26 septiembre 2010

Epístolas Paulinas - Parte 1

INTRODUCCIÓN
Esto nos da la mayor sección del Nuevo Testamento y es la más importante por lo que se refiere a la doctrina.

Podemos considerar las epístolas en el orden que las tenemos en la Biblia, orden que viene aproximadamente del siglo cuarto o antes. Este orden nos da primero las Epístolas a las (siete) iglesias, empezando con la más larga; luego, en orden de longitud, las Epístolas a los individuos; y finalmente Hebreos, a causa de las diferencias de carácter y destino, y posiblemente a causa de las dudas sobre el hecho que fuera escrita por Pablo. Estudiándolas en este orden tenemos:
1).- Romanos. Fundamentos doctrinales
2).- Corintios. Vida de la iglesia
3).- Gálatas. Defección y peligro
4).- Efesios. Plena doctrina para la vida cristiana
5).- Filipenses. La vida cristiana ilustrada
6).- Colosenses. Salvaguarda de los peligros
7).- Tesalonicenses. La bendita esperanza
Las Epístolas a los individuos son principalmente personales, y requieren una discusión separada.

Las Epístolas se pueden estudiar también cronológicamente en grupos:
1).- Grupo 1: 1 y 2 Tesalonicenses. Las Epístolas del segundo viaje misionero Escatológicas en su carácter. Cristo visto como Rey. La gracia de la esperanza prominente.
2).- Grupo 2: Gálatas, 1 y 2 Corintios, Romanos. Las Epístolas de la tercera época. Soteriológicas en su carácter. Cristo se ve como Redentor. La gracia de la fe es prominente.
3).- Grupo 3: Filipenses, Efesios, Colosenses, Filemón. Las Epístolas de la primera cautividad. Cristológicas en su carácter. Cristo se ve como Señor. La gracia del amor es prominente.
4).- Grupo 4: 1 Timoteo, Tito, 2 Timoteo. Las Epístolas después de la liberación y de la segunda cautividad Eclesiásticas en carácter. Ningún aspecto nuevo de Cristo. Énfasis en la organización y conducta más bien que en la doctrina.
El agrupamiento anterior puede ser comparado con el plan del obispo Lightfoot, que caracteriza a los grupos de esta forma:
a).- Las Epístolas del tribunal, o Cristo el Juez.
b).- Las Epístolas de la cruz, o Cristo el Redentor
c).- Las Epístolas del trono, o Cristo el Verbo
d).- Las Epístolas de la congregación, o la Iglesia organizada.
De este modo tenemos cuatro grupos que corresponden a la "primavera, verano y otoño e invierno del año del gran apóstol"

Nosotros para los fines de nuestro estudio, iremos en orden que aparecen en la Biblia ya que es el orden con el que estamos aprendiéndonos los libros de las sagradas escrituras.

ROMANOS
La doctrina del Evangelio de Jesucristo

La Epístola de Pablo a los Romanos es, sin duda alguna, el documento humano más poderoso que jamás se ha escrito y es oro puro de principio a fin. Este es el libro que encendió un fuego en el corazón de Martin Lutero y dio origen a la Reforma Protestante, cambiando la historia de Europa, además del mundo. Este es el libro que conmovió profundamente a John Wesley, estando sentado en una pequeña capilla en Londres, escuchando el preludio a la Epístola a los Romanos de Lutero. Wesley dijo que su corazón se había sentido especialmente alentado al escuchar la exposición sobre las verdades de la Epístola a los Romanos. Por medio de él se produjo a continuación el gran avivamiento evangélico que salvó a Inglaterra del destino que le aguardó a Francia y frenó la decadencia de la vida inglesa, alterando por completo y una vez más la historia del mundo.

Esta es la epístola que produjo un profundo impacto a Karl Barth, que en nuestros días expuso algunas de las poderosas verdades de esta epístola y logró captar, de ese modo, la atención del mundo teológico, haciendo que alterase su postura de craso y vacío liberalismo del siglo XIX y restauró una gran parte de la verdad en las iglesias europeas. Lo cierto es que millones de vidas han sido drásticamente transformadas leyendo la epístola a los Romanos.

Hubo un tiempo en que una iglesia que conozco en Montana fue considerada como la iglesia más liberal de la ciudad de Great Falls. El pastor estuvo en una ocasión en Chicago y fue a la Iglesia Moody para enterarse de lo que estaban diciendo los fundamentalistas, deseando encontrar algo que criticar. Escuchó al Dr. Ironside predicar sobre el libro de Romanos y le entregó un ejemplar de sus conferencias acerca de Romanos. Este hombre leyó el libro en el tren de regreso a Montana y para cuando llegó a Great Falls era un hombre transformado. Comenzó a proclamar desde el púlpito las verdades del libro de Romanos y la iglesia fue transformada. Así que he tenido la oportunidad de ser testigo de la transformación que se ha producido en una iglesia liberal, convirtiéndose en un testimonio evangélico en espacio de unos pocos años gracias al poder del libro de Romanos.

