que hacen que la fe vaya en aumento y la primera de ellas son las pruebas. Este es un capítulo maravilloso para aquellos que están pasando por pruebas. En él dice:
"Hermanos míos, tenedlo por sumo gozo cuando os encontréis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Pero que la paciencia tenga su obra completa para que seáis completos y cabales, no quedando atrás en nada." (San. 1:2-4)
Necesitamos pasar por pruebas y a continuación describe cómo hemos de afrontarlas. Aceptadlas, nos dice, como algo que procede de Dios, y si os falta sabiduría para conseguirlo, pedid a Dios que os explique lo que está pasando, pero debéis pedir con fe y esperar que Dios lo haga. Y si sois pobres, no dejéis que eso os preocupe, porque es una prueba que puede convertirse en bendición:
"Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba; porque, cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman." (San. 1:12)
Al pensar en esto, acerca de las pruebas, estaba contrastando mentalmente la manera en que estos cristianos primitivos se enfrentaban con las pruebas con la manera en que lo hacemos nosotros y estaba pensando en especial en el apóstol Pablo. Recordará usted que en Segunda de Corintios nos dice: "Cinco veces he recibido...cuarenta azotes menos uno. (2ª Cor. 11:24) En cinco ocasiones fue atado a una estaca y los judíos cogieron sus látigos de cuero y le golpearon treinta y nueve veces en la espalda, de modo que al escribir a los gálatas les dice: "llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. (Gal. 6:17) En tres ocasiones le golpearon con varillas y además nos dice, "en una ocasión fui apedreado.
¿Y cuál fue su actitud en todo esto? Lo maravilloso de estos cristianos primitivos es que al pasar por todas estas pruebas, lo hicieron regocijándose, considerándose afortunados por ser dignos de sufrir por el nombre del Señor. El escritor de Hebreos dice: "...con gozo padecisteis ser despojados de vuestros bienes, sabiendo que vosotros mismos tenéis una posesión mejor y perdurable. (Heb. 10:34) No pude evitar contrastar eso con nosotros, que nos sentimos desgraciados por el sencillo hecho de encontrarnos con yerba mala en nuestro césped ¿verdad? O nos enteramos de que nuestra suegra va a venir a visitarnos, cosa que hace que nos sintamos al borde del suicidio y nos irritemos por estas cosas tan insignificantes.
No hace mucho tiempo, un pastor me contó que fue a verle una mujer, que quería divorciarse de su marido, pero cuando llegó al fondo del asunto, averiguó que la mujer estaba muy enfadada porque le había preparado una comida especial y había hecho todo aquel trabajo adicional, esperando que el viniese a casa y él la llamó en el último momento para decirle que no podía ir. ¡Y ella estaba furiosa! ¡Y quería el divorcio!
¿Qué clase de actitud es esa? Dios nos envía diversas pruebas, nos dicen las Escrituras, porque las necesitamos y nos enseñan lecciones que de lo contrario no aprenderíamos, y si no las experimentásemos, seríamos cristianos endebles, sin carácter e incompletos, incapaces de afrontar las grandes responsabilidades que se nos encomienden el día en que estemos con el Señor, cuando nos encontremos en su reino y en la plenitud de su servicio.
En segundo lugar, el instrumento que nos hace crecer es la palabra:
"Pero sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque cuando alguno es un oidor de la palabra y no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que mira su cara natural en un espejo. Se mira a sí mismo y se marcha, y en seguida olvida como era. Pero el que presta atención a la perfecta ley de la libertad y que persevera en ella..." (San. 1:22-35)
Nos recuerda que lo que nos hace crecer en la fe es la palabra de Dios, expresada por medio de nuestras acciones. La fe viene por el oír, dice el apóstol Pablo, y el oír por la palabra de Dios, pero no he visto nunca a nadie fortalecerse en la fe descuidando la lectura de la Biblia. ¿Cómo podemos esperar saber cuáles son los grandes pensamientos de Dios, sus cosas profundas, los secretos ocultos de la vida, a menos que pasemos tiempo leyendo el libro que las revela? No hay ninguna otra fuente de información. No hay universidad en todo el país que ahonde ni mucho menos en el ámbito que desvele los secretos de la vida, de modo que deje usted que su fe crezca regocijándose en las pruebas, entendiendo y siendo fiel a la palabra.
En los capítulos dos y tres Santiago contesta a la pregunta "¿Cómo podemos reconocer la fe? ¿Cómo se hace visible? ¿Cómo podemos darnos cuenta de si nosotros mismos o si otras personas tienen fe? Y sugiere tres cosas que nos explican lo que es la fe: en primer lugar, no debe de haber parcialidad ni prejuicios. Si un hombre tiene prejuicios contra otro, por causa del color de su piel o por su cuenta bancaria, tratándole como si no fuese nadie sencillamente por no ser rico o por no tener el color de piel indicado, evidentemente no tiene fe, nos dice Santiago. Si viene un hombre pobre a la iglesia y le dice usted: "Vaya y siéntese usted ahí, en ese rincón, pero se inclina usted ante el rico y le lleva usted al primer banco, asegurándose de que esté cómodo, y le entrega usted un himnario indicándole el himno que se está cantando, interesándose por él, nos dice: "no relacionéis eso con la fe en Jesucristo porque una actitud elimina la otra y no se puede manifestar la fe de esa manera. La fe destruye los prejuicios.
Durante un período concreto de graves tensiones raciales, tuve el privilegio de hablar sobre el tema "La causa de la violencia racial en una universidad del estado. Dejé muy claro el hecho de que la causa principal del conflicto racial que tenemos en los Estados Unidos es la iglesia de Jesucristo. De haber sido la iglesia lo que debiera haber sido, de haber recibido los cristianos tanto del norte como del sur, a los negros y a otros como hermanos en Cristo Jesús, haría mucho que todo este conflicto hubiese desaparecido, si es que se hubiera producido, porque la iglesia controla estas actitudes de la sociedad, no la legislación, no la propaganda, sino siendo la iglesia sencillamente lo que debería haber sido. Y cuando falló la iglesia, también lo hizo la sociedad y de ese modo, el prejuicio arraigó profundamente en la vida social.
En segundo lugar, la fe se hace visible por los hechos mismos de misericordia. Santiago era eminentemente práctico. Imaginemos que apareciese alguien a la puerta, diciéndonos "no tengo nada de comer y en casa estamos pasando hambre. Y usted le dijese: "está bien, hermano, siento lo que está usted pasando. Oremos juntos. Y orase usted por él diciendo: "Vaya en paz, hermano, el Señor le resolverá el problema. Santiago nos dice: "¡Sería usted un hipócrita! y no tendría usted fe ni mucho menos.
Si su fe no le lleva a usted a compartir con su hermano que se encuentra muy necesitado, hay algo que está terriblemente mal en su actitud. No tiene usted fe porque la fe de Jesucristo, la fe en Jesucristo, significa que tiene usted, de hecho, la vida del Señor Jesús. ¿Se imagina usted al Señor tratando de ese modo a una persona necesitada? El Señor hubiese dado su misma capa, hubiera hecho cualquier cosa por cubrir la falta y la necesidad de esa persona. ¿Puede, por lo tanto, la compasión cristiana endurecer su corazón ante las necesidades de los que nos rodean, ya sea a nivel emocional o físico? De modo que si quiere usted que su fe se vea y sea reconocida, debe manifestarlo por medio de las obras. Es por esto por lo que el Señor Jesús dijo que a la hora del juicio diría:
"Porque tuve hambre, y sed y estuve en la cárcel, necesitado y no hicisteis nada por mi. (Mat. 25:42, 43)
Santiago dedica un capítulo entero a la tercera manera que hace posible que reconozcamos la fe. ¡Y qué imágenes tan gráficas usa para decirnos cómo es la lengua "inflamada por el "infierno! Es posible domar a cualquier animal, pájaro o reptil, pero ningún hombre puede por sí mismo controlar su lengua. La lengua, dice, es el miembro de nuestro cuerpo más íntimamente relacionado con nuestra verdadera naturaleza, mostrando lo que nos motiva y, por lo tanto, lo que diga usted determinará lo que es. ¡Revela lo que es usted! Así que el apóstol Santiago deja muy claro que si afirmamos ser realmente cristianos y tener fe en Jesucristo, le sucederá algo a su lengua. La fe reducirá su agudeza y frenará su amargura cáustica, poniéndole freno y evitando que ataque por medio de censuras y de críticas. No que no haya lugar para las reprensiones entre los cristianos, pero no de una manera desagradable, con amargura y sin censura.
En el capítulo cuatro y en una parte del cinco, Santiago responde a la pregunta: "¿qué sucede cuando falla la fe? ¿Qué pasa si no ponemos la fe en práctica? ¿Qué pasa si es usted cristiano, pero no vive usted por fe y no cree siempre lo que ha dicho y ha hecho el Señor Jesús? En primer lugar, surgen las guerras y las peleas y la causa directa es la falta de oración porque la oración es un ejemplo de la fe. La oración es la expresión más perfecta de la fe porque es la manifestación de la dependencia en Dios. Santiago da a entender claramente que todo este asunto de las guerras, las luchas, los argumentos y los desacuerdos entre nosotros son debidos a la falta de oración. Santiago nos dice:
"Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, pero no podéis obtener. Combatís y hacéis guerra. No tenéis porque no pedís." (San. 4:2)
Ese es el problema. Peleamos unos con otros porque no le pedimos nada a Dios. No tomamos de él la naturaleza de amor y de compasión que él nos ofrece. No optamos por recibir de él esa dulzura de expresión que hace que contestemos con una respuesta amable, sino que preferimos atacar a otro y pelear con otras personas. De modo que las guerras y las peleas que se desencadenan son el resultado directo de la falta de fe.
Lo próximo que dice es que entonces se introduce el amor por el mundo.
"¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, cualquiera que quiere ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios." (San. 4:4)
Y si deja usted de creer en lo que dicen las Escrituras, se dará cuenta de que se está usted dejando arrastrar por las mentiras y las ilusiones engañosas del mundo que le rodean. Empezará usted a pensar que las "cosas son importantes y que el estar a la misma altura que el vecino es la parte más importante de su vida y su dinero comenzará a seguir esa dirección e invertirá usted su tiempo y su dinero en esas cosas, y no tardará usted en dejarse llevar por un estado de ansiedad solo por la vida, deseando ser aceptado por otros, por el grupo de su propia edad, y al vivir de esa manera, se conformará o adaptará usted al mundo, lo cual es, una vez más, el resultado directo de la falta de fe.
Entonces habrá juicios críticos, algo acerca de lo cual ya hemos visto algo, pero aquí nos dice:
"Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de su hermano o juzga a su hermano habla mal de la ley y juzga a la ley. (San. 4:11)
Es decir, se ha olvidado que habrá de ser juzgado por la palabra de Dios y el hombre que critica a otro se ha colocado a sí mismo por encima de la palabra de Dios, diciendo que es el juez. En lugar de permitir que sea la Palabra la que le juzgue, él se convierte en juez de otra persona.
Otro resultado de la falta de fe es "la seguridad presuntuosa.
"Vamos pues ahora los que decís: ¡Hoy o mañana iremos a tal ciudad, estaremos allá un año y haremos negocios y ganaremos!, (San. 4:13)
¿Por qué? ¿No sabéis que no tenéis ninguna seguridad con respecto al futuro, que vuestra vida es como un soplo de aire que se desvanece? Más bien, deberíais reconocer que solo Dios puede permitir hacer planes así para el futuro y llevarlos a cabo. En otras palabras, ¡no penséis siempre acerca de vuestra vida!
En una ocasión vino a verme un joven estudiante y me dijo: "No necesito el cristianismo. Tengo todo lo que necesito para vivir y no necesito a Dios. Yo le contesté: "Pues es extraño. ¿Te ocupas en este momento de tu propio diafragma? a lo que me contestó: "¿qué quiere usted decir? "Bueno le contesté, "tu diafragma está funcionando, ¿eres tú el que lo hace funcionar? ¿Le has dado tú la orden de que funcione? "Bueno, no replicó, "se cuida de sí mismo. "No le dije, "no lo hace. Nada sucede por sí solo, hay alguien que se ocupa de ello. ¿Has pensado alguna vez en cuántas de las actividades de tu cuerpo funcionan totalmente aparte de tu voluntad y que dependes de cada una de ellas para el próximo momento de tu vida?
A continuación le conté la historia de mi amigo, que se encontraba en Washington D.C. durante la II Guerra Mundial y deseaba ir en avión desde Washington a Nueva York. Era en los días en los que se precisaba una prioridad para poder viajar por aire, de modo que fue a comprar el billete y le dijo a la muchacha: "Quiero un billete para Nueva York. Ella le preguntó: "¿Tiene usted alguna prioridad? a lo que él contestó, "no sabía que la necesitase, ¿cómo se obtiene? Y ella le contestó diciendo: "si trabaja usted para el gobierno o para las líneas aéreas, podría darle uno.
Mi amigo le dijo: "¡No trabajo para ninguno de ellos, pero le diré para quién trabajo, trabajo para Aquel que es el dueño del aire por el que vuelan sus aviones! Ella se lo quedó mirando un tanto extrañada y le dijo: "la verdad es que creo que eso no es válido para concederle la prioridad. El se inclinó y de su manera característica le dijo: "¿Se le ha ocurrido a usted pensar lo que sucedería si a mi jefe se le ocurriese cerrar el aire durante diez minutos?
Ella le dijo: "Espere un momento, veré lo que puedo hacer y en unos minutos regresó y le concedió la prioridad, diciéndole: "puede usted subir a bordo. ¡No se puede tener una autoridad superior a esa!
