Medita en esto:
Antes de Orar…PERDONA
Antes de Hablar…ESCUCHA
Antes de Escribir…PIENSA
Antes de Gastar…GANA
Antes de Criticar…ESPERA
Antes de Rendirte…PRUEBA
Tus PALABRAS, tus SUEÑOS, y tus PENSAMIENTOS tienen el poder de crear condiciones en tu vida.
De lo que hables, lo obtendrás.
Si sigues diciendo que no soportas tu trabajo, puedes perderlo.
Si sigues diciendo que no soportas tu cuerpo, tu cuerpo puede enfermarse.
Si sigues diciendo que no aguantas tu carro, tu carro puede ser robado o descomponerse.
Si sigues diciendo que estás quebrado, sabes qué? Siempre estarás quebrado.
Si sigues diciendo que no puedes confiar en hombres o mujeres, siempre encontrarás alguien en tu vida que te lastimará o te traicionará.
Si sigues diciendo que no encuentras trabajo, seguirás desempleado.
Si sigues diciendo que no puedes encontrar alguien a quien amar o crea en ti, tus pensamientos atraerán mas experiencias confirmando tus creencias.
Haz tus pensamientos y tus conversaciones más positivos y guárdalas con fe, esperanza, amor y acción.
No tengas miedo de creer que puedes tener lo que tú quieres y mereces.
Observa tus 'Pensamientos,' Se convertirán en palabras.
Observa tus 'Palabras', Se convertirán en acciones.
Observa tus 'Acciones', Se convertirán en hábitos.
Observa tus 'Hábitos', Se convertirán en carácter.
Observa tu 'Carácter', Se convertirá en tu 'Destino'
Objetivo de aprendizaje:
Que podamos entender el poder que Dios ha depositado en nuestra lengua, a fin de ser constructivos y no destructivos.
Mateo 16:13-20
13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
20 Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.
Introducción
Cuando nos ponemos a pensar en el poder que se encierra en nuestras palabras entendemos el porqué una de las grandes búsquedas de la humanidad hayan sido las palabras de poder, las palabras mágicas que abren todas las puertas, así desde el muy conocido “ábrete sésamo” hasta las palabras como “abracadabra” y un sin número de locuciones con supuestos poderes mágicos, pasando por los conjuros y amuletos, pasando por la caterva de magos y hechiceros y demás personas que se han salido del recto camino de Dios para entrar en los oscuros y sórdidos caminos de la hechicería y la magia, y aquí no importa que se refieran a la pretendida magia blanca o magia negra que cualquier tipo de magia es abominación a Dios, todos han buscado palabras de poder.
Entonces diremos ¿qué no hay palabras de poder?, y responderemos, claro que sí hay palabras de poder, pero no palabras mágicas quizás lo más apropiado sea hablar no de palabras de poder, sino del poder de la palabra, la sabiduría de la Biblia nos dice en Proverbios 18: 21 “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que ama comerá de sus frutos”, que gran verdad es esta y por supuesto esto no es magia, es la Palabra de Dios expresada por el rey Salomón cuando escribió los proverbios.
I. El poder la palabra
Las palabras controlan nuestros sentimientos, de hecho al verbalizar nuestros pensamientos, en palabras estamos modificando nuestros sentimientos, de manera positiva o negativa, conociendo esto debemos utilizar nuestras palabras para crear y no para destruir;
Si como cristianos renacidos de nuevo, hechos a la imagen y semejanza espiritual de Dios mismo, utilicemos este espíritu para crear con nuestras palabras, recordemos como hizo Dios el mundo y todo lo conocido, lo hizo con el poder de su palabra, como se puede leer en los primeros versículos de Génesis:1:3 se lee Dios dice hágase la luz y la luz fue hecha, se creo de la nada con el poder de su palabra.
¿Como puede esto influir en nuestro diario caminar cristiano?
Yo digo que mucho, pues si aprendemos que las palabras tienen el poder de nuestra confesión, seriamos extraordinariamente cuidadosos en lo que proferimos, recordemos Proverbios 10: 19 “En las muchas palabras no falta pecado, mas el que refrena sus labios es prudente”.
Es muy fácil de entender y decir este proverbio, pero de que difícil aplicación, efectivamente todos lo entendemos ¿pero todos lo aplicamos?, recordemos la severa amonestación que a los fariseos le hace Nuestro Señor Jesucristo, en Mateo 12: 34 “¡Generación de víboras¡ ¿cómo podéis hacer lo bueno siendo malos?. Porque de la abundancia del corazón habla la boca”
No caigamos en esta terrible amonestación, recordemos que en Mateo 12: 35 – 36, se nos dice “El hombre bueno, del tesoro de su corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca malas cosas” y Jesús nos sigue diciendo “mas yo os digo que de toda palabra ociosa, que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio”, entendiendo por palabra ociosa, la palabra que es inútil, sin fruto ni provecho, inoperante o de perdida de tiempo.
Con esto podemos ver que las personas que hablan mucho tienden a hablar, maldad, vanidad o tonterías, y aquí la maldad puede ser simple y llanamente.
El hablar pesimismo, derrota, cosas negativas y quejas tanto de las personas como de las circunstancias, hablar estas cosas no es hablar en línea con lo que Dios desea que hablemos, recordemos el Salmo 34:13-14 “Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño, apártate del mal, y haz el bien, busca la paz y síguela”, a mi entender la vanidad, es hablar demasiado de nosotros mismos, enaltecer nuestras acciones y nuestras propias experiencias, sin escuchar a los demás, de hecho el vanidoso no se interesa por los demás, recordemos como el rey Salomón le pide a Jehová, “vanidad y palabra mentirosa aparta de mi; no me des pobreza ni riquezas, mantenme del pan necesario, no sea que me sacie y te niegue, y diga ¿quién es Jehová?, o que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios” Proverbios 30: 8 al 10.