Espero que al llegar a esta epístola esto sirva para despertar el interés de los lectores. Fue escrita por Pablo a los cristianos que se encontraban en Roma, mientras estaba pasando unos meses en Corinto antes de subir a Jerusalén para llevar la famosa cantidad de dinero que había sido recogida en las iglesias de Asia para los santos necesitados de Jerusalén.

No sabemos cómo empezaría la iglesia en Roma, posiblemente lo hiciesen algunos cristianos que se habrían convertido en Pentecostés y regresarían a la capital. Pablo les estaba escribiendo porque había oído hablar acerca de la fe de ellos y deseaba satisfacerla al máximo, deseando que se basase firmemente en la verdad. Por lo que esta epístola constituye una magnífica explicación del mensaje total del Cristianismo y contiene todas las doctrinas cristianas en alguna forma, además de ser un panorama del maravilloso plan que tiene Dios para la redención del hombre.

Si no tuviésemos en nuestro poder ningún otro libro de la Biblia más que éste, encontraríamos en él todas las enseñanzas cristianas que al menos se mencionan aquí. Si consiguen ustedes captar en profundidad el mensaje del libro de Romanos en su argumento total se sentirán ustedes perfectamente familiarizados con cualquier otra parte de las Escrituras.

En la introducción, que se encuentra en los primeros 17 versículos, Pablo nos escribe acerca de Cristo, sobre los romanos cristianos y acerca de sí mismo. Como en cualquier buena introducción, presenta en ella los principales temas de la epístola. La epístola está realmente dividida en tres partes principales: del capítulo uno al ocho, del nueve al 11, y del 12 al 16. Estas divisiones surgen de modo natural unas de otras.

Como veremos, los primeros ocho capítulos son explicaciones doctrinales acerca de lo que Dios está haciendo con el hombre; su manera de redimir al hombre en todos sus aspectos, es decir, en cuerpo, alma y espíritu. Los capítulos nueve al 11 son un ejemplo para nosotros sobre el tema en la nación de Israel. Y de los capítulos 12 al 16 encontramos la parte práctica sobre cómo se aplican estas poderosas verdades a las situaciones humanas, por lo que el libro abarca todos los aspectos de la vida. Si recuerdan ustedes ese breve bosquejo tendrán la clave del libro de Romanos.

El primer tema principal es acerca de Cristo, porque no hay Cristianismo sin él. El Cristianismo no es un credo, es una vida, una vida que ha de vivirse de nuevo en usted y, por lo tanto, es preciso aprender acerca de Cristo, que es el tema de la epístola y es la nota con la que comienza.

A continuación Pablo escribe acerca de los cristianos romanos porque son exactamente como nosotros. De hecho, este es el problema principal con el que se enfrenta el cristianismo, los seres humanos como usted y como yo. Es lo que eran estos cristianos romanos; son el material básico con el que empieza Dios su obra. Todo lo que esta epístola describe sobre ellos se aplica a nosotros, de igual manera que todo lo que es verdad sobre nosotros es verdad con respecto a ellos. En tercer lugar, Pablo escribe sobre sí mismo porque es el ejemplo de lo que hará Cristo, es la "muestra A, es decir, un ejemplo vivo de la gracia de Dios. Todo esto tiene sencillamente el propósito de hacer visible y dejar claro lo que Dios tiene la intención de hacer en Cristo.

Esta epístola requiere ser tratada como un resumen. Al estudiar ciertos libros de la Biblia he intentado recoger los temas principales, los pensamientos más importantes del libro, a fin de captar la fuerza total del mensaje, pero esta epístola se desarrolla de una manera tan lógica que el mejor modo de exponerla es siguiendo el argumento, sin calentarse la cabeza por causa de los detalles, a fin de que podamos ver la lógica aplastante de la que se vale el apóstol para desarrollar su tema. Cuando hayamos acabado, veremos de qué modo tan magnífico ha captado y nos explica todas las poderosas verdades del Evangelio.

Para comenzar, tenemos en el capítulo uno la afirmación central de la epístola, el Evangelio:
"No me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios..."

¿Quién se avergonzaría del poder de Dios, la mas poderosa fuerza posible en el universo, que opera en el evangelio? Es una fuerza que cambia las vidas, que puede apoderarse de un joven que va a la deriva, que tiene una vida sin propósito, perdido, al que no le importa a dónde se dirige y no tiene ni idea de por qué vive y de repente se produce una transformación en su vida que le da un propósito, un motivo y un impulso, que es como funciona el poder de Dios y ese es precisamente el Evangelio.
 "Pues es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primero y también al griego." (1:16)

Pablo nos enseñará al ir leyendo, porque en el Evangelio:
"...en la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: pero el justo vivirá por la fe." (1:17)

Este versículo es una cita de Habacuc y es el versículo que quedó indeleblemente grabado en el corazón de Martin Lutero. Ese es el tema de Pablo, la justicia de Dios que se revela en el evangelio.