Lo último que menciona Santiago es que el fraude y el descuido son debidos al olvido:
"¡Vamos, pues, ahora, oh ricos! Llorad y aullad por las miserias que vienen sobre vosotros. Vuestras riquezas se han podrido, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos;...he aquí clama el jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el que fraudulentamente ha sido retenido por vosotros. Y los clamores de los que segaron han llegado a los oídos del Señor de los Ejércitos." (San. 5:1-4)
¿Qué es lo que hace que un cristiano sea demasiado astuto en sus tratos comerciales? ¿Qué le hace creer que puede hacer trampas a la hora de pagar los impuestos? ¿Qué es lo que le hace participar en un oscuro negocio o asociarse con alguien que en ocasiones está dispuesto a obrar con engaño? ¿Qué hace que un cristiano se porte de ese modo? Se olvida, ya no cree en la palabra de Dios. Se olvida de que sigue habiendo un juez que está observando, escuchando y viendo todo lo que pasa, teniendo en cuenta sus acciones. Se olvida de que el Señor Jesús va a volver y que lo que los hombres han hecho en secreto será gritado desde los tejados. Así que anima a los que han defraudado de este modo a que tengan paciencia y esperen la venida del Señor porque "¡el juez ya está a las puertas! (San. 5:9)
Y en la sección final del capítulo cinco, hay una maravillosa imagen de la comunión que había entre los cristianos primitivos, en la que había cuatro cosas importantes. En primer lugar, la honestidad, honestidad de palabra e integridad.
"Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento. Mas bien sean vuestras palabras sí, sí y no, no." (San. 5:12)
Sed cumplidores y dignos de confianza. Una de las características que hace que pueda haber comunión entre las personas es saber que pueden depender de usted. Parte del fruto del espíritu es ser digno de confianza.
La segunda era la confesión. Hablad unos con otros acerca de vuestros problemas, les dijo. Orad unos por otros, confesad vuestras faltas los unos a los otros, llevad los unos las cargas de los otros, abrid vuestros corazones, quitaos las caretas y derribad las barreras, salid de detrás de las máscaras, dejad de pretender ser lo que no sois, ¡sed lo que sois! E inmediatamente, la gracia del Dios de verdad, que ama la verdad, comenzará a fluir a través de vuestro grupo y hará posible una relación que hará que el mundo sienta curiosidad e intente entrar también.
Estoy convencido de que ese es el elemento que falta actualmente en la sociedad. Tenemos a muchísimos cristianos que viven como en celdas aisladas, sin permitir que entre nadie. No permiten que nadie vea cómo son en realidad, no admiten nunca sus fracasos, no hablan nunca acerca de los problemas más acuciantes que tienen, siempre que se reúnen llevan una sonrisa dibujada en su rostro y cuando les preguntan cómo les va contestan "¡Fabuloso! Pero no es así y esta clase de hipocresía debe tocar a su fin. Santiago nos dice que Dios estará entre nosotros si derribamos todas estas barreras y somos abiertos y sinceros los unos con los otros.
La oración es un poderoso factor de esta fraternidad cristiana y en este versículo, que a mi me ha sido de tanta ayuda, nos recuerda a Elías: "La ferviente oración del justo obrando eficazmente, puede mucho. (San. 5:16) Me da la impresión de que nosotros los cristianos no tenemos ni remota idea del poder que se nos ha encomendado mediante el ministerio de la oración. Tenemos poder para controlar los efectos de la vida diaria, para acallar las disensiones, el desorden y la conmoción interior para que, como dijo Pablo "llevemos una vida tranquila y reposada. (1ª Tim. 2:2) Finalmente, es evidente un interés los unos por los otros:
"Hermanos míos, si alguno entre vosotros es engañado, desviándose de la verdad, y otro le hace volver, sabed que el que haga volver al pecador del error de su camino salvará su vida de la muerte y cubrirá una multitud de pecados." (San. 5:19-20)
¡Qué extraordinaria visión de la vida de la iglesia primitiva! ¡No es de sorprender que estos cristianos consiguiesen alborotar a toda la ciudad de Jerusalén! Bajo el liderazgo de Santiago, la iglesia creció hasta que hubo una gran multitud de creyentes que estaban conmocionando a toda la ciudad y tuvieron que oponerse finalmente a ellos para aplastarles a fin de evitar que toda la ciudad siguiese tras ellos y eso es lo que Dios también puede hacer por medio de nosotros, cuando vivimos como nos sugiere el libro de Santiago.
En el mes de Julio del año 64 A.D. se declaró un gran incendio en la ciudad de Roma y toda la ciudad se vio envuelta en llamas. Cientos de edificios públicos se quemaron y quedaron derruidos, cientos de acres del terreno de la ciudad ennegrecieron la ciudad y miles de hogares fueron destruidos, de manera que miles de los habitantes de la ciudad se quedaron sin hogar. La historia ha llegado a la conclusión de que el Emperador Nerón fue el que provocó el incendio con la intención de destruir los edificios destartalados de Roma, a fin de disponer del espacio necesario para erigir algunos palacios de mármol y otros monumentos que consideró que le ayudarían a que su nombre pasase a la historia. Como es natural, fue en esta época, cual surgió la historia de que Nerón tocaba una especie de violin (también se ha dicho que tocaba la lira) mientras Roma ardía, pero desde entonces se ha demostrado, de manera concluyente, que el violin no existía en aquellos tiempos. Resulta difícil saber exactamente qué instrumento tocaba, pero lo que está perfectamente claro, a juzgar por lo dicho por algunos de los historiadores contemporáneos, es que se vio al Emperador contemplando la ciudad y disfrutando la vista mientras la ciudad ardía. Hay algunos que afirman que cuando se logró apagar el incendio en una parte de la ciudad, de repente y de forma misteriosa se volvía a encender, de manera que los historiadores de aquellos tiempos parecen haber llegado, casi de manera unánime, a la conclusión de que fue Nerón el que incendió la ciudad.
El populacho se sintió encolerizado, dispuestos a sublevarse y derrocarle, por lo que Nerón buscó rápidamente un chivo expiatorio al que pudiese culpar del incendio. En Roma había un grupo de personas que se hallaban en la situación indicada para prestarse a cargar con la culpa por el incendio, a los que se conocía como los cristianos, que seguían a un hombre llamado Cristo, acerca del cual se decían las cosas más extrañas y ellos mismos también hacían cosas bastante extrañas. Por toda Roma corrían los rumores de que eran canibales, porque hablaban de reunirse en sus casas para beber la sangre de alguien y comer su cuerpo. Hablaban acerca de "fiestas de amor, en las que se saludaban unos a otros con un ósculo santo (o beso) y compartían sus más íntimos problemas unos con otros. No tardaron estas historias en exagerarse y referirse a ellas como orgias sexuales por lo que los cristianos se convirtieron en personas que suscitaron grandes sospechas. Por lo tanto, cuando el Emperador necesitó un chivo expiatorio, hizo correr el rumor por toda Roma de que habían sido los cristianos los que habían prendido fuego la ciudad.
Hubo muchas personas que se negaron a creerlo, pero hubo otras que sí lo creyeron y para imponer la idea el Emperador comenzó una serie muy grave de persecuciones en contra de los cristianos. Fue en esa época cuando a los cristianos se le metió en alquitrán y se les quemó como antorchas para iluminar los jardínes de Nerón cuando celebraba fiestas al aire libre. Fueron atados a sus carros, siendo arrastrados por las calles de Roma hasta que morían. Fueron echados a los leones, les ataron dentro de bolsas de cuero y les tiraron al agua, de manera que al encogerse el cuero, los cristianos morían asfixiados. Nerón se las arregló para encontrar cientos de maneras diferentes de impresionar sobre sus mentes la locura que representaba ser cristianos.
Fue precisamente durante la época en la que se produjeron las persecuciones de los cristianos en Roma cuando el apóstol Pedro escribió esta epístola. Y la escribió, según creen la mayoría de los eruditos, estando en Roma a "los exiliados como dice o "a los extranjeros que se hallaban en la dispersión:
"...a los expatriados de la dispersión en Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos conforme al previo conocimiento de Dios Padre por la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre..."
Babilonia junto al Río Eufrates, aunque la mayoría de los eruditos parecer estar de acuerdo en que usaba el término que era corriente entre los cristianos de aquel siglo para referirse a Roma, debido al libertinaje, la idolatria y el mal de Babilonia, que se había transferido a la capital del Imperio Romano. Así que es muy posible que el apóstol Pedro escribiese esta epístola desde la ciudad de Roma alrededor del año 67 A.D. Les escribió a los cristianos, principalmente a los cristianos gentiles, que se encontraban dispersos por las ciudades de la provincia del noreste de lo que actualmente llamamos Asia Menor o Turquía, a los que les llegó esta epístola. Estaban siendo acosados y perseguidos por todo el Imperio a causa de la proclamación de Nerón, por lo que el apóstol les escribió con el propósito de animarles, consciente de las dificultades con las que se estaban enfrentando.
Por lo tanto, esta es una de las epístolas del Nuevo Testamento especialmente indicada para cualquier persona que esté pasando por alguna dificultad. Si se enfrenta usted con el problema del sufrimiento, sea de la clase que sea, le animaría a que leyese Primera de Pedro. Si se pregunta usted lo que está haciendo Dios en el mundo actualmente y lo que va a suceder en vista de todas las tensiones, presiones y posibilidades de terror que nos esperan en el futuro, esta es una epístola excelente para leer debido a que fue escrita a cristianos que se encontraban en circunstamcias muy semejantes.
Pedro comienza con uno de los hechos más importantes en la vida de cualquier cristiano, su relación con Jesucristo y el nuevo nacimiento. Pedro dice:
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su grande misericordia nos ha hecho nacer de nuevo..."
Esa es la cosa más importante que jamás le sucede a nadie. Cuando yo era niño recuerdo a los cristianos dando testimonio y con mucha frecuencia solían decir: "La cosa más importante que jamás me ha sucedido fue el día en que conocí a Jesucristo. Yo era cristiano, pero no creía en el fondo de mi corazón que fuese la cosa más importante que me había podido suceder, sino que más bien parecía un incidente casi insignificante en mi vida. No había tenido ninguna gran experiencia, solo tenía 10 años cuando conocí a Jesucristo y creí que para mi era algo de gran valor, pero no parecía ser algo de gran importancia porque había otras decisiones que tendría que tomar poco después que me parecían más importantes, como la clase de trabajo que haría, con quién me iba a casar y dónde iba a vivir, algunas cosas como esas, pero ahora, al mirar atrás después de aproximadamente medio siglo, puedo decir que incuestionablemente y sin duda alguna, por encima de cualquier otra decisión, esa fue la decisión más importante de mi vida, que tomé siendo un niño de 10 años y que todo lo demás, de un modo u otro, ha tenido relación con ella.
Pablo explica aquí por qué eso es cierto. Dice que hay tres cosas acerca de esta decisión que son de una enorme importancia, que se pueden sentir al tomarla y que no se podrían sentir por ningun otro motivo. Una de ellas es una esperanza viva. ¡Qué palabra tan reconfortante para estos tiempos tan faltos de esperanza! Pedro dice (vers. 3-5):
"...para una esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos; para una herencia incorruptible, incontaminable e inmarchitable, reservada en los cielos para vosotros..."
¿Sabía usted que ya tenía hecha su reserva en el cielo? Algunas personas dicen: "Eso son cosas inverosímiles, del más allá. Es el opio de las masas, ya saben, para mantenernos contentos mientras luchamos aquí abajo.
Se dará usted cuenta de que al final de su epístola, Pedro dice que la escribió desde Babilonia. Algunos afirman que se refería literalmente a las masas, con el propósito de mantenerlas satisfechas mientras luchamos aquí abajo que fue exactamente lo que le dijo Karl Marx al mundo y supongo que podríamos interpretarlo de ese modo, en cierto sentido. Al contemplar la falta total de esperanza que satura nuestra sociedad actual, vemos a los jóvenes que debieran sentirse llenos de vida y del deseo de vivir, tumbados en ocasiones durante horas enteras como si fuesen zombies, como cadáveres en nuestros parques públicos porque no tienen nada que hacer, no tienen ninguna parte a donde ir, nada por lo que vivir, nos damos cuenta de lo que significa realmente una esperanza viva que nos activa y que nos motiva ahora mismo. Eso es lo grande del cristianismo. Si eliminamos la esperanza de otro mundo, de otra vida, destruimos el significado de esta vida y Pedro comienza precisamente con eso:
Pero no es eso todo. El dice que no solo tenemos una esperanza viva, sino un poder que está presente y que ese poder nos mantiene. Dice el versículo 5:
"Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación preparada para ser revelada en el tiempo final."
Un poder presente y que nos sostiene. Nos controla cuando nos sentimos dominados por el terror, la ansiedad o la necesidad y nos fortalece, viniendo a nosotros a pesar de todos los obstáculos que la vida coloca en nuestro camino.
Y en tercer lugar, un amor lleno de regocijo porque dice (en el versículo 8):
"A él le amáis, sin haberle visto. En él creéis; y aunque no lo veáis ahora, creyendo en él os alegráis con gozo inefable y glorioso... Espero que todos ustedes sepan a qué se está refiriendo aquí. A esa clase de gozo tranquilo, que llena el corazón sencillamente por el hecho de conocer a Jesucristo. No por nada de lo que él haga por usted, sino porque es, porque vive, porque le ama a usted y usted a él. Aunque no le puede usted ver, le ama."
A continuación Pedro dice que esto ha sido ya anunciado por los profetas del Antiguo Testamento. Esto no es algo que alguien ha soñado o se ha imaginado, algo que se ha sido fabricado por alguna mente fantasmagorica. No se trata de ninguna fábula, como dice un poco más adelante, sino que es una verdad que ha sido anunciada y que se confirmó exactamente tal y como había sido pronosticado. Sucedió de ese modo y podemos depender de ello. Así que de esta manera nos anima por el hecho de que tenemos este testimonio interno y además el testimonio del exterior. Esta es la base sobre la que descansa la fe cristiana, en cualquier época y en cualquier momento.
Pedro nos muestra que basándonos en esto debieran producirse ciertos cambios en nuestra vida como resultado de ello. Si esto es lo que somos, lo que debemos de hacer de un modo u otro sería relacionarse con eso o de lo contrario no nos está sucediendo a nosotros. Todo lo que él dice y todo lo que nos dice continuamente el Nuevo Testamento es se lo que eres. Eso es todo. Sea sencillamente tal y como es usted, sin ser hipócrita porque es ser lo que no es usted, así que sea usted lo que es.