Ya el apóstol Pablo nos recrimina en Efesios 4: 17 al 19 de no hablar tonterías que no regresemos a ser como los gentiles, que andan en la vanidad de su mente, y nos sigue diciendo en Efesios 5: 4 que no hablemos con palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias.
En esta amonestación están a mi entender incluidas las bromas pesadas, que tan proclives somos para hacer a nuestros amigos, conocidos y compañeros, los chistes y burlas acerca del comportamiento de los otros, yo no digo que no tengamos sentido del humor, si debemos de tener un buen sentido del humor, pero este no incluye burlarnos de los demás por sus acciones, su comportamiento o por sus defectos, antes de hacer un chiste hagámonos la sencilla pregunta ¿Jesús se reiría de mi chiste o no lo haría? Y esto no es descabellado de decir, ya que como cristianos andamos con Jesús, o al menos deberíamos de tratar de andar con Él.
Por nuestra fe entendemos que el universo entero se hizo de la palabra de Dios, y en Hebreos 11:3 se nos confirma al decir “Por la fe entendemos haber sido hecho el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”, y lo que no se veía era precisamente la palabra de Dios.
Con todo esto yo enfatizo que nuestras palabras tienen poder, ya sea para crear, ya sea para destruir, seamos sensibles a la voz de Dios y utilicemos nuestras palabras para crear, no hay punto intermedio con nuestras palabras ministramos para vida o ministramos para destrucción y muerte. Recordemos lo que dice Marcos 11:23 “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte; quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”
II. Se nos ha dado las llaves del reino
¿Qué queremos decir con la expresión “las llaves del reino”?
El poder del que aquí se habla es el de las llaves. Esta expresión se toma de las Escrituras. Mateo 16:19. Aquí se habla de las llaves del reino de los cielos. Es una expresión figurada. El reino de los cielos, el reino de Dios, se retrata bajo la imagen de una casa o un templo, que se puede abrir o cerrar. El que tiene el poder sobre las llaves de una casa tiene el poder y derecho de abrir y cerrar la casa. Del mismo modo el que tiene este poder de las llaves tiene el poder y el derecho de abrir y cerrar los cielos.
El tener las llaves, por lo tanto, es un maravilloso privilegio, que da un gran poder, la autoridad de abrir y cerrar el cielo.
Además preguntamos: ¿quién tiene el oficio de las llaves? ¿Quién tiene este poder para abrir y cerrar el cielo?
Jesucristo ha dado a su iglesia este poder. Cristo es quien dio este poder. Pero si él lo dio, tiene que pertenecerle a él primero. Cristo originalmente es el que tiene el poder. Él es verdadero Dios, y como tal es el Rey en este reino. Él es quien en primer lugar tiene poder y autoridad para abrir y cerrar el cielo. Nosotros los humanos somos todos pecadores, de modo que nos hemos excluido a nosotros mismos del reino de los cielos. Pero Cristo, por medio de su vida, sufrimiento y muerte, ha ganado para nosotros otra vez la justicia, la vida y la salvación, o sea, el cielo. Porque es nuestro Redentor, él tiene autoridad y poder sobre su reino celestial.
Pero Cristo ha dado este poder. No es que no quiere ejercerlo él mismo. Sino que así como un rey pone a sus siervos como administradores sobre sus tesoros, también lo hace Cristo. —
¿Y a quién se lo dio? “A su iglesia en la tierra.”
La iglesia de Dios en la tierra tiene el poder y la autoridad de usar las llaves del reino de los cielos en el nombre de Cristo, de abrir y cerrar el cielo. La iglesia de Dios en la tierra comprende los cristianos creyentes. 1 Pedro 2:9.
Ellos tienen el poder aquí en la tierra para abrir y cerrar el cielo. En Mateo 16:19 el Señor dio las llaves del reino de los cielos a Pedro. Antes Pedro había confesado que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. El que confiesa esta fe con Pedro, el que cree en Cristo, como Pedro tiene las llaves del reino de los cielos.
Conclusión
Aunque se dice que las palabras se las lleva el viento, las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente. Las palabras curan o hieren a una persona. Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio.
Piensa en esto y cuida tus pensamientos, porque ellos se convierten en palabras, y cuida tus palabras, porque ellas marcan tu destino.
Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuando estés airado o resentido y habla sólo cuando estés en paz. Recuerda que las palabras tienen poder. Nos definimos por lo que sale de nuestros labios y definimos la relación que tenemos con los demás por medio de nuestra palabras.
Esta es una ley espiritual que funciona para bien o para mal, de forma que nuestra vida de hoy, es el resultado de lo que dijimos ayer, y nuestra vida de mañana será el resultado de lo que dijimos hoy, esta es una regla espiritual que aplica de verdad en todas las áreas de nuestra vida.
Los invito a que cada uno hagamos un inventario de las palabras que decimos de nosotros mismos y de esta forma estar concientes para hacer los cambios necesarios, nuestras palabras, lo que decimos acerca de nosotros cambia nuestra vida para bien o para mal, con nuestras palabras formemos la imagen de la persona que deseamos ser, dejemos que Dios obre en nuestras vidas y en las vidas de las personas que nos rodean de acuerdo a las palabras que proferimos.
"Una cometa se puede recoger después de echarla a volar, pero las palabras jamás se podrán recoger una vez que han salido de nuestra boca".
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