A fin de establecer la necesidad de esto, Pablo mira al mundo que le rodea. En los próximos versículos, hasta el capítulo dos y una buena parte del tres, está sencillamente analizando cómo es la humanidad, tomando las dos aparentes divisiones de dicha humanidad. Alguien ha dicho acertadamente "solo hay dos clases de personas, los justos y los injustos, y la clasificación siempre la hacen los justos. Recuerdo que hace años, cuando mis hijos eran pequeños, me encontraba un día en el patio y vi que alguien había trazado una línea con tiza en el centro del tablero de la verja. En un lado estaba el título "buena gente y en el otro "mala gente. Bajo las palabras "mala gente estaban los nombres de mis hijos y en el otro lado los nombres del hijo del vecino. Era evidente que la clasificación la habían hecho "los justos.

El apóstol comienza por los injustos, aquellos a los que llamamos "mala gente y los desechados de la sociedad, pero primero resume las dos clases de personas en un versículo. Es un versículo tan importante que quisiera llamar especialmente su atención a él (versículo 18):
 "Pues la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que con injusticia detienen la verdad."

Eso dice mucho. Por ejemplo, nos dice que el problema de los hombres es que poseen la verdad, pero no están dispuestos a verla, sino que la suprimen. Si desean ustedes prueba de ello, les sugiero que durante un tiempo observen su propia vida, además de las vidas de los que les rodean. ¿No es cierto que lo que nos desagrada lo empujamos y lo relegamos a nuestra mente subconsciente? Son cosas sobre las que no nos gusta pensar. Por eso es por lo que los hombres están tan ocupados por el ajetreo de la vida, no deseando nunca estar solos, no queriendo detenerse a pensar o a examinar realmente las cosas, sino intentando siempre mantenerse ocupados por la constante confusión de la vida. El problema real es suprimir la verdad.

Debido a esta supresión, la ira de Dios está constantemente manifestándose y dejándose sentir sobre la humanidad. Este capítulo desarrolla esta ira y resulta que no se manifiesta mediante relámpagos del cielo, que caen sobre las personas malvadas que se pasan de la raya, sino que Dios está más bien diciéndole a la humanidad: "Escuchad, no quiero que hagáis una cosa determinada porque os destruirá, pero si insistís en hacerlo, podéis hacerlo, pero tendréis que aceptar las consecuencias. No podéis decidir vivir de manera equivocada y evitar las consecuencias que se producen por causa de esa decisión.

En tres ocasiones diferentes en este capítulo se menciona la ira de Dios en la frase repetida "(Dios) los entregó. Lo cual da como resultado esta situación (versículos 29-31):
"Se han llenado de toda injusticia, maldad, avaricia y perversidad. Están repletos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, mala intención. Son contenciosos, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de males, desobedientes a sus padres, insensatos, desleales, crueles y sin misericordia."
Esa es la situación de las personas rebeldes que muestran su enemistad para con Dios y que suprimen la verdad de Dios desobedeciéndole descaradamente, sin mantener ningún principio, viviendo como les apetece, haciendo lo que quieren. El resultado es la decadencia moral y una perversión de los instintos naturales de la vida. Hasta los impulsos sexuales se convierten en perversiones, de modo que los hombres se entregan a los hombres y las mujeres a otras mujeres, como describe este capítulo. Eso es exactamente lo que está sucediendo hoy en día en la sociedad, siempre que el hombre vive en clara rebeldía.

Pero no toda la sociedad es así. En el capítulo dos, el apóstol examina el otro lado, los "buenos, la "gente buena, las personas consideradas como "morales y "religiosas que para entonces se deleitan en apuntar con el dedo a la multitud que vive en una maldad evidente y vil. Pablo les dice: "¡esperad un momento! El versículo 1 dice:
"Por lo tanto, no tienes excusa, oh hombre, no importa quién seas tú que juzgas; porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, pues tú que juzgas haces lo mismo."
A continuación muestra, de una manera asombrosa, de qué modo esto es cierto. Revela que estas personas que dicen "pero si nosotros no hacemos esas cosas. No vivimos de ese modo. No fumamos, no nos corremos juergas, no participamos en comportamientos sexuales licenciosos. Cumplimos las leyes y nos comportamos bien, son personas tan culpables como las otras.