Hay tres cosas que destaca en esta epístola de cara a aquellos cristianos y a nosotros mismos. Para empezar dice: "sed santos. ¿Qué se le ocurre a usted al oir la palabra santo? ¿Se imagina usted a una persona con la cara muy larga y amargada? ¿Se la imagina como una persona tan piadosa que no hace más que repetir frases piadosas y hablar acerca de cosas religiosas? ¿Es eso lo que significa la santidad para usted? Pues la verdad es que no ha entendido usted, ni mucho menos, el verdadero significado del término si es así como piensa usted.
¿Sabe usted de qué modo se refiere el Antiguo Testamento a la santidad? Lo llama "la belleza de la santidad" y hay algo precioso acerca de la persona que es santa porque la santidad representa algo "completo y esta es una pesona completa. Para mi los ingredientes de la "integridad o totalidad son básicamente la perseverancia. Es una persona que tiene puesta la vista en una meta, en una persona a la que seguir y esa persona es profunda y totalmente importante para él, hasta el punto de que no hay nada más que le interese que no esté relacionado con esa persona en concreto. Eso es la perseverancia y la dedicación y hay algo de atractivo en ello. Siempre que se encuentra usted a un hombre de la Infantería de marina (especialmente en Estados Unidos) que se siente orgulloso del cuerpo al que pertenece puede ver usted la clase de perseverancia a la que me refiero. Está orgulloso de pertenecer a la Infantería de Marina y anda y habla como un infante de Marina.
Hay esa misma calidad en el cristiano que entiende a su Señor. Es santo, en el sentido de que vive consagrado y además tiene paz consigo mismo. No está luchando con nadie y ciertamente no lucha consigo mismo, sino que tiene absoluta calma y se siente amoldado. No se molesta y enfada con todo lo que le rodea ni se desmorona y eso es la santidad.
Está interesado en usted y es comunicativo. No se pasa la vida pensando en si mismo, pensando en lo que le gusta, lo que le interesa y le consuela, sino que piensa en los de los demás y cómo les va. Son personas de lo más amables y da gusto estar con ellas. A mi me encantan las personas santas y daría cualquier cosa por ser santo. ¡Sería tan maravilloso venir a la iglesia!
A continuación Pablo dice: "conducios con temor. Sí, lo dice. (Vers. 17-19):
"Y si invocáis como Padre a aquel que juzga según la obra de cada uno sin hacer distinción de personas, conducíos con temor todo el tiempo de vuestra peregrinación. Tened presentes que habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual heredásteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo..."
¿Qué quiere decir con eso de que nos "conduzcamos con temor? Quiere decir, como es natural, sentir un sincero respeto por la clase de Ser que es Dios, recordando con quién está usted tratando. No está usted tratando con otro hombre que se deje engañar por sus acciones o sus actitudes, sino que está usted tratando con Uno que le conoce usted más a fondo de lo que se conoce usted a sí mismo y él no hace acepción de personas y no puede usted comprar su favor. No puede usted engañarle para que le trate de manera diferente de lo que trata al resto de las personas. No puede usted convertirse tampoco en su favorito porque Dios no actúa de ese modo. Si se porta usted con él como un libertino astuto, los resultados con los que él dice que se tendrá usted que enfrentar le sucederán igual que a cualquier otra persona.
Esa clase de ser nos conoce tan bien que nos produce como una sensación de temor, ¿no es así? Eso es precisamente lo que quiere decir Pedro. Comportaos con temor, recordando que está usted tratando con Uno al que no es posible engañar y, por lo tanto, sea usted sincero, recordando que ha sido usted comprado, no con cosas que los hombres usan en el mercado, sino con algo que ninguna otra persona podría haber dado, la preciosa sangre de Jesucristo.
Y en tercer lugar nos dice que, como resultado de todo ello, debemos de ser sacerdotes. Nos dice en el capítulo 2, versículo 4:
"Acercándoos a él, la Piedra Viva, que fue ciertamente rechazada por los hombres, pero delante de Dios es elegida y preciosa, también vosotros sed edificados como piedras vivas en casa espiritual para ser un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales..."
Por cierto que esa es la respuesta a la pregunta que muchas personas hacen hoy en día. ¿Qué quiso decir Jesús cuando le dijo a Pedro: "Mas yo también te digo que tú eres Pedro; y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella? Como es lógico, sabemos que la palabra "Pedro " significa "roca y que la Iglesia Católica nos dice que lo que quiso decir Jesús fue que iba a edificar su iglesia sobre Pedro, pero Pedro dice que "no y él estaba allí, así que debía saber lo que se decía. El nos dice "Jesús es la roca. Y cada creyente que vienen a Cristo es como una piedra edificada sobre esa roca, esa gran roca subyacente, sobre la cual Dios está erigiendo el edificio llamado hoy iglesia. Pero Jesús es esa roca y usted está edificado sobre él, como piedras sobre una gran roca, a fin de que pertenezca usted al sacerdocio, dice Pedro, con el propósito de ofrecerle algo a Dios, algo que Dios desea y quiere ardientemente. ¿Y qué es eso? ¿Qué es lo que puede usted darle a Dios que él no tenga? Piense en ello. ¿Qué podemos usted y yo, simples seres humanos en este gran universo, dar a Aquel que lanzó las estrellas al espacio y que además sea algo que él quiere muchísimo. ¿De qué se trata? Pedro nos lo dice en el versículo 9:
"Pero vosotros, sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anuncieis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable."
Eso es lo que Dios quiere. El quiere que hable usted acerca de lo que él ha hecho por usted y que le cuente a otros cómo es él en su opinión y que ofrezca usted un sacrificio a Dios, que es como un holocausto de olor fragante y que tiene el sabor de la adoración frente a él.
Pedro trata a continuación algunos de los aspectos más prácticos de la vida, sobre cómo deben vivir como ciudadanos. Aquellas personas vivían en el Imperio Romano y sometidas a persecución, a pesar de lo cual tenían ciertas obligaciones. En el capítulo 2, versículo 11 en adelante, trata acerca de estas obligaciones. Nos dice que como ciudadanos debemos de someternos al gobierno y a los poderes existentes. El versículo 17 dice:
"Honrad a todos; amad a los hermanos, temed [amad] a Dios y honrad al rey (o al emperador)"
¿A qué emperador? ¿A Nerón, que arrastraba a los cristianos detrás de sus carros, que les quemaba como antorchas em sus jardines? ¿Que honren al emperador? En estos días cuando los jóvenes, incluso en ocasiones los jóvenes cristianos, creen que tienen derecho a tomarse la ley en sus propias manos, desobedeciendo a los poderes establecidos, haciendolo en el nombre de Dios, debieran leer este pasaje y recordar que era acerca del emperador que estaba causando tantísimas aflicciones entre los cristianos, sobre el que Pedro escribía estas palabras "honrad al emperador.
A continuación habla acerca de los siervos.
"Siervos, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos. [No les hagais el boicot ni os rebeleis ni hagais demostraciones contra ellos]...no solamente a los que son buenos y comprensivos, sino también a los severos. Porque esto es aceptable: si alguien soporta aflicción y padece injustamente por tener conciencia de Dios."
Y a continuación les recuerda el ejemplo dado por el Señor Jesús, diciendo: "eso fue lo que él hizo. Dice el versículo 23:
"Cuando le maldecían, él no respondía con maldición."
"Se encomendaba al que juzga con justicia. Después de esto, habla sobre el hogar. De la misma manera que el Señor tuvo que soportar el trato injusto que le fue dado, dice:
"Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos."
a pesar de que no siempre tengan razón.
"Vosotros, maridos, de la misma manera vivid con ellas con comprensión..." (v. 7)
a pesar de que en ocasiones se metan con el marido, le molesten y le den la lata "dando honor a la mujer de la misma manera que vosotros, los cristianos, debéis de honrar a este monstruoso canalla que ocupa el trono de Roma, donde Pedro dice: "vosotros maridos...honrad a vuestras mujeres. Dice el versículo 8:
"Finalmente, sed todos de un mismo sentir: compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos y humiles. Esa es la marca del cristiano en la sociedad."
A continuación hallamos este difícil pasaje acerca de los espíritus en la cárcel y el bautismo que nos salva y todas estas cosas con las que muchos se han estado debatiendo, pero la clave de todo el pasaje está en el capítulo 3, versículo 18.
"Porque Cristo también padeció una vez para siempre por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios... Esa es la clave. Esto lo hizo con el propósito de llevarnos a Dios. Cristo tuvo que soportar los sufrimientos, viniendo en la carne y muriendo en la carne. Todo esto lo hizo para llevar a cabo el gran fin para poder llevarnos a Dios.
Esto le recuerda a Pedro la manera en que era predicado el evangelio en los días de Noé y cómo el Espíritu de Cristo, hablando por medio de Noé, predicando a las gentes de aquella época a fin de llevarlos a Dios, pero se negaron, por lo que el arca apareció como una imagen de la vida del Señor Jesucristo para llevarlos por encima del diluvio del juicio y llevarles a Dios. El bautismo, que también es una imagen relacionada con el arca, nos salva ahora de la misma manera que Noé se salvó gracias al arca. El bautismo (no el que se lleva a cabo por inmersión, y lo dice, no para quitar la suciedad del cuerpo, sino el bautismo del Espíritu que nos situa en el arca de la seguridad, que es nuestro Señor Jesús) es lo que nos salva ahora como una súplica a Dios de la clara conciencia por medio de la resurrección de Jesucristo. Si lee usted el pasaje bajo esa luz, creo que no tendrá usted ninguna dificultad con él.
De modo que Pedro concluye este asunto del sufrimiento, exhorta a los cristianos a que recuerden que a pesar de que anden en honestidad y fidelidad ante Dios, no viviendo como lo hacen los gentiles y todos los escritores bíblicos dicen esto: "ya no debéis de vivir como lo hacen los gentiles, sino devolviendo bien por mal. Esa es la idea. No debemos de preocuparnos por nuestra propia satisfacción ni nuestros derechos. Nos preocupamos tanto que la verdad es que nos sucede lo que nos merecemos y ese es el espíritu de la época en la que vivimos, en la que se lucha por los derechos propios, que recibamos lo que nos merecemos, pero no es ese el espíritu de un cristiano y es preciso que nosotros, los cristianos, lo aprendamos y empecemos a comportarnos sobre esa base porque hasta que no comencemos a comportarnos como cristianos, no daremos ningún testimonio ante la ley. Si empezamos a insistir en nuestros derechos, aunque sea de maneras insignificantes, anulamos el poco testimonio que hayamos dado.
Posiblemente haya leido usted la historia del niño que estaba preocupado por todo el trabajo que tenía que hacer en casa. De modo que una mañana dejó junto al plato de desayuno de su madre una lista de algunas cosas: por segar el cesped $ 1.00, por limpiar mi dormitorio 50 centavos, por pasar la aspiradora a la alfombra 50 centavos, y algunas cosas más y luego sumó el total y colocó allí la factura al lado del plato de su madre y ella lo leyó. No dijo nada, pero a la mañana siguiente el niño encontró una lista al lado de su plato, que decía: por lavarte la ropa, ni un centavo, por hacerte la comida, nada, por ordenar tu habitación, nada y otra serie de cosas. A continuación hizo la suma del total y escribió debajo: "sin cobrar nada, hecho por amor y lo colocó junto al plato de su hijo. Ese día el niño hizo todo lo que tenía que hacer en la casa sin la menor queja. Había entendido el mensaje de su madre.
Eso es lo que debe de hacer el cristiano, devolver bien por mal y esta epístola de Pedro va dirigida a personas que se están viendo sometidas a un verdadero castigo.
La última sección trata acerca de la vida en el Cuerpo de Cristo. Es una sección que es de una gran ayuda y empieza en el capítulo 4, versículo 7:
"El fin de todas las cosas se ha acercado..."
Y si eso se aplicaba a aquella época, imaginese hoy en día.
por lo tanto... ¿Qué es lo primero que deberíamos hacer ahora? ¿Qué pasaría si viniese el Señor el año que viene? ¿Qué sucede si nos encontramos ya en el fin de los tiempos? "El fin de todas las cosas se ha acercado. ¿Qué es lo primero que se debería decir? Pedro dice:
"...sed, pues, prudentes y sobrios en la oración. Sobre todo, tened entre vosotros un ferviente amor, porque el amor cubre una multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. Cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios."
Ese es su programa para el fin de los tiempos. A la vista del mundo no parece exactamente impresionante, pero lo es a la vista de los cielos y esto es lo que hará que se cumpla la voluntad de Dios.
"...para que en todas las cosas Dios sea glorificado en Jesucristo."
Y luego habla acerca del sufrimiento y la manera de regocijarse, porque compartimos los sufrimientos de Cristo, no para sufrir como si fuesemos hacedores de maldad, sino para regocijarnos por el hecho de que Dios está obrando.
Pedro habla a continuación sobre el ministerio mutuo de los ancianos para con los miembros y los miembros los unos para con los otros. Y concluye su epístola diciendo (10):
"Y cuando hayáis padecido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, quien os ha llamado a su eterna gracia, quien os ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, él mismo os restaurará, os afirmará, os fortalecerá."
¿Se puede pedir algo mejor que eso?
"A él sea el dominio por los siglos, amen."
Esas son, realmente, palabras maravillosas para personas que viven al final de una época, ¿no es cierto? Tomemoslas en serio.
Casi da la impresión de que Segunda de Pedro fue escrita para nosotros hoy, en esta hora en la que nos ha tocado vivir. Cada una de las palabras es pertinente, totalmente contemporánea, llena de consejos prácticos para el tiempo en que nos encontramos, que es al mismo tiempo una confirmación de la frescura y vitalidad de la palabra de Dios, que nunca pasa de moda. También nos sugiere que es posible que el ciclo ha dado ya la vuelta entera y que estamos actualmente viviendo en días muy semejantes a los del primer siglo y que las condiciones con las que nos enfrentamos en nuestro mundo son casi del mismo estilo, si no en cuanto al terreno que abarcan, si en cuanto a las condiciones ante las que se encontraron aquellos primeros cristianos.
Existe una considerable diferente entre las dos epístolas de Pedro. La primera rebosa de gozosa esperanza frente al sufrimiento, pero el tema de esta segunda epístola es la de la verdad fiel frente a la falsedad, cómo detectar el error, cómo vivir en medio del engaño, cómo distinguir entre el bien y el mal, cuando el mal resulta sutilmente seductor y engañoso.
Para empezar, permítame el lector ofrecer un breve bosquejo de esta epístola. Se compone de tres capítulos, cada uno de los cuales presenta algo totalmente diferente. En el primer capítulo, el apóstol hace a sus lectores una exhortación acerca de cómo es exactamente la vida cristiana. En el segundo, advierte acerca de cómo se puede reconocer a los falsos maestros y en el tercer capítulo, nos ofrece una palabra de garantía acerca de la venida de nuestro Señor Jesucristo, y aquellos hechos que sirven de fundamento a nuestra fe y a continuación llega a una conclusión. Es un resumen muy sencillo, ¿verdad? de una epístola práctica, como podríamos esperar de un cristiano tan práctico y tenaz como Pedro.
Es muy factible que esta epístola fuese escrita en el mismo lugar que la primera, cuando Pedro se hallaba prisionero en Roma, posiblemente por orden de Nerón. Es evidente, al menos, que se hallaba en terrible peligro porque en esta epístola dice que siente que se acerca el momento en que ha de dejar su cuerpo, esta morada, su habitación, para ir con el Señor y dice que el Señor mismo se lo ha declarado, según se nos dice al final del Evangelio de Juan. El Señor Jesús le había dicho a Pedro que llegaría un tiempo en el que los hombres le atarían las manos y le llevarían a donde él no desearía ir.
Pedro entendió que eso quería decir que tendría que sufrir y morir como lo hizo nuestro Señor, en una cruz, y la tradición nos dice que Pedro fue de hecho crucificado, que se sintió tan humilde ante el hecho de ser considerado digno de morir la misma muerte que el Señor Jesús, que suplicó a sus captores que le crucificasen boca abajo.
Al escribir a aquellos cristianos, en medio de aquellas aflicciones, no les está intentando animar en esta epístola ni diciéndoles que deben regocijarse ante el sufrimiento, sino más bien está intentando ayudarles a ser fieles ante la falsedad. En su primer capítulo, hallamos una maravillosa palabra en el primer versículo y la epístola va dirigida a:
"...a los que han alcanzado una fe igualmente preciosa como la nuestra..."
¡Piense en eso! Nos hemos sentido tan tentados a pensar en estos poderosos apóstoles como hombres de un carácter intachable y de una fe tan abundante y tan superiores en su conocimiento de la verdad, pero lo cierto es que los apóstoles mismos nunca se consideraron a sí mismos de ese modo, sino como sencillos creyentes con la misma igualdad de oportunidad en la fe que disfrutaban el resto de los creyentes.
Hace años me encontré con esta expresión, y desde entonces ha sido algo que me ha servido de estímulo: "Hasta el más débil de los creyentes tiene en sus manos lo que poseyeron los más poderosos de los santos. Ese es el tema del primer capítulo de Pedro. Preste atención a estas palabras:
"Su divino poder nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad..." (2ª Ped. 1:3)
Todas las necesidades, tanto para desenvolverse en la vida como para manifestar la justicia o la santidad, es decir la semejanza a Dios, en este mundo nos pertenecen. Eso significa que cualquiera que haya venido sinceramente a Jesucristo, sin excepción, tiene todo cuanto se precisa para afrontar todo lo que la vida puede poner en su camino.
¿Lo cree usted? Muchísimas personas no lo creen, buscando siempre algo más, alguna nueva experiencia, una reacción diferente, alguna revelación adicional, algún sentimiento especial sobresaliente y están convencidos de que sin esas cosas no pueden ser nunca la clase de cristianos que deberían de ser, pero ¿se da usted cuenta de que Pedro lo niega enfáticamente? Nos dice que si acudimos a Cristo, le tenemos a él y si le tenemos a él, tendrá usted todo cuanto Dios le dará jamás. Dispone usted de todo el poder y de todas las cosas que tienen relación con la vida y con la santidad mediante el conocimiento de Dios.
Ahora bien, si esto es cierto, no tenemos excusa para fracasar ¿verdad? Eso quiere decir que si lo tenemos todo en Cristo, solo necesitamos saber más acerca de él, y tendremos todo lo que necesitamos para resolver el problema con el que nos estemos enfrentando.
¡Ojalá que encontrase la manera de hacer que eso quedase claro de una manera práctica! Para mi, lo importante de ser cristiano es que en Jesucristo encuentro realmente las respuestas prácticas a cada uno de los problemas con los que me enfrento. Por supuesto que por el hecho de hacerse usted cristiano, eso no significa que sepa automáticamente todo lo que hay en todos los libros del mundo. Pero lo que sí consigue es tener una percepción más profunda y entendimiento al aumentar su conocimiento de Cristo, sabiendo desenvolverse ante cualquier dificultad, aprendiendo a afrontando los sufrimientos, los problemas, entendiendo la vida y a sí mismo.
Su divino poder ya nos ha concedido todo lo que necesitamos, pero al principio de conocer a Cristo, aunque tenga usted todo cuanto se precisa, todavía no lo habrá usted descubierto, no habrá encontrado usted todo en lo que se refiere a la experiencia.
Esto se produce por dos medios. Primero, las promesas:
"Mediante ellas nos han sido dadas preciosas y grandísimas promesas." (2ª Ped. 1:4)
Estas no son solo palabras brillantes, no son solo disparates teológicos cuyo propósito es conmover un poco al corazón, sino que son garantías seguras que nos ha dado Dios, que él honrará con todo cuanto tiene. Su naturaleza misma, su mismo carácter, su magnificencia está en juego en estas palabras, que se refieren a las promesas que son seguras y están garantizadas.
Por lo tanto, lo primero que tenemos que hacer es enterarnos de lo que ha prometido, lo cual significa familiarizarnos con las Escrituras. Por eso es por lo que es imposible que se sienta usted realizado en la vida y que verdaderamente descubra la clase de persona que Dios quiere que sea usted, a menos que entienda usted la palabra de Dios.
Puede usted apuntarse en todos los cursillos que quiera y todo lo que conseguirá será acumular sabiduría humana, con su mezcla de verdad y error, sin capacidad para distinguir lo uno de lo otro. Por eso es por lo que hasta la persona más culta, que no conozca la Biblia, puede cometer las más espantosas y atroces equivocaciones, algo que sucede continuamente, pero si empezamos a entender todas estas grandes y maravillosas promesas, entenderemos de qué trata la vida. Para eso sirven, para revelar las cosas tal y como son.
Veamos ahora, el efecto que produce el depositar nuestra confianza en estas promesas:
"después de haber huido de la corrupción que hay en el mundo."
Eso suena atractivo ¿no es cierto? ¡Hay tanta corrupción a nuestro alrededor! La corrupción implica todo cuanto deshonra, poluciona y destruye. ¿Cómo podrá usted huir de todo ello a menos que posea usted la verdad acerca de Dios? No hay escapatoria posible. Sin la verdad de Dios todos nos veríamos atrapados inexorablemente en una red de mentiras y de engaños.
La corrupción se encuentra en el mundo debido a la pasión y hay tres pasiones en el fondo de todos los males humanos: la lujuria, que significa la pasión sexual, en el mal sentido, que destruye el cuerpo; la avaricia, que es el materialismo y además la ambición, el orgullo del espíritu que busca popularidad, fama y la alabanza de los hombres. Esas cosas están destruyendo las vidas de hombres y mujeres por todo el mundo y esas son las tres cosas que la verdad de Dios nos transmite al entenderla y obedecerla.
La segunda vía para descubrir todas estas cosas, que están a nuestro alcance, se encuentran al principio del versículo 5:
"Y por esto mismo, poniendo todo empeño [siendo dilingentes] añadid a vuestra fe...[literalmente, para redondear vuestra fe] virtud, [lo cual significa básicamente el valor para enfrentarse con la vida] a la virtud, conocimiento; al dominio propio, perseverancia [paciencia] a la perseverancia, devoción, a la devoción afecto fraternal y al afecto fraternal amor." (2ª Ped. 1:5-7)
Ahora tiene usted todo esto en Cristo, pero necesita usted esforzarse en descubrirlo y aplicárselo a su vida. Eso es lo que todos nosotros estamos haciendo ahora, intentando aplicar estas cosas en términos prácticos, con las personas con las que vivimos y trabajamos, además de con las personas que nos irritan y que siempre nos caen mal, nuestros cuñados y suegros y los menos allegados, sean quienes sean, con los que hemos de aplicar todas estas cosas. ¿Y cuál es el resultado?
"Porque cuando estas cosas están en vosotros y abundan, no os dejarán estar ociosos, ni estériles..." (2ª Ped. 1:8)
...como cristianos. ¿Quiere usted la receta para alcanzar el éxito como cristiano? Ahí la tiene usted: la fe y la obediencia. El conocimiento de las promesas de Dios y la aplicación de las mismas a situaciones concretas, serán lo que evitará que seamos estériles e inefectivos.
Además, "el que no tiene estas cosas es ciego y tiene la vista corta aunque sea cristiano, está viviendo como el resto del mundo y aparentemente se ha olvidado de que ha sido "purificado de sus pecados pasados. Ni siquiera su regeneración parece haberle hecho demasiado efecto. "Por eso procurad dice el apóstol "con mayor empeño hacer firme vuestro llamamiento asegúrese de ello.
"Porque haciendo estas cosas no tropezaréis jamás. Pues de esta manera os será otorgada amplia entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo." (2ª Ped. 1:10, 11)
Eso quiere decir que cuando llegue la hora de que parta usted para el hogar, las trompetas sonarán en la gloria al entrar usted en el reino porque habrá encontrado usted el secreto de la vida vivida con éxito.
Pedro nos enseña a continuación las dos garantías que apoyan esta declaración. En primer lugar, el relato del apóstol que ha sido testigo directo de lo sucedido. Nos dice:
"Porque os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas artificiosas..." (v. 16)
Y a continuación relata un caso diciendo: "Porque yo estaba con él en el monte santo cuando fue transformado delante de mi y le vi, siendo testigo de ese acontecimiento y os estoy dando a conocer lo que vi, la venida del reino de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros presenciamos su majestad.
En eso precisamente descansa la fe cristiana, en los relatos de testimonio de los hombres y las mujeres que estuvieron presentes y que sencillamente informaron acerca de lo que vieron y oyeron así como lo que hizo Jesús.
Pedro continua diciendo que esto lo confirma otra voz, la voz de los profetas del Antiguo Testamento. Estos hombres no escribieron por su propia inspiración, no escribieron sus propias opiniones particulares, sino que escribieron lo que les fue dado por el Espíritu de Dios, y predijeron con exactitud los sucesos que habrían de acontecer muchos siglos después. Si esa no es una confirmación de la verdad de todo ello, ¿qué podría ser? Hay dos cosas: el testimonio de los que lo presenciaron y las palabras proféticas son lo que se encuentran al fondo de nuestra fe.
En el segundo capítulo, Pedro nos advierte en contra de ciertos falsos maestros. Una vez más, esto suena como si hubieran sido escritas para nuestra época:
"Pero hubo falsos profetas entre el pueblo, como también entre vosotros habrá falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructivas..." (2ª Ped. 2:1)
¡Qué cosa tan extraña que hayamos llegado actualmente a la etapa en la que una importante denominación tiemble y esté a punto de declarar que no existe lo que se llaman herejías, porque de hecho todo es verdad, o al menos nadie está seguro de nada y, por lo tanto, ¿cómo se puede acusar a nadie de herejía?
Pero Pedro dice que en la iglesia aparecerán algunos que "introducirán encubiertamente herejías destructivas, llegando aún hasta negar al soberano Señor que los compró lo cual nos dice que estos hombres no son sencillamente ateos antagonistas del Cristianismo, que siempre hemos tenido, sino que estos hombres que afirman ser cristianos, que profesan amar al Señor Jesús, que profesan ser seguidores de Cristo, enseñan todo cuanto niegan lo que representan. ¡Qué ecos de algunas de las voces que se escuchan en nuestros días!
"Y muchos seguirán tras la sensualidad de ellos, y por causa de ellos será difamado el camino de la verdad." (2ª Ped. 2:2)
La gente mirará con desprecio a aquellos que creen en la Biblia como personas retrógradas, ignorantes, que no entienden los grandes temas de la actualidad, que viven en la edad del oscurantismo.
"Por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Desde hace tiempo su condenación no se tarda, y su destrucción no se duerme." (v. 3)
A continuación habla acerca de la seguridad del juicio de estos hombres y cuenta tres casos del pasado, que demuestran que Dios sabe cómo manejar una situación así. No os alarméis cuando aparezcan falsos maestros, burlándose de vuestras creencias. Dios sabe lo que está haciendo y se ocupará de ellos. No perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los juzgó. El no perdonó a Sodoma y Gomorra cuando pecaron, sino que los juzgó y no perdonó al mundo antiguo, sino que lo juzgo por medio del diluvio, pero a pesar de ello, a través de todo esto conservó a un remanente con integridad y, por lo tanto, la conclusión a la que se llega es:
"entonces el Señor sabe rescatar de la prueba a los piadosos y guardará a los injustos para ser castigados en el día del juicio." (v. 9)
Después de todo esto, aparece una descripción gráfica de las características de estos falsos maestros. Para empezar, serán presuntuosos, es decir, serán elocuentes, usando palabras impresionantes acerca de cosas relacionadas con la vida, la muerte, la salvación y otros temas de gran importancia, pero serán realmente ignorantes, no sabiendo de qué están hablando. Pedro nos dice que serán como "animales irracionales, que por naturaleza han sido creados para presa y destrucción, también perecerán en la perdición. (v. 12) Por lo tanto, la segunda característica es la ignorancia y la tercera es su desvergüenza; animando a cometer lo licencioso y a la conducta sexual pervertida. Animarán abiertamente a las personas a ser indulgentes y a practicar libremente la lujuria, sin la menor vergüenza.