Esta clase de personas también están cumpliendo algunas de las cosas que se mencionan arriba, de la misma manera que los que las hacen de modo más abierto. Se dejan arrastrar por cosas como la malicia, la lucha, el engaño, la malevolencia, el cotilleo, la calumnia y otras cosas. También ellos son "inventores del mal y son además "insensatos, infieles, despiadados e insensibles. Lo ocultan por medio de una apariencia exterior de bondad, pero muy adentro, sus corazones están tan llenos de maldad, de envidia, de celos, de lucha y de malas intenciones unos contra otros como las demás personas.

Así que ahí tenemos la imagen de la humanidad. Las personas que creen en hacer lo que les apetece están a un lado, mirando a las otras personas morales y respetables, leyendo sus corazones correctamente y diciendo: "fijaos en esos hipócritas. No tendría nada que ver con ellos por nada del mundo. Y todas las personas "morales y respetables miran a las otras diciendo: "fíjate en esa panda de libertinos y concupiscentes, no queremos tener nada que ver con ellos. Pero Dios, que vuelve la luz de sus ojos omniscientes sobre la humanidad, dice: "todos sois igualmente culpables. No hay diferencia alguna.

Luego llega el judíos y dice: "¿y qué pasa conmigo? Después de todo, soy judío y tengo ciertas ventajas ante Dios. Pablo examina esta afirmación y muestra que el judío se encuentra exactamente en la misma barca que el resto de las personas. A pesar de sus ventajas, está dominado por la misma enemistad de corazón que otros. De manera que la conclusión a la que llega Pablo es que la humanidad necesita, sin excepción, un Redentor.

Eso prepara el camino para el evangelio. Cuando el hombre es consciente de ello, la conclusión se encuentra en este pasaje bien conocido (capítulo 3, versículos 19-20):
"Pero sabemos que todo lo que dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre, y todo el mundo esté bajo juicio ante Dios. Porque por las obras de la ley nadie será justificado delante de él; pues por medio de la ley viene el reconocimiento del pecado."
Y luego, dice en el versículo 23:
"Porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios."
Como expresa Felipe, de una manera tan preciosa en esa última cláusula: "todos han pecado y se han perdido la belleza del plan de Dios. Eso establece el fundamento de la redención.

En la redención hay tres fases, como Pablo nos explica, que ustedes conocen bien: la justificación, la redención y la glorificación. El capítulo cuatro ilustra el significado de la justificación. Pablo comienza a exponer este tema al final del capítulo tres, donde nos muestra que la justificación representa que Dios nos concede una situación de justicia ante él, en base a la obra de Cristo porque Otro ha muerto en nuestro lugar, supliendo nuestra necesidad. Nosotros no podríamos conseguirlo jamás, porque somos completamente incapaces de agradar a Dios aparte de este cambio que se produce en el corazón.

Poco importa la diferencia, tanto si llevamos una vida exterior moral y respetable como si todo lo pisoteamos y vivimos como bohemios o como hippies. Tanto unos como otros son culpables y ninguno es aceptado, ni se puede decir que unos sean mejores que otros. Por lo tanto, de la única manera que podemos ser justos es aceptando el don de Dios en Jesucristo y en eso consiste la justificación, que está relacionada con el espíritu del hombre. Cada uno de nosotros tenemos tres aspectos diferentes en nuestro ser: tenemos espíritu, alma y cuerpo. El programa de Dios consiste en salvar al hombre íntegramente y en la próxima serie de capítulos Pablo nos dice cómo lo hace Dios.

Comienza por el espíritu, que es la parte más profunda del hombre. Lo que Dios hace con el espíritu es implantar su Espíritu Santo allí. Eso nos concede la justicia, somos justificados ante Dios, por lo que la justificación es algo permanente e inmutable. Es mucho más que el sencillo perdón de los pecados, aunque también incluye eso. Es ocupar una posición delante de Dios, como si nunca hubiésemos pecado. Hace que la justicia de Cristo se nos impute a nosotros, como si se apuntase a nuestro favor y cuando esto sucede nos vemos libres de la pena del pecado.

Pablo ofrece un ejemplo de esto en el capítulo cuatro, hablando acerca de Abraham y de David, que fueron ambos justificados sobre dicha base y no por la circuncisión o por haber obedecido a la ley ni por ninguna otra cosa que los hombres pudiesen hacer a fin de agradar a Dios. No existe ninguna fórmula mágica religiosa, ningún esfuerzo por obedecer un nivel inalcanzable resultaría adecuado a los ojos de Dios. Debía ser sencillamente por la fe y estos hombres creyeron a Dios acerca de su Hijo.

Abraham miró, por así decirlo, al futuro y vio la venida de Cristo y creyó a Dios y fue justificado por la fe. David, a pesar de haber sido culpable del doble pecado de adulterio y asesinato, creyó a Dios y fue justificado, de manera que pudo cantar acerca del hombre "al que Dios no imputaría iniquidad. Por ello, estos hombres son ejemplos del Antiguo Testamento sobre cómo justifica Dios.

Lamentablemente, son muchos los cristianos que no pasan de ahí, creyendo que la salvación es solo eso, una manera de escapar al infierno y de poder ir al cielo, pero la vida humana es bastante más que el espíritu, pues también está el alma y el cuerpo. Comenzando por el capítulo cinco, Pablo expone cómo obra Dios a fin de librar al alma, que está formada por nuestra mente, nuestras emociones y nuestra voluntad.

El alma del hombre, por el hecho de haber nacido de Adán, se encuentra bajo el signo del pecado. La carne (si deseamos usar el término bíblico que se le aplica) nos domina. La vida de Adán nos posee, con todas sus características egocéntricas. Aunque nuestro espíritu ha sido justificado es posible seguir teniendo el alma sometida a la esclavitud y bajo el reinado del pecado. Así que, aunque nuestro destino ha quedado decidido en Cristo, nuestra experiencia sigue aún bajo el control del mal, de la misma manera que lo estaba antes de que fuésemos cristianos. Esa es la causa de la desgraciada experiencia de vivir situaciones de altibajos, contando en ocasiones con las promesas de Dios sobre la justificación y luego experimentando de nuevo la implacable esclavitud del pecado en la vida, causando egoísmo y el que pensemos solo en nosotros mismos.

¿Cuál es, pues, el programa de Dios para esto? Para resumirlo en una sola palabra: la santificación. Dios quiere que seamos conscientes de que en Jesucristo se ha resuelto toda esta situación, de la misma manera que quedó resuelto nuestro destino, para que podamos ser tan libres del reinado del pecado como lo somos de la pena por el mismo.

En el capítulo cinco Pablo nos ofrece un bosquejo de todo el programa para nuestras vidas. Toma estas dos divisiones realmente básicas de la humanidad: el hombre en Adán y el hombre en Cristo, las coloca la una junto a la otra y dice: "escucha, cuando eras hombre en Adán, antes de ser cristiano, actuabas sobre la base de la vida que habías heredado de Adán. Hacías las cosas de una manera natural y lo que hacías de ese modo estaba mal, porque era egoísta y no tenías ni que planearlo ni que programarlo.

"No tenías que levantarte por la mañana y pensar en cómo ser malo ¿verdad? No te pillabas a ti mismo haciendo resoluciones para no volver a ser nunca mas bueno, y de repente te dabas cuenta de que no habías sido fiel a tu palabra y estabas siendo otra vez bueno cuando no era esa tu intención. No, sencillamente expresabas la vida que había en ti, la vida de Adán. Fue algo que aprendiste desde que eras un bebé y era algo tan extendido a tu alrededor que te parecía perfectamente natural."

Pero después, dice Pablo, a partir del momento en que te hicisteis cristiano, Dios hizo algo con esa antigua vida. Te ha separado totalmente de la vida en Adán y ya no estás unido al Adán caído, sino que estás unido al Cristo resucitado y tu vida está unida a él. El tiene planeado expresar su vida en ti, de la misma manera natural que con anterioridad se expresaba por medio de ti la vida heredada de Adán.

Lo que antes experimentasteis en derrota, sintiéndote desgraciado, sufriendo, esclavizado, cegado, en Adán ahora lo experimentarás con creces pero en victoria, en gloria, en bendición, en paz y en gozo en Cristo. Cuando aprendas el proceso, te resultará fácil ser bueno en Cristo del mismo modo que antes te resultaba sencillo ser malo en Adán. Es algo igualmente natural y que se hace sin la menor lucha, pero te llevará un tiempo aprender a ponerlo en práctica. Al principio actuarás con debilidad y te costará trabajo conseguirlo. Hasta es posible que te lleve algún tiempo tener claro aquello a lo que se está refiriendo Pablo, pero cuando lo entiendas, descubrirás que donde antes reinaba en ti el pecado para muerte, ahora Cristo reina en ti para vida. Ahora mismo, en esta vida, puedes experimentar la victoria en Cristo cuando antes lo que experimentaste fue la derrota en Adán.

El capítulo seis comienza a enseñarnos cómo. En él Pablo nos dice que Dios, por medio de la muerte de Jesús, no solo murió por nosotros, sino que también nosotros morimos con él y esa es la gran verdad. Cuando Dios dice que nos libera de la vida en Adán y nos une a la vida de Cristo, es porque lo ha hecho de verdad. Aunque durante bastante tiempo nuestro sentimientos nos digan otra cosa, Dios quiere que esto lo tengamos muy claro. Es algo que debemos de creer sin importar cómo nos sintamos, porque lo que él dice es verdad. Si estamos dispuestos a creerlo, a pesar de nuestros sentimientos, no tardaremos en descubrir que es verdad, dándonos cuenta poco a poco al ir tomando consciencia de esto tan tremendo: que podemos ser buenos en Cristo con la misma facilidad con que antes fuimos malos en Adán.