La cuarta señal es que serán avariciosos:
"Tienen el corazón ejercitado para la avaricia." (v. 14)
Enseñarán, por amor al dinero, prácticamente cualquier cosa que crean que las personas quieren oír y, finalmente, serán pretenciosos:
"hablando arrogantes palabras de vanidad, seducen con las pasiones...a los que a duras penas se habían escapado de los que viven en el error." (v. 18)
Y a continuación tenemos esta palabra, que es de lo más reveladora en nuestro tiempo: prometen libertad, pero ellos mismos son esclavos de la corrupción. ¿No suena eso como algunos de los actuales proponentes del uso de la droga, como las drogas alucinógenas conocidas como "ensanchadoras de la mente? Dicen que al consumirla se experimentará un ensanchamiento de la mente y se sentirá una sensación de libertad como jamás se ha experimentado. Y cuando las personas las prueban, se produce de verdad una sensación de libertad, pero va acompañada de una esclavitud que destruye. De modo que el apóstol concluye con algunas de las palabras más sobrias de las Escrituras:
"Porque si los que se han escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, se enredan de nuevo en ellas y son vencidos, el último estado les viene a ser peor que el primero. Pues mejor les habría sido no haber conocido el camino de justicia, que después de conocerlo, volver atrás del santo mandamiento que les fue dado." (2ª Ped. 2:20, 21)
Piense en ello. Los hombres que trabajan con las Escrituras, que tienen sus manos sobre la palabra de Dios, que la estudian y que intentan explicarla y que ocupan puestos de maestros de la verdad, ellos mismos niegan todo lo que han enseñado y aprendido, convirtiéndose en víctimas de sus propios engaños.
Por lo tanto, la última palabra es una de garantía. No os desaniméis, dice, por este ambiente de error prevaleciente. Recordad que el que viene arreglará todas las cosas. Habla acerca de la seguridad de la venida del Señor. Afirma que habrá quienes se burlen y basen sus argumentos en contra de la segunda venida de Cristo sobre el hecho de que todas las cosas han continuado como lo han estado desde el principio de la creación.
Este es un universo estable, dirán, y nunca sucede nada fuera de lo normal; no puede haber intrusión alguna en este universo por parte de un poder divino que opere de una manera diferente a la que observamos a nuestro alrededor. Pero están equivocados, dice Pedro. Lo han estado en el pasado y lo seguirán estando en el futuro. Este no es un universo estable. Este universo se ha visto terriblemente trastornado en el pasado y volverá a estarlo. El diluvio es el dato fehaciente del pasado y apunta a un día en el pasado y apunta a un día en el futuro en el que el mundo volverá a quedar destruido, no por el agua, sino por el fuego. Y en un pasaje extraordinariamente descriptivo que encontramos aquí, muchos de nuestros científicos nucleares, que son cristianos, han visto una descripción de una explosión nuclear:
"Pero por la misma palabra, los cielos y la tierra que ahora existen están reservados para el fuego, guardados hasta el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos."
A continuación pasamos al versículo 10:
"Pero el día del Señor vendrá como ladrón. Entonces los cielos pasarán con grande estruendo: los elementos ardiendo, serán deshechos y la tierra y las obras que están en ella serán consumidas." (2ª Ped. 3:7-10)
Muy instructivo, ¿no es cierto? Pero es preciso recordar dos cosas acerca de esto, nos dice. Recordemos que el pasado ha demostrado lo que será el futuro y la constancia que ha quedado del diluvio es la garantía de que Dios se va a mover en el futuro, como dijo que lo haría. Y el mundo que existe actualmente se mantiene unido por la misma palabra que el mundo que existía antes del diluvio.
Lo único que hace que el mundo siga funcionando es la palabra de Dios, la autoridad de Dios. Por lo tanto, todo lo que necesita hacer Dios es alterar las cosas en nuestro universo físico, y todo comenzará a derrumbarse. Y Pedro nos dice que si nos sentimos impacientes y comenzamos a preguntarnos acerca del tiempo, recordemos lo siguiente: Dios no considera el tiempo de la misma manera que lo hacemos nosotros. Para el Señor un día es como mil años y mil años como un día y, por lo tanto, lo que a nosotros nos causa la impresión de que se hace interminable para él no es más que unos pocos momentos.
En segundo lugar, recuerde que Dios tiene un propósito al demorarse, por lo que deberíamos de sentirnos muy agradecidos porque una vez que Dios comience a juzgar, todo quedará incluido. El demora su mano de juicio a fin de darnos a todos la oportunidad de pensar en qué consiste la vida, que es lo que quiere decir la palabra "arrepentimiento; quiere decir pensar de nuevo, examinar los hechos detenidamente y actuar sobre esa base. Dios detiene su mano para que los hombres tengan oportunidad de pensar sobre las cosas y cambiar su manera de comportarse. ¿No es maravilloso? ¿No le alegra a usted que él le haya estado esperando?
Hace algún tiempo me contó un hombre que estaba paseando con un amigo y pasaron junto a una iglesia y sobre el tablón de anuncios frente a ella se fijaron que el título del mensaje para el próximo domingo era "Si yo fuese Dios y eso hizo que aquellos hombres se pusiesen a pensar. Uno de ellos se volvió hacia el otro y le dijo: "¿Sabes lo que haría yo si fuese Dios? ¡Sencillamente me inclinaría sobre las almenas del cielo, respiraría profundamente y soplaría acabando con toda la existencia! Bueno, por lo menos sabemos cómo pensaba aquel hombre ¿verdad?
¿Por qué aguanta Dios los insultos de los hombres? ¿Por qué soporta la violencia, la crueldad, la injusticia, las tinieblas, los engaños, las impurezas y las desvergüenzas que suceden en nuestro mundo? ¿Por qué? Porque es un Dios de amor y no desea que nadie se pierda. Espera y demora, a fin de que los hombres puedan tener la oportunidad de pensarse las cosas y ver a dónde les lleva todo ello.
La conclusión a la que llega el apóstol suscita una pregunta escrutadora:
"Ya que todas estas cosas tienen que ser deshechas, ¿qué clase de personas debéis ser vosotros en conducta santa y piadosa?" (2ª Ped. 3:11)
Teniendo en cuenta que así es como terminará el mundo, ¿qué clase de personas debemos de ser nosotros en términos de santidad y de semejanza a Dios, esperando y (esto es casi increíble, ¿no es cierto?) acelerando la venida del día del Señor?
¿De qué manera apresuramos la venida del Señor Jesucristo? ¿Cómo conseguimos que por fin se haga realidad lo que los hombres han estado esperando y soñando con ello durante siglos, un mundo en paz, un mundo de abundancia, de bendición, de calma y de gozo con oportunidades ilimitadas para todos? ¿Cómo conseguimos un mundo así?
Durante el año de elecciones, cada uno de los políticos lo promete ¿no es cierto? Y no sabemos a cuál creer porque, sinceramente hablando, en el fondo sospechamos que todos ellos son unos hipócritas, que ninguno de ellos es capaz de cumplir sus promesas, porque no están llegando al fondo del problema, pero esta palabra dice que nosotros, el pueblo de Dios, tenemos la habilidad para acelerar la venida de ese día.
Entonces ¿cómo se consigue? Hay tres cosas principales que sugieren las Escrituras. Primero, la oración. ¿Recuerda usted lo que nos enseñó a orar el Señor Jesús: Venga tu reino, sea hecha tu voluntad en la tierra como en el cielo. Esa es una oración que acelera el día de Dios. En segundo lugar, el testimonio. Es preciso predicar el evangelio del reino a todas las naciones y luego será el fin, dice el Señor Jesús. (Mat. 24:14)
De modo que al compartir nuestra fe, no de una manera mecánica, intentando meterles en la cabeza la verdad a las personas como con un martillo, sino mediante un amor genuino y compasivo, atendiendo a las necesidades de otros, hablando acerca de una esperanza que nos anima y que hace que creamos de todo corazón, estamos acelerando la venida del día del Señor.
Y en tercer lugar, por medio de la obediencia. Existe un dicho entre los judíos que dice que si toda Israel obedeciese totalmente la ley durante un solo día, vendría el Mesías. Lo que Dios está buscando es a hombres y a mujeres que sean obedientes, que le pertenezcan. La única libertad que tienen los hombres es la libertad para servir o bien a Dios o al demonio, al uno o al otro. Es la única opción que se nos ha ofrecido. Y la libertad que conseguimos por obedecer al demonio solo es temporal, es una libertad aparente, que no tarda en desvanecerse y se convierte en una espantosa desesperación que lleva al vacío.
Sin embargo, la libertad que ofrece el Señor Jesús es una libertad que va en aumento, que enriquece, que se ensancha y que nos lleva a la plenitud de vida. No acaba nunca hasta que todas las cosas se encuentran en nuestro poder, todas las cosas presentes y las venideras, el mundo y todo lo demás pertenece a los que conocen a Jesucristo.
"Por tanto, oh amados, estando a la espera de estas cosas, procurad con empeño ser hallados en paz por él, sin mancha e irreprensibles." (2ª Ped. 3:14)
Y a continuación, en una postdata final, nos dice Pablo también está de acuerdo. Las cosas que nuestro amado hermano Pablo os ha escrito, dice, que los indoctos e inconstantes tuercen, como lo hacen también con las otras Escrituras, no les prestéis atención.
Y termina con dos versículos, que estoy convencido de que deberían de escribirse con grandes caracteres en el presente tiempo anárquico:
"Así que vosotros, oh amados, sabiendo esto de antemano, guardaos; no sea que, siendo desviados por el engaño de los malvados, caigáis de vuestra firmeza. Mas bien, creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amen." (2ª Ped. 3:17, 18)
Pedro nos dice que la estabilidad se basa en el conocimiento, en el conocimiento de toda la verdad inmutable, tal y como se encuentra en Jesucristo. Por lo tanto, teniendo en cuenta que contamos con los hechos, no debemos permitirnos a nosotros mismos ser arrastrados ni engañados, por aquellos que intentan minarnos. En momentos de verdadero ataque a la verdad, ahora como en los tiempos de Pedro, debemos de ejercitar nuestra libertad en Cristo y decidir permanecer fieles y obedientes a él.
Hay dos de los discípulos de Jesús a los que me hubiera gustado conocer especialmente en los días de su vida aquí en la tierra. Uno de ellos es Pedro y el otro es Juan. Me agradan estos dos hombres y me siento especialmente impresionado por el cambio que la comunión con el Señor Jesús produjo en sus vidas, que es lo que me impresiona acerca de estos dos hombres.
Como sabrá el lector, Pedro era excéntrico, impulsivo e impetuoso. Como alguien ha dicho muy bien: "siempre que Pedro entra en escena lo hace de un modo que causa una profunda impresión. Parece como si Pedro tuviese el arte de meter la pata continuamente, daba la impresión de que cada vez que abría la boca decía lo contrario de lo que debería haber dicho, a pesar de lo cual el Señor hizo de él una roca estable, segura y de la que se podía depender, tal y como implica su nombre. Se convirtió en el punto de apoyo de los cristianos en los días de las persecuciones que tuvieron lugar durante el primer siglo y eso solo por el hecho de estar con el Señor y conocerle. Sin embargo, el cambio más profundo se produjo en él después de la muerte y resurrección del Señor, por lo que no tenemos necesidad de pensar que fue la presencia personal de Jesús lo que cambió a estos hombres. La transformación se produjo en ellos después de que él muriese y resucitase de nuevo y él puede también producir esa transformación en nosotros.
Juan fue el otro en el que se produjo una transformación drástica gracias a nuestro Señor. Era un joven, el más joven de todos los discípulos y, de hecho, muchos eruditos concuerdan en pensar que no era más que un adolescente cuando empezó a seguir al Señor, que posiblemente tendría unos diecisiete o dieciocho años. Juntamente con su hermano Jacobo, era un joven impetuoso, que hablaba con absoluta franqueza y de manera impulsiva con tendencia a desahogarse. Es posible que fuese un bocazas porque el Señor le puso el mote de Hijo del Trueno, que era la manera, llena de ternura, de expresar el Señor el problema que tenía Juan, que estaba todo el tiempo dando rienda suelta a sus sentimientos, así que el Señor llamó tanto a Jacobo como a Juan Hijos del Trueno.
Pero Juan se convirtió en el apóstol del amor. Era conocido por su dulzura, su afabilidad y bondad. También ha sido llamado "Virgen. Por lo que sabemos, no llegó a casarse nunca, ya que no ha quedado constancia de ello. Pero le llamaban "virgen sencillamente por la pureza de su vida. Se convirtió en un hombre caracterizado por su evidente devoción y amor por el Señor Jesús, de modo que durante toda su vida se destacó como el apóstol del amor.
Es Juan el que nos escribe a nosotros estas epístolas. Puede que sepa usted que esta primera epístola de Juan es posiblemente la última que se escribió en el Nuevo Testamento y es factible que la escribiese después del Evangelio de Juan. Por lo tanto, es quizás la última palabra que tenemos de los apóstoles. Procede, sin duda, de cerca de finales del primer siglo, tal vez del año 100 A.D., como nos dicen algunos eruditos. Fue escrita en la ciudad de Efeso, donde Juan pasó los últimos años de su vida.
Posiblemente fuese dirigida a los cristianos en esta ciudad de Efeso, que se enfrentaban, como lo hacemos nosotros, con peligros y dificultades causadas por vivir una vida en un mundo ateo y pagano, dedicado a la adoración del sexo y las costumbres licenciosas, amantes de la sabiduría humana (como lo eran los habitantes de todas aquellas ciudades griegas) y especialmente deseoso de exaltar al hombre y sus habilidades. Eso se parece bastante a nuestro mundo occidental ¿no es cierto? La Primera Epístola de Juan fue escrita, por lo tanto, a personas que se encontraban en esa clase de situación y, debido a ello, tiene mucho que decirnos a nosotros.