Comienza, pues, anunciando este hecho y luego dice que es preciso que aprendamos a contar con ello. Día tras día, al encontrarnos ante situaciones que nos producen tensión y tentación, es preciso que se recuerde usted a sí mismo que lo que Dios dice es verdad y que actúe usted conforme a ello, aunque no le apetezca hacerlo. Con Cristo no se sentirá usted muerto, sentirá que el mal que está en su interior está vivito y coleando, que le controla y que no le queda a usted más remedio que hacer el mal. Si no lo hace se sentirá usted insatisfecho, temeroso de no poder encontrar lo que está buscando en la vida o de que se pueda usted perder lo que está experimentando el mundo que le rodea.

Hay presiones con las que se encontrará usted, pero ¿a quién va usted a creer? ¿No creerá usted a Aquel que le ama? ¿No cuenta usted con que lo que El dice es verdad y puede usted actuar basándose en ello? Si lo hace, pronto descubrirá usted que es verdad y será usted libre.

El capítulo siete nos presenta el hecho de que existen dos niveles de entendimiento y de experiencia con respecto a este tema. Ya sabemos, incluso antes de hacernos cristianos, que ciertos aspectos de nuestra vida natural, la vida en Adán, en la carne, son malos porque hacen que nos metamos en líos. Sabemos que el egoísmo está mal, sabemos que las aventuras sexuales están mal, como sabemos que está mal robar y mentir. Creemos que entendemos lo que es la carne y lo que quiere decir Dios cuando nos habla acerca de las cosas malas que hay en nuestra vida y al principio reaccionamos a ese nivel, dejando de mentir y robar y dejando de practicar otros actos exteriores.

Entonces descubrimos que está sucediendo algo extraño. A pesar de que hemos aprendido cómo obtener la victoria sobre las cosas que hemos considerado malas, seguimos sometidos a esclavitud. Aún no tenemos el poder que buscamos en nuestra experiencia cristiana y, por ello, pasamos por la experiencia que describe Pablo en el capítulo siete. En él se refiere al conflicto interno, la lucha que tiene consigo mismo. ¿Qué es lo que está haciendo mal? Pero lo que sucede es que todavía no hemos aprendido que existe lo que podríamos llamar el lado "bueno de la carne que es realmente tan malo como el lado "malo. Los esfuerzos que realizamos por nosotros mismos, intentando hacer algo para Dios o para obtener alguna clase de favor o de placer o de ventaja para nosotros mismos por las cosas que hacemos para Dios, son tan malas como lo son las cosas "malas.
Cuando por fin aprendemos que no hay nada que nosotros podamos hacer por Dios, sino que él tiene la intención de hacerlo todo por medio de nosotros, entonces es cuando somos liberados y es cuando nos damos absoluta cuenta de la experiencia de la mente, de la emoción y de la voluntad sometidas al control de Jesucristo y el cumplimiento, mediante el poder glorioso y triunfante, de todo lo que él tiene en mente para nosotros y en eso consiste la santificación del alma.

¿Pero qué sucede con el cuerpo? El capítulo ocho trata acerca de este tema. En él Pablo nos muestra que mientras estamos en esta vida el cuerpo sigue sin redimir, pero el hecho de que el espíritu haya sido justificado y el alma santificada es una garantía de que Dios redimirá (glorificará) también un día al cuerpo. Cuando entramos por fin en la presencia de Cristo, nos encontramos, en cuerpo, alma y espíritu, perfectos ante él. Entonces la línea de pensamiento se convierte en un gran e impresionante cántico de alabanza al final de este capítulo.

En los capítulos del 9 al 11, se da contestación a las preguntas que inevitablemente se pueda haber hecho una mente pensante, que haya seguido este gran plan de la redención. En primer lugar, está la pregunta sobre la soberanía de Dios, que se expone de manera magnífica, en el capítulo nueve. Dios es un ser soberano y su soberanía responde a la pregunta de por qué yo soy parte del cuerpo de Cristo y no otra persona.

Todo lo relacionado con la elección y la opción de predestinación de Dios nos ayuda a ver el problema tal y como es en realidad. Tendemos a pensar acerca de nosotros mismos como en una situación neutral ante Dios, y dependiendo de cómo vivamos o actuemos o las decisiones que tomemos, podremos caer o bien en el lado de la perdición o podremos ser salvos, pero no es este el caso.

Este capítulo nos explica que toda la raza está ya perdida, perdida en Adán y hemos nacido y formamos parte de una raza perdida. En Adán perdimos el derecho a ser salvos, por haber pecado, y no tenemos el menor derecho ante Dios. Por lo tanto, lo único que nos salva a cualquiera de nosotros es su gracia. Nadie tiene derecho a quejarse a Dios si algunos se salvan, cuando lo cierto es que nadie tiene derecho a ser salvo. Por lo tanto, expone ante nosotros y de una manera impresionante el poder soberano y la elección de Dios.

En el capítulo 10 une la soberanía de Dios con la responsabilidad moral y la libertad del hombre, mostrándonos que la salvación es una opción de fe. No necesita usted ascender al cielo para hacer que descienda Cristo, ni hace falta que descienda al sepulcro para resucitarle de los muertos. En otras palabras, si planea usted hallar su camino al cielo, lo que tendría que hacer usted sería lo siguiente. Tendría que ascender al cielo y hacer que Cristo bajase a la tierra y luego, cuando hubiera estado aquí durante un tiempo y hubiese muerto, tendría usted que descender al sepulcro, devolverle la vida y sacarle, todo ello mediante las obras que pudiera hacer usted. ¿Cómo iba usted a hacer una cosa así? La verdad es que no podría y, además, no tiene necesidad de hacerlo. Ya ha dicho usted la palabra, que Jesús es el Señor, por lo tanto lo único que necesita hacer usted es creer en su corazón que Dios le ha resucitado de los muertos y será usted salvo.

En el capítulo once nos muestra que de la misma manera que Dios dejó de lado a Israel durante un tiempo, a fin de que su gracia pudiera hacer su obra entre los gentiles, Dios ha dejado de lado la carne, la naturaleza caída, lo que somos por naturaleza humana, para que podamos aprender lo que Dios hará por nosotros y por medio de nosotros. Cuando admitamos abiertamente y en la práctica que sin Cristo nada podemos hacer, entonces aprenderemos que todo lo podemos en él, que nos fortalece. La fe es este proceso y nunca será diferente. Por mucho tiempo que vivamos como cristianos, nunca conseguiremos ser mejores ni más capaces de servir a Cristo, aparte de depender sencillamente de él. Es siempre y solo Cristo obrando en nosotros lo que hace que se cumpla la voluntad del Padre.

Por lo tanto, el orgullo es nuestra mayor tentación y nuestro más cruel enemigo. Algún día hasta nuestra carne servirá a Dios por su gracia. En el día en que la creación sea liberada de su esclavitud al pecado y los hijos de Dios aparezcan con sus cuerpos resucitados, entonces incluso aquello que con anterioridad fue rechazado y maldito tendrá que cumplir las promesas y demostrar el poder de Dios. Todo ello ha sido ilustrado por la manera de tratar Dios a Israel y eso nos lleva a la doxología al final del capítulo 11, versículo 33:
"¡Oh profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!"

La sección final, de los capítulos 12 al 16, cubren la aplicación práctica de estas verdades a la vida. Solo llamaré su atención a una o dos cosas. En primer lugar, el capítulo 12, versículo 1 empieza diciendo:
"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, [la justificación, la santificación y la glorificación] que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional."
En otras palabras, teniendo en cuenta estos grandes hechos que Pablo nos ha declarado, lo mejor que podemos hacer con nuestra vida, lo más razonable, lo más inteligente y lo que mayor propósito tiene es entregarnos a Dios y vivir para él porque ninguna otra cosa hará que nos sintamos realizados en modo alguno. Por lo tanto, entréguese usted a él, es lo más razonable que puede usted hacer.

Cuando lo haga usted, se encontrará que su vida ha sido transformada en todas sus relaciones. En primer lugar, cambiará con respecto a sus hermanos en la fe, como nos muestra la última parte del capítulo 12. El presentar su cuerpo afectará a su vida en la iglesia. Luego, en la última parte del capítulo 12 y en el 13, afectará a su relación con respecto a los poderes que gobiernan, con la humanidad en general y con toda la sociedad. Hasta sus actitudes interiores serán diferentes, como se expresa en el capítulo 14. Su actitud hacia los débiles serán todo lo contrario de lo que lo fue antes de ser usted cristiano y sentirá usted una ardiente pasión por alcanzarles, por una razón totalmente diferente de la que podría haber sentido usted con anterioridad.

Las palabras finales de Pablo son maravillosas (capítulo 16, versículos 25-27):
"Y al que puede haceros firmes, según mi evangelio y la predicación de Jesucristo; y según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora: y que por medio de las Escrituras proféticas y según el mandamiento del Dios eterno se ha dado a conocer a todas las naciones para la obediencia de la fe, al único sabio Dios, sea la gloria mediante Jesucristo, para siempre. Amén."