En uno de los comentarios acerca de Primera de Juan, el autor dice: "La Epístola a Juan es un desafío para resumirla. Durante muchos años hubiera estado de acuerdo con esa afirmación, pues consideraba que Juan era una especie de divagador. Sencillamente escribía y cambia con frecuencia de tema y no parecía haber ningún ritmo o razón en su epístola, pero al predicar sobre una serie de treinta y cinco mensajes sobre esta epístola, empecé a darme cuenta de su composición.
¡La principal preocupación de Juan es el verdadero cristianismo! Me imagino que incluso ya a finales del primer siglo, algo del desanimo, lo aburrido y la monotonía con la que en ocasiones se ha visto plagado el Cristianimo, ya habían hecho su aparición. La frescura, la vitalidad, la novedad, la emoción y lo dramático de la fe cristiana habían empezado a perder algo de su brillo y de su encanto.
Por lo tanto, Dios guía a Juan para que pida al pueblo que tenga en cuenta las cosas de vital importancia, lo que hacen que la vida sea algo real. Por lo que Juan se siente preocupado por una manifestación auténtica del cristianismo, que siempre se compone de los mismos tres elementos. La composición de esta primera epístola de Juan enfatiza esas tres cosas esenciales que hacen del cristianismo algo genuino y que son la verdad, la justicia y el amor. Por lo tanto, estas tres cualidades se convierten en las señales que enfatiza Juan como prueba ante cualquiera de que él o ella es una persona cristiana. La epístola nos ofrece una maravillosa vara de medir con la que podemos poner a prueba nuestra fe cristiana. ¿Cómo nos va? ¿Estamos a la altura que debiéramos estar? ¿Manifestamos la verdad, la justicia y el amor? Hay un preludio, acerca del cual hablaré en un momento, pero comenzando por el versículo 18 del capítulo dos, y que va hasta el capítulo cuatro, versículo 21, se enfatizan estas tres cualidades: la verdad, la justicia y el amor.
Pero antes de empezar con el tema, nos ofrece un preludio, que es realmente la clave en lo que se refiere a cómo manifestar en su vida la verdad, la justicia y el amor. Es la relación a la que Juan se refiere como comunión con Dios, unidad con él, una identificación de su vida con Jesucristo. Pero si no tiene usted eso, no puede producir ni justicia, ni verdad ni amor porque le resulta imposible.
Alguien ha dicho que es posible buscar en todos los escritos de Sócrates, de Aristóteles, de Platón, de Confucio y de Buda, así como otros importantes líderes mundiales del pensamiento ético y moral, para poder encontrar todo lo que está escrito en el Nuevo Testamento, exhortando al hombre sobre cómo comportarse. En otras palabras, si todo cuanto necesita usted es un buen consejo, no necesita usted la Biblia porque puede obtener muy buenos consejos de esas otras religiones, pero lo que no le dirán esos dirigentes es cómo conseguirlo. ¡El cómo! A eso es a lo que se refiere Juan.
¿Cómo se sigue ese buen consejo? Como ya sabe, la regla de oro no se encuentra solo en el Nuevo Testamento, sino que se halla una expresión de ella, aunque en su forma negativa, en todas las otras religiones. No haga usted a otros lo que no quiere que le hagan a usted. ¡Pero en Cristo hallamos el secreto de cómo conseguirlo! Es mediante la unidad con él, unidad con él, comunión con el Señor Jesús, él habitando en usted y usted en él, y Juan comienza hablando de eso.
Desde el principio mismo dice que tiene experiencia personal en ese sentido. "Yo le vi dice, "le sentí, le oí, le toqué. Era una persona real, no había nada de falso ni de engañoso en él. Encontré en la comunión de su vida, la posibilidad de empezar a amar, de andar conforme a la verdad, en obediente justicia a Dios. Ese es el fundamento y la clave de esta epístola, al comenzar con esta nota de comunión con Jesucristo.
Se dará usted cuenta de que a lo largo de toda esta epístola enfatiza el hecho de que Jesús apareció en la historia. Ese es el primer tema del que habla bajo el epígrafe de la verdad. La verdad sobre Jesús es que es Dios y es hombre. Es las dos cosas, el Dios eterno, unido a todas las grandes revelaciones del Antiguo Testamento, que destacan el ser y la personalidad de Dios, y es hombre, pues es de carne, vivió entre nosotros, fue hombre, sufrió y murió como tal. Todo ello con el propósito de que pudiésemos compartir su vida, su naturaleza divina. Esto era totalmente contrario a una filosofía que era corriente en los tiempos de Juan, a la que se llamaba "gnosticismo. Lo más parecido a ello en la actualidad es la Ciencia Cristiana, que es casi puro gnosticismo, que enseñaba que la materia es mala y el espíritu es bueno. Por lo tanto, el espíritu del hombre está encarcelado en un cuerpo malvado. El propósito de esta vida es enseñarnos a elevarnos, de algún modo, sobre el mal de nuestro cuerpo y liberar al espíritu del cuerpo material malvado, alcanzando de esta manera el nirvana o el cielo o como lo queramos llamar.
Además se dará usted cuenta de que eso sigue siendo aun algo que se acepta, de modo muy corriente, en muchos lugares y Juan escribe en contra de esa idea diciendo: "no sigáis esa filosofía porque Jesús ha venido en verdad. La verdad sobre Jesús es que vino como Dios, se hizo hombre, y todo aquel que no diga eso acerca de Jesucristo es un mentiroso.
El problema era que en aquel entonces había muchas personas que eran maravillosas, que daban la impresión de ser personas agradables, corteses, consideradas y educadas y cuyo propósito no era acabar con el Cristianismo, sino que lo que pretendían era mejorarlo. Por lo que sencillamente eliminaban algunas cosas y restaban importancia a otras cosas del Nuevo Testamento con respecto a Jesús al tiempo que enfatizaban otras que concordaban con lo que pretendían enseñar. De ese modo intentaban hacer que el Cristianismo fuese intelectualmente respetable.
Este proceso sigue igual actualmente, pero Juan dice que si cedemos a esto, si sucumbimos a esta clase de engaño, se encontrará usted con que le han engañado y con que no es usted cristiano. Estará usted siguiendo una mentira y se convertirá en víctima del timo y del engaño y los resultados son terribles.
En la segunda sección, el apóstol enfatiza la justicia. El cristianismo no se trata sencillamente de firmar una doctrina o credo, ni de firmar su nombre bajo una declaración de fe "Creemos en Dios Padre Todopoderoso, y en Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor, que sufrió bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado y al tercer día... etc. etc. No se trata de eso, es mucho más que la verdad, también es justicia. Significa que cambia su comportamiento. Lo que Juan enfatiza, como sucede con todos los escritores del Nuevo Testamento, es esto: "escuchad dice, "si realmente tenéis a Jesucristo viviendo en vosotros, no podéis seguir siendo la misma persona. No podéis seguir viviendo en pecado, haciendo cosas que están mal, mintiendo y robando, cometiendo inmoralidades sexuales, no puedes hacerlo.
Como verá, estos gnosticos decían: "escuchad, si el espíritu es bueno y la materia es mala y nuestros cuerpos son materia, lo único que cuenta es el espíritu. Lo que hagamos con nuestros cuerpos poco importa, no hace la menor diferencia. De modo que si queréis participar en las lujurias, adelante. No afectará vuestra postura ante Dios. Como resultado de ello, estaban convirtiendo (como dice Judas) la gracia de Dios en libertinaje. Estaban enseñando a la gente, a los cristianos, que podían poner en práctica todas las inmoralidades de su tiempo y Dios aún seguiría tratándoles exactamente igual, su relación con él no cambiará ni un ápice. Pero Juan dice:
"Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él y no puede seguir pecando porque ha nacido de Dios." (1ª Juan 3:9)
Estas dos posturas son incompatibles. No puede usted tener al Espíritu Santo morando en su interior y llevar al mismo tiempo una vida impía. Si lleva usted una vida impía y pretende ser cristiano, es usted un mentiroso, dice Juan y es brutalmente franco al respecto.
Pero hay una tercera cosa. Es fácil para los cristianos decir hoy: "Bueno, sí, eso es verdad. Tenemos que enseñar la verdad, obedecer la verdad y creer en la verdad acerca de Cristo y, como es natural, tenemos que dejar de hacer las cosas que hace el mundo. Hasta ahí llegan. ¿Ha escuchado usted a cristianos ponerse en pie y dar testimonio en este sentido? Ellos dicen: "Yo antes fumaba, bebía, bailaba e iba al cine, jugaba a las cartas, apostaba y hacía todas esas cosas terribles, pero ya no hago más ninguna de ellas. Creo en el Señor y he abandonado esas cosas. Dan la impresión de que eso debería conseguir que todo el mundo se hiciese cristiano, al ver que se ha producido un cambio tan espectacular en esa persona.
Sin embargo, lo que no tarda uno en descubrir es que las personas no se sienten ni mucho menos impresionadas por lo que ha dejado usted de hacer porque la verdad es que cualquier persona mundana puede dejar de hacer esas cosas si tiene un buen motivo para dejarlo y de hecho hay quien lo hace. Si esa es la base de su testimonio cristiano, no tiene usted nada más que decir de lo que tienen ellos. No, el mundo no se impresiona ni mucho menos por el hecho de haber dejado de hacer algo.
Pero lo que sí les impresiona es verle a usted hacer algo que ellos no son capaces de hacer. En eso consiste el amor. Por eso es por lo que Juan dice que la tercera señal del cristiano genuino es que comienza a amar y no precisamente a los que le quieren a él (cualquiera puede hacer eso, fue el comentario de Jesús), pero empezar a amar a aquellos que no le aman, tratando con amabilidad a aquellos que le tratan mal a usted, devolviendo bien por mal y orando por aquellos que le tratan a usted con rencor, dando la bienvenida y tratando con amabilidad a aquellas personas que están en contra de usted y que tratan de perjudicarle. Esa es la señal del amor ¿no es cierto?
Ya no trata usted a las personas necesitadas a su alrededor, con una cruel indiferencia, sino que reacciona usted frente a ellas y no las elimina usted de su vida. Juan dice: "si acude un hombre a su puerta y le dice: tengo hambre y no tengo nada que ponerme, y usted tiene lo que necesita esa persona, pero le dice: ya, está bien hermano. Oraremos por usted. Márchese y caliéntese, es ridículo decir que el amor de Dios está en usted, es absurdo. ¿Cómo puede usted decir eso? "Porque el que no ama a su hermano a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. (1ª Juan 4:20) ¿Ve usted lo práctico que es con respecto a estos asuntos?
De manera que enfatiza que la comunión con el Señor Jesús, esa unidad, día tras día, caminando con él, abriendo su corazón a la Palabra de Dios, permitiendo que su luz brille en usted, haciendo posible que el poder de Cristo le transforme, dará como resultado que se manifieste la verdad en la justicia de Jesús en su comportamiento personal y en su amor hacia sus hermanos, hacia sus semejantes, además de hacia los otros miembros de la iglesia de Dios.
Y el resultado final, así como la nota con la que concluye esta epístola, es la seguridad. Hay cosas que usted sabe con un conocimiento inquebrantable, que nadie puede destruir y que ningún argumento racional podrá echar por tierra. Usted sabe que lo que Dios le ha dicho es la verdad y que lo que ha revelado con respecto al mundo también lo es. Tiene usted una creciente seguridad que sirve de fundamento a su vida. Como leemos en la nota final de Juan:
"Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios no sigue pecando; mas bien, Aquel que fue engendrado de Dios le guarda y el maligno no le toca." (1ª Juan 5:18)
Eso es justicia. Juan nos dice que sabemos que le pertenecemos a Dios, la naturaleza misma y el ser de Dios, el Dios que es amor, y que el mundo entero está en poder del maligno y por eso es por lo que no pueden amar. Hablan sobre ello y lo desean, lo buscan, pero no lo pueden encontrar porque Dios es amor. Sabemos que somos nacidos de Dios y nos dice:
"No obstante, sabemos que el Hijo de Dios está presente y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero, y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo..." (1ª Juan 5:20)
¡Qué impresionante declaración para una época en que todo el mundo nos dice que usted no puede saber nada con seguridad, que nadie sabe nada con seguridad! Juan dice que nosotros sí, que nosotros sí lo sabemos porque nos ha sido dado entendimiento.
He aquí su palabra final, que es sumamente importante. Estoy convencido de que debería resonar a diario en nuestros oídos:
"Hijitos, guardaos de los ídolos." (1ª Juan 5:21)
¿Por qué? Bueno, porque el primer y grande mandamiento es: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. (Mat. 22:37) Ese es el propósito principal del hombre y la idolatría es amar alguna otra cosa como debemos de amar a Dios. ¿Qué es un ídolo? Es algo que sustituye a Dios. El Dios que nos creamos es el que hace que nos sintamos excitados, el que hace que ahorremos nuestro dinero, es aquel en quien lo gastamos, ese es su Dios.
Hijitos míos, habéis encontrado al Dios verdadero, así que manteneos alejados de estos ídolos secundarios, de estos dioses substitutos que exigen toda vuestra atención. Entregaos solo a Aquel que puede llenarles y concederles los deseos de su corazón. Esta es una palabra muy importante, ¿verdad? Es el que nos ayudará a pasar a salvo por todas las dificultades que encontremos en nuestro camino.
La segunda epístola de Juan es la única epístola del Nuevo Testamento que fue escrita a una mujer. Según deducimos por lo que la epístola misma dice, fue escrita a una madre que tenía varios hijos, posiblemente una viuda. Parece ser que ella le escribió al apóstol Juan para pedirle su opinión acerca de varios problemas que habían surgido.
Como es natural, en aquellos tiempos el Nuevo Testamento no estaba al alcance de las personas como lo está en la actualidad. Los dirigentes de las iglesias dependían de ciertos hombres, llamados profetas, que iban de un lugar a otro, predicando la verdad. Evidentemente algunos de estos hombres habían estado en la casa de esta mujer, probablemente en la ciudad de Efeso, y habían suscitado ciertas cuestiones doctrinales que a ella le producían inquietud. No sabiendo qué hacer exactamente, escribió al apóstol Juan y le pidió su consejo y esta epístola es su respuesta a muchas de las preguntas de esta mujer. Al leerla, veremos que también responde a muchas de las preguntas que nos hacemos en nuestros días, especialmente en lo que se refiere a cómo tratar a aquellas personas que enseñan cosas equivocadas.
Los seis primeros versículos nos presentan el problema y el enfoque que le da Juan al contestarlo:
"El anciano [que es como Juan se llama a sí mismo] a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en verdad, y no solo yo, sino también todos los que han conocido la verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros y que estará con nosotros para siempre: La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estará con nosotros en verdad y amor. Me alegré mucho al hallar de entre tus hijos quienes andan en la verdad, conforme al mandamiento que hemos recibido del Padre. Y ahora te ruego, señora, no como si te escribiera un nuevo mandamiento, sino el mismo que teníamos desde el principio: que nos amemos los unos a los otros. Y éste es el amor: que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento en que habéis de andar, como habéis oído desde el principio." (2ª Juan 1:1-6)
Aquí Juan está preparando el terreno para ofrecer una respuesta al problema que tenía esta mujer. Está uniendo dos cosas que es preciso tener en cuenta a la hora de enfrentarse con un problema de esta índole. En todo el texto usa dos palabras que destacan de las demás. ¿Qué palabras son estas? La primera de ellas es la verdad ¿no es así? Y el amor, la verdad y el amor. Fíjese de qué manera une estos dos conceptos en el tercer versículo:
"La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estará con nosotros en verdad y en amor."
Esto debiera ser característico de los cristianos. En la epístola de Pablo a los Efesios les dice lo mismo, que el cristiano debiera de aprender a decir la verdad con amor. (Efe. 4:15) Lo extraordinario de una vida cristiana es unir estos conceptos, que en ocasiones son opuestos, para mantener un equilibrio.
Ese es también nuestro problema. Muchos de nosotros enfatizamos uno de estos conceptos, a expensas del otro. Enfatizamos la verdad y nos centramos en los temas doctrinales, insistiendo en que se sigan fielmente las Escrituras, pero a expensas del amor. Cuando hacemos esto, estamos siendo rígidos, fríos y juzgando a los demás, incluso siendo hasta crueles en la manera en que decimos las cosas. Aunque lo que digamos sea exacto, estamos intentando defender la verdad de Dios a expensas del amor.
Por otro lado, estamos aquellos que cometemos la equivocación de enfatizar el amor a expensas de la verdad. En ese caso, sentimos que deberíamos de aceptarlo todo y a todo el mundo, siendo tolerantes en todos los sentidos. Este segundo grupo me recuerda la historia que acostumbraba a contar el Dr. H.A. Ironside acerca de un hombre que fue a la iglesia, y al salir ese domingo por la mañana le dio la mano al pastor y le dijo: "Pastor, quiero decirle la gran bendición que ha sido usted para mi desde que es usted pastor de esta iglesia. Cuando empecé a venir, no tenía en cuenta a nadie, ni a Dios, ni al hombre ni al demonio, pero desde que he empezado a venir, he aprendido a amar a los tres.
El problema consiste en saber encontrar el equilibrio entre la verdad y el amor y es lo que hallamos, de manera tan maravillosa en el Señor Jesús, que caminaba conforme a la verdad y en amor. Era capaz de tratar con ternura al pecador más libertino y al desechado por la sociedad que acudía a él. Pero con una dura palabra, era capaz de reprender implacablemente al fariseo, hasta que éste se ponía rojo de vergüenza, al ponerse de manifiesto todo lo corrompido de la vida interior de ese hombre. Jesús decía la verdad y trataba a las personas con amor, pero mantenía ambos en un perfecto equilibrio.
Juan dice: "al enfrentarse con un problema de error doctrinal, es preciso enfatizar al mismo tiempo la verdad y el amor. Muchas personas que leen esta epístola pasan por alto estas palabras del principio, por lo que se pierden lo sensato del equilibrio que impregna epístola.
En la próxima sección, encontramos la respuesta a la pregunta echa por esta mujer:
"Porque muchos engañadores han salido al mundo, quienes no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Tal persona es el engañador y el anticristo. Mirad por vosotros mismos para que no perdáis las cosas en que hemos trabajado, sino que recibáis abundante recompensa. Todo el que se extravía y no permanece en la doctrina de Cristo no tiene a Dios. El que permanece en la doctrina, éste tiene al Padre y también al Hijo. Si alguien va a vosotros y no lleva esta doctrina, no le recibáis en casa, ni le digáis: "¡Bienvenido! Porque el que le da la bienvenida participa en sus malas obras." (2ª Juan 7-11)
Lo primero que hay que hacer es reconocer la naturaleza del error. Aquí se dicen dos cosas que describen las clases fundamentales de perversiones cristianas. Solamente hay dos y todos los errores cristianos y herejías giran alrededor de una de estas dos.
Para comenzar, hay aquellos que están engañados acerca de la persona del Señor Jesús. Existe una señal en relación con el verdadero Redentor y Salvador, es el que vino de Dios al mundo y se hizo hombre y, por lo tanto, la encarnación es una doctrina esencial de la fe cristiana. Si puede usted volver al origen del nacimiento de una persona y sabe usted que vino a formar parte de la cadena humana por medio de las facultades normales de reproducción y afirma ser el salvador, puede usted darle por perdido porque no es el salvador de Dios y si afirma no creer o aceptar esta encarnación del Señor Jesús, el hombre está equivocado. Diga lo que diga posteriormente, no habla como portavoz de Dios.
En todas las epístolas del Nuevo Testamento, los poderosos apóstoles de nuestro Señor conceden a la encarnación, la Palabra hecha carne, el lugar de mayor importancia en la teología cristiana. El resto gira alrededor de este hecho, de la persona del Señor Jesús. Juan dice que si el hombre no lo admite, poco importa lo que pueda decir porque no será otra cosa que un engañador. Ahora bien, puede ser una persona que se deje engañar además de ser engañadora, pero es un anticristo porque está en contra de la doctrina de Jesús. Por lo tanto, debe ser reconocido como lo que es, un hombre que está equivocado y que está intentando engañar a otros.
Sin embargo, hay otra clase de error, que gira en torno al hecho de haber malentendido o de tener una concepción falsa acerca de la enseñanza del Señor Jesús:
"Todo el que se extravía [literalmente que va más allá] y no permanece en la doctrina [o la enseñanza] de Cristo no tiene a Dios." (v. 9)
Eso es de lo más revelador. Eso incluye a todos los grupos que afirman que la Biblia no es una revelación adecuada de Dios y que dicen que necesitamos algo más y una persona así puede ser de lo más persuasiva y sincera. Puede que sea una gran personalidad, pero esta es la prueba: si no permanece en la doctrina de Cristo, entonces no procede de Dios.
Son muchas las personas que actualmente se empeñan en decir que las enseñanzas de las Escrituras son infantiles. El hombre moderno ha sobrepasado todo esto y ya no puede aceptar estas enseñanzas sencillas de la Biblia. La mente de nuestro tiempo debe hallar satisfacción por medio de enfoques más científicos y no puede depender de estas cosas tan sencillas. ¿Se da usted cuenta de que ese es otro ejemplo de aquello a lo que Juan se está refiriendo en este libro? Es alguien que va más allá, que se aparta de la revelación de Jesús, considerándola demasiado simplista e intentando añadir algo a las enseñanzas de la Palabra de Dios.
Esas son las dos clases de errores, pero dese usted cuenta en qué depende el peligro. ¿Qué le sucederá a usted si se deja llevar por esta clase de cosas?
"Mirad por vosotros mismos para que no perdáis las cosas en que hemos trabajado, sino que recibáis abundante recompensa. (v. 8) ¿Qué es lo que pierde usted, como cristiano, si se ve involucrado en sectas, herejías y los enfoques liberales que están tan extendidos? ¿Perderá usted su salvación? No si ha nacido usted auténticamente de nuevo, como es natural porque eso depende de la obra que ha hecho Cristo en usted. No va usted a perder su lugar en el cielo, ni su redención, ni su parte en el cuerpo de Cristo, pero sí habrá mucho que perderá, como deja muy claro Juan. Pierde usted el valor de la vida que ha disfrutado aquí y desperdicia usted su tiempo. Tira usted por la borda momentos preciosos y años participando en cosas que carecen de todo valor y que se manifestarán al final convirtiéndose solo en madera, paja y rastrojo, que serán consumidas por el fuego de la mirada escrutadora de Dios y perderá usted su recompensa.
Esto es algo que se pone de manifiesto a lo largo de todo el Nuevo Testamento. En el libro de Apocalipsis, el apóstol Juan dice algo muy parecido: "Retén lo que tienes para que nadie tome tu corona. (Apoc. 3:11) Estas coronas son símbolos de autoridad y de honor que se conceden a aquellos que han estado a disposición de Dios para llevar a cabo su obra, a aquellos que han entregado sus cuerpos como sacrificio vivo para que Dios obrase por medio de ellos.
Si forma usted parte en algo que se basa en la falsa enseñanza, todos sus esfuerzos habrán sido en vano. No está usted construyendo nada, más que una impresionante fachada y aunque de la impresión de tener muy buen aspecto, al final se derrumbará y no tendrá aceptación alguna por parte de Dios.
¿Qué se hace con las personas así?
"Si alguien va a vosotros y no lleva esta doctrina, no le recibáis en casa, ni le digáis ¡Bienvenido!, Porque el que le da la bienvenida participa de sus malas obras." (v. 10-11)
Al leer esto, no olvidemos lo que ha dicho Juan acerca de la verdad y el amor, pues nos resulta muy fácil a aquellos de nosotros que nos interesamos por los asuntos doctrinales de las Escrituras olvidar la cortesía y el amor que se espera de todo cristiano. Un pasaje así lo interpretamos como si quisiese decir que debemos de darle con la puerta en las narices a cualquiera que nos presente alguna idea hereje o que tenemos que ordenarles que se marchen de la casa el momento en que nos vengan con enseñanzas herejes. Si fuese así, efectivamente, nos resultaría incluso imposible tener en nuestra casa a estudiantes extranjeros. Si es esto lo que quiere decir Juan, el momento en que descubramos que una persona no es cristiana no debemos permitirle que entre en nuestra casa. Seríamos personas que ofenderíamos constantemente a los demás ¿no es cierto? Nunca ofreceríamos nuestra amistad a personas de otra religión, que puede que estén en nuestro país de visita. Estaríamos actuando en defensa de la verdad, pero no manifestando nada acerca de la gracia del amor. Entonces, ¿qué es lo que quiere decir exactamente?
Lo que quiere decir es que la verdad debe de exponerse con amor y el amor debe de rodearse de la verdad. En otras palabras, no debemos de recibir a estas personas dando a entender que concedemos autenticidad o aceptamos su enseñanza. Como usted sabe, en aquellos días no existían los moteles y las posadas eran pocas y estaban unas lejos de otras. Cuando estos maestros viajaban se hospedaban en las casas privadas, de modo que cuando entraban en una casa con una falsa enseñanza, si la persona continuaba recibiéndoles, lo que estaría haciendo realmente sería aprobando su doctrina.
Sin embargo, esto no elimina la necesidad de la educación habitual o de que le demos un enfoque correcto a nuestro trato con la persona o hacer frente a unas necesidades de emergencia. Después de todo, la parábola del Buen Samaritano deja muy claro que si alguien está necesitado, poco importa quién sea esa persona, debemos de ayudarla. Siempre y cuando dejemos perfectamente claro que le estamos tratando con educación, con consideración y amabilidad, como ser humano, pero que de ningún modo apoyamos sus ideas equivocadas, es perfectamente aceptable que tengamos alguna clase de contacto con esa persona e incluso hasta una cierta amistad, pero sin participar nunca en su obra malvada y esa es la idea que nos expone Juan.
Fíjese cómo subraya la importancia de estos últimos versículos en los que Juan le dice:
"Aunque tengo muchas cosas que escribiros, no he querido comunicarlas por medio de papel y tinta. Mas bien, espero estar con vosotros y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea cumplido." (v. 12)
En aquellos días resultaba difícil escribir cartas. El correo era inseguro y me imagino que al apóstol Juan, como nos pasa a la mayoría de nosotros, le costaría trabajo sentarse a escribir cartas. De modo que dice: "no voy a decir más...PERO , y ese es el motivo por el que escribe la epístola, este tema es tan importante, que me he tomado el tiempo para escribir de todos modos. Hay muchas otras cosas sobre las que me gustaría discutir, pero no podía esperar para deciros estas cosas.
A continuación envía saludos de la familia cristiana con la que evidentemente se aloja y de ese modo enfatiza la necesidad en la vida cristiana tanto de la verdad como del amor.
Pidamos al Señor en oración que seamos capaces de hablar y tratar a los demás de tal manera que se ponga de manifiesto nuestra amabilidad y la bondad de Cristo. Pablo dice que si se pilla a un hermano cometiendo una falta o si alguien se ha apartado de la verdad, el siervo del Señor no debe de discutir, sino ser bondadoso y comprensivo. Por lo tanto, esto no es para animar a que nos mostremos inflexibles, ni ser estrechos de mente ni intolerantes, diciendo cosas odiosas ni denigrantes.
¿Recuerda usted esa cancioncilla que cantábamos cuando eramos pequeños sobre el perrito de peluche y el gato de algodón? No recuerdo exactamente cómo era, pero sí recuerdo cómo terminaba. Se comieron el uno al otro y me temo que eso es lo que puede pasarle a algunos de estos grupos, supuestamente llamados, cristianos, en cuanto al enfoque que tienen los unos sobre los otros. Pero no seamos así, inflexibles, juzgando a los demás y crueles, porque lo que necesitamos es mostrar amor.
Pero nuestro amor cristiano no debe ser tampoco tan manga ancha, tan tolerante, que excluya algo tan importante como el hecho de que Jesucristo es el único camino a Dios. No ha venido ningún otro y ningún otro Salvador ha sido enviado. Solo él es la respuesta ante la desesperación de la humanidad.
3a de Juan
La tercera epístola de Juan nos ofrece una panorámica de la vida en la iglesia primitiva, acompañando de forma maravillosa a la segunda epístola, que fue dirigida a una mujer cristiana acerca de cómo enfrentarse con los falsos maestros que existían en aquellos días.
La tercera epístola de Juan fue escrita a un hombre cristiano acerca de cómo debía atender a los verdaderos maestros que viajaban de un sitio a otro proclamando la palabra de Dios. Por lo tanto, hallamos tanto un contraste como cierta semejanza entre estas dos epístola de puño y letra de Juan.
Esta tercera epístola nos muestra algo acerca del problema causado por las diversas personalidades dentro de la iglesia y en ella se mencionan a tres personas. Hay un hombre, llamado Gayo, al cual va dirigida esta epístola. Hay un segundo hombre, llamado Diótrefes y un tercero llamado Demetrio. Estos tres hombres son como tres clases diferentes de cristianos que se encuentran en la iglesia durante cualquier época. Al igual que sucede con todas las epístolas del Nuevo Testamento, esta es una epístola muy actualizada y sumamente importante. Para comenzar, tenemos a un hombre llamado Gayo. Puede que éste sea uno de los tres Gayo que se mencionan en otros lugares del Nuevo Testamento, aunque Gayo era un nombre muy corriente en los tiempos novotestamentarios, como lo es Juan. Sea como fuere, es evidente que Juan le conocía y le dirige esta carta en tono cálido y amistoso. A juzgar por lo que leemos, llegamos a la conclusión de que Gayo era un hombre afable, cordial y generoso. Es importante fijarse en tres cosas que Juan dice acerca de él. En primer lugar, era un hombre que tenía un alma fuerte y eso es lo que hizo que Juan sintiese un profundo aprecio por él.
"Mi oración es que seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma." (3ª Juan 2)
Aunque en otras versiones la manera de expresarlo sea un poco diferente, estas son las palabras que hallamos en la Reina Valera Actualizada, que es una interpretación más exacta.
Creo que esas son palabras maravillosas para decírselas a una persona ¿no es así? "Ojalá que seas igualmente fuerte en cuerpo como lo eres en el espíritu. Sería interesante aplicar esta prueba a las personas actualmente. Si su aspecto físico fuese un reflejo de su estado espiritual, ¿qué aspecto tendría usted? ¿Sería usted una persona robusta, fuerte y viril? ¿O sería usted un debilucho y decrépito, que a penas si se puede mover? Gayo era la clase de persona acerca del cual podía decir el apóstol Juan: "ojalá tu vida física fuese tan fuerte como tu vida espiritual.
Además era consistente en sus acciones:
"Pues me gocé mucho cuando venían hermanos y daban testimonio de tu verdad, es decir, de cómo andas en la verdad." (v. 3)
Su vida era un testimonio de la verdad y lo que impresionó a Juan no fue el hecho de que conociese la verdad, sino de que la siguiese y la viviese. Tenía una vida consistente, porque no predicaba una cosa y luego hacía otra, sino que andaba en la verdad y, finalmente, era generoso en cuanto a su manera de vivir:
"Amado, fielmente procedes en todo lo que haces a favor de los hermanos, y más aún cuando son forasteros. En presencia de la iglesia, ellos han dado testimonio de tu amor. Si los encaminas como es digno de Dios, harás bien." (vs. 5, 6)
Una de las señales de que una persona ha sido realmente tocada por Dios es el hecho de que se muestra generosa con su dinero. Da con generosidad, con buena actitud y con gozo, tal y como le gusta a Dios. Y este hombre es fiel (leal) a la hora de dar, lo cual quiere decir que da de manera continuada y sistemática. No da solo cuando se deja llevar por sus emociones y cumple, continuando fielmente con la obra que ha prometido realizar.
Lo que también está claro es que daba con gozo, porque Juan dice "como es digno de Dios o como beneficia a su obra. Dios no quiere que nosotros demos porque nos sintamos obligados o porque alguien está recogiendo una ofrenda especial. O porque sintamos que si no lo hacemos, otros cristianos nos miraran con desprecio y Gayo da porque se deleita en hacerlo.
En un momento volveremos a los versículos siete y ocho, pero primero veamos quién era este hombre llamado Diótrefes:
"He escrito a la iglesia; pero Diótrefes, quien ambiciona ser el primero entre ellos, no nos admite. Por esta causa, si voy allá, haré recordar las obras que hace y cómo nos denigra con palabras maliciosas. No satisfecho con esto, él mismo no admite a los hermanos; además, impide a los que los quieren recibir y los expulsa de la iglesia. Amado, no imites lo que es malo, sino lo que es bueno. El que hace lo bueno procede de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios." (3ª Juan 9-11)
Este es el primer ejemplo en la iglesia novotestamentaria de un jefe en la iglesia, alguien que intenta dirigir la iglesia. Puede haberse tratado de un anciano o de un diácono o tal vez de un pastor, es difícil saberlo, pero se trata sin duda de alguien que consideraba su labor como el responsable de decir a todo el mundo en la iglesia lo que debía de hacer. Parece ser que en la iglesia primitiva tenían alguna clase de lista de los miembros y si a Diótrefes había una persona que no le agradaba, borraba su nombre de la lista y la echaba de la iglesia y Juan está totalmente en contra de eso, dando claramente a entender que Diótrefes era culpable de cuatro actitudes y acciones particularmente equivocadas. Para empezar, Juan dice que era culpable de denigrar al apóstol "denigrando [predicando] en contra mía con palabras maliciosas y negando la autoridad del apóstol Juan.
Sabemos, basándonos en lo que dicen otras epístolas, que los apóstoles desempeñaban un papel único en la historia de la iglesia. Debían de poner los fundamentos de la iglesia y les había sido concedida la autoridad necesaria para resolver los temas concernientes a la iglesia y es precisamente esta palabra apostólica la que nos transmite el Nuevo Testamento y por eso es por lo que tiene tal autoridad para los cristianos. Así que tenemos aquí el caso de un hombre que no solo hacía caso omiso de la autoridad del apóstol Juan, sino que además hablaba en su contra, diciendo cosas calumniosas y maliciosas contra el apóstol.
Es más, dice que Diótrefes se niega a recibir a los hermanos que iban cuando los ministros que viajaban de un lugar a otro, hablando la verdad de Dios, iban a la congregación y no quería tener nada que ver con ellos, echándoles y negándose a permitir que hablasen en la iglesia.
Una tercera cosa es que echaba de la iglesia a aquellos que hubiesen recibido en sus casas a estos hombres. Se complace en lo que podríamos llamar actualmente "la separación secundaria. No solo estaba en contra de los hombres que venían, sino en contra de aquellos que estaban dispuestos a recibirles y esa ha sido una de las maldiciones de la iglesia desde entonces. Por causa de esta tendencia a negar la amistad cristiana a alguien que le cae bien una persona que no le cae bien a usted, se han producido en la iglesia extensas disensiones, perjudicando y haciendo un daño que ya no se puede deshacer en modo alguno.
Pero de esas tres ofensas, ninguna de ellas era tan grave como aquella a la que Juan le concede el primer lugar. El problema más grave que tenía Diótefres era que el se ponía el primero. Le encantaba ser el primero, que delata a todas luces que estaba actuando conforme a la carne, el yo primero. Yo primero y que el demonio se quede el postrero. Al actuar de ese modo, estaba privando al Señor de su derecho a ocupar el primer lugar, pues es él quien tiene derecho a la preeminencia. El debiera ocupar el primer lugar, pero en este caso el hombre se coloca el primero y eso es algo realmente muy grave.
Por desgracia, actualmente hay en las iglesias demasiados hombres como Diótrefes y siempre se caracterizan por esta actitud, queriendo ser los primeros y deseando parte de la gloria. Privan a Dios de su herencia, robando lo que solo le pertenece al Todopoderoso. Recuerdo haber leído hace algunos años que el Dr. H.E. Robertson, un destacado dirigente entre los Bautistas del Sur y un gran erudito en el griego, escribió en cierta ocasión un artículo sobre Diótrefes en una revista de su denominación. Algún tiempo después el editor informó que le habían escrito veinticinco diáconos para anular sus suscripciones, sintiéndose personalmente atacados.
Veamos ahora cuál es el consejo de Juan con respecto a esta situación, pero dese cuenta de que lo que no hace es aconsejar a Gayo que cree una división en la iglesia, sino que dice:
"Amado, no imites lo que es malo, sino lo que es bueno. El que hace lo bueno procede de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios." (v. 11)
En otras palabras, no sigas a estos hombres que lo que quieren es la preeminencia. Si te encuentran con alguien que está siempre con intrigas a fin de ocupar un puesto en las relaciones cristianas, deseando estar siempre a la vista de los demás, no le sigas porque está siguiendo su propio camino y no el de Dios.
Finalmente se menciona aquí a un tercer hombre, Demetrios, y todo lo que sabemos acerca de él es lo que nos dice Juan:
"Se ha dado buen testimonio acerca de Demetrio de parte de todos y aún por la misma verdad. También nosotros damos testimonio, y sabiendo que nuestro testimonio es veraz." (v. 12)
En este caso habla como un apóstol que posee el don del discernimiento. En este caso dice: "Quiero enfatizar lo que todo el mundo opina acerca de Demetrio. Es un hombre en el que se puede confiar, un hombre que anda conforme a la verdad y que ha dado testimonio en todo lo que es, dejando bien claro que se puede confiar en él. Es evidente que Demetrio fue el que le llevó esta epístola a Gayo, y probablemente fuese uno de esos misioneros que viajaba de un lugar a otro. He reservado los versículos siete y ocho hasta ahora para comentar acerca de Demetrio, debido a que describen a la clase de hombre del cual él era una muestra:
"Porque partieron por amor del Nombre, sin tomar nada de los gentiles. Por lo tanto, nosotros debemos sostener a los tales, para que seamos colaboradores en la verdad." (v. 7, 8)
Estas palabras describen al primer grupo de misioneros viajeros, que al trasladarse de un lugar a otro disfrutaban de la hospitalidad de las diferentes iglesias. Realizaban la labor de evangelistas en esa región, llegando a lugares en los que la iglesia aun no había estado, recibiendo el sustento y siendo fortalecidos por las diversas iglesias.
El apóstol Juan dice tres cosas acerca de ellos. Lo primero que dice es que han partido, dejando cosas tras de sí. Habían sacrificado sus ingresos y su trabajo, marchándose con el propósito de obedecer a un llamamiento mucho más elevado. No todo el mundo se marchaba y eso es tan cierto en el caso de la iglesia primitiva como lo sigue siendo en la actualidad, pero había otros a los que el Espíritu Santo les decía: "Ven, te he llamado para que realices una labor especial. El motivo también se explica aquí: "partieron por amor del Nombre...el nombre de Jesús.
Durante los tiempos del Antiguo Testamento, los judíos trataban el nombre de Dios de una manera muy especial. Al nombre de Dios, Jehová, que aparece por todo el Antiguo Testamento, se le llamaba el Inefable Tetragramatón. La palabra "Tetragramatón significa cuatro letras e inefable quiere decir que no se puede pronunciar o transmitir. De manera que cuando se encontraban con estos cuatro caracteres hebreos, que representan el nombre de Dios, no se atrevían a pronunciarlos, debido a que era un nombre tan santo. Incluso cuando el escriba lo escribía, cambiaba de pluma y escribía con otra, además llegaban incluso a cambiarse de ropa antes de escribir el nombre sagrado, por la reverencia con la que consideraban el nombre de Dios. En el conocido pasaje de Deuteronomio: "Escucha Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. (Deut. 6:4) el nombre aparece dos veces, lo cual requería el que se cambiasen dos veces de ropa y cuatro de pluma para poder escribir.
En el Nuevo Testamento, sin embargo, el nombre que se usa es Jesús. El apóstol Pablo dice:
"Por lo cual también Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese para gloria de Dios Padre que Jesucristo es el Señor." (Fil. 2:9-11)
El amor por el nombre era el motivo fundamental de la obra misionera durante el primer siglo y ese debiera ser el motivo que sirva de fundamento a los misioneros actuales. No es la necesidad de las gentes lo que nos llama a acudir a los diferentes lugares de la tierra para predicar el evangelio. La necesidad es abundante por doquiera porque toda persona que no tiene a Cristo está necesitada y en ocasiones los casos más patéticos no son los de aquellas personas que tienen necesidades físicas, sino las que lo tienen todo, desde el punto de vista material, pero que se sienten desgraciados en el fondo de su espíritu.
Recuerdo cuando John R.W. Scott, hablando en una conferencia, dijo que era principalmente el celo por el nombre de Dios, la convicción de que no se le debiera negar lo que le pertenece por derecho propio, lo que debiera ser el motivo primordial de los misioneros, el hecho de que el Señor Jesús haya muerto por los pecados de los hombres de todo lugar y que anhela que vengan de toda tribu, lengua y nación, para formar un pueblo en su nombre.
Pero veamos la parte que debe representar el pueblo que se queda en su propia nación:
"Por lo tanto, nosotros debemos sostener a los tales, para que seamos colaboradores en la verdad." (v. 8)
¿No sería maravilloso que al llegar a la gloria, Dios escribiese "SCV después de su nombre, además de cualquier otro título que pueda usted tener, es decir "Socio Colaborador en la Verdad. ¡Qué gran título!
Al llegar a este punto, Juan finaliza esta epístola con unas palabras personales:
"Tenía muchas cosas que escribir, pero no quiero hacerlo por medio de tinta y pluma. Mas bien, espero verte dentro de poco y hablaremos cara a cara. La paz sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos, a cada uno por nombre." (v. 13-15)
¡Qué epístola tan íntima! Da la impresión de proceder no solo de Juan, sino del mismo Señor. A mi me gusta leer esta epístola como si fuese un reflejo de lo que el Señor Jesús le está diciendo a su propia iglesia. Lo que realmente nos está diciendo es: "Hay mucho acerca de lo que escribiros. Aquí ha escrito un libro entero y tiene mucho más que decirnos, pero dice: "No quiero hacerlo por medio de tinta y pluma. Mas bien espero verte dentro de poco y hablaremos cara a cara.
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