PRIMERA CORINTIOS
Instrucción pastoral para la Iglesia

La primera epístola de Pablo a los Corintios es una epístola muy, muy importante para nosotros porque capta con absoluta exactitud los problemas con los que nos enfrentamos como personas modernas que viven en estos tiempos. El motivo es, como es lógico, que Corinto era la ciudad más americana del Nuevo Testamento, era una ciudad de recreo, la capital del placer del Imperio Romano.

Si recuerdan ustedes sus conocimientos de geografía, sabrán que se encontraba en la península del Peloponeso y las condiciones bajo las cuales vivían los corintios eran muy semejantes a las condiciones en las que vivimos nosotros, o para expresarlo de otro modo, las condiciones en las que vivimos actualmente son las condiciones corintias. Corinto era una hermosa ciudad, una preciosa ciudad de palmeras y de estupendos edificios, el centro de placer de todo el imperio, y se dedicaba de lleno a dos cosas: la búsqueda del placer (en especial de la pasión) y la sabiduría. Era una ciudad griega y a sus habitantes les encantaba filosofar y se dedicaban a lo que Pablo llama "la sabiduría de las palabras.

De manera que las dos fuerzas activas en esta ciudad, que creaban un ambiente en el que debía vivir la iglesia de Corinto, eran estas: el intelectualismo y el sensualismo. Esta era una ciudad dedicada de lleno a la adoración de la diosa sexo. Por eso es por lo que digo que existían unas condiciones muy parecidas a las que tenemos actualmente. En la ciudad de Corinto había un templo que estaba dedicado a la diosa griega Afrodita y parte de la adoración a la diosa griega consistía en la celebración de ciertas ceremonias religiosas en las que existía el elemento de las relaciones sexuales y, por lo tanto, las sacerdotisas del templo eran realmente prostitutas y había aproximadamente unas 10.000 relacionadas con el templo. La ciudad se había dedicado abiertamente a las prácticas libertinas, siendo consideradas como algo normal y como una parte apropiada de la vida por lo que la gente no le prestaba en realidad demasiada atención. Si nosotros estamos convencidos de estar viviendo en condiciones en las que la sensualidad es algo desenfrenado y está muy extendida la adoración del sexo, la verdad es que esta situación no se acerca ni remotamente a la que tenían que vivir los cristianos en Corinto.

Además, se veían continuamente asaltados por las doctrinas, los dogmas y las ideas de los hombres que seguían a los grandes filósofos. Esta ciudad era la heredera de los grandes pensadores de la Edad de Oro de Grecia, como Sócrates, Platón y Aristóteles, que tenían todos ellos a sus seguidores en la ciudad de Corinto. Y al igual que sucedía en todas las ciudades griegas, les encantaba reunirse en las plazas públicas para debatir interminablemente acerca de los diversos temas. Eran personas que sentían una gran pasión por la sabiduría.

Fue a esta ciudad a donde llegó el apóstol Pablo. Recordarán ustedes la historia del libro de Hechos. Había descendido, pasando por Tesalónica, y había sido echado de la ciudad por un grupo de judíos que se habían sublevado en su contra, yendo durante un corto tiempo a la pequeña ciudad de Berea y a continuación a Atenas. Allí en Atenas, al caminar solo por la ciudad, se dio cuenta de que había muchos templos en ella y finalmente decidió predicar a los atenienses en la Colina de Marte. Cuando se marchó por fin de Atenas, lo hizo descendiendo por el estrecho istmo a Corinto, donde permaneció durante un período de un año y medio a dos años, predicando el evangelio y fabricando tiendas de campaña para ganarse la vida.

Había encontrado a un matrimonio que había venido de Roma, llamados Aquila y Priscila, que también eran fabricantes de tiendas y se quedó con ellos, llevándoles a Cristo. Formó una iglesia en su casa y fue gradualmente extendiendo el evangelio por la ciudad y se nos dice que al oírlo, muchos de los corintios creían y eran bautizados y se convertían en miembros de esta iglesia.

Esa fue la iglesia a la que Pablo escribió su epístola y al leerla, se darán ustedes cuenta de que era una iglesia que tenía graves problemas, era la iglesia con más graves problemas en todo el Nuevo Testamento, pero aunque había muchas cosas que estaban mal en ella, también había unas cuantas cosas muy positivas. Al comenzar Pablo su epístola dirigida a esta iglesia, reconoce algunas de las cosas que estaban muy bien. Para comenzar les llama "santos, dice: "a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos y a continuación eleva sus ojos al horizonte, tanto desde el punto de vista geográfico como del tiempo, y nos ve incluso a nosotros y dice "con todos los que en todo lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro y luego viene su saludo habitual "gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. (1ª Cor. 1:2-3)

A continuación el apóstol habla acerca de algunas de las cosas que hacen que estas personas fuesen cristianas, los temas importantes de nuestra fe cristiana. Menciona el hecho de que habían recibido a Cristo por fe y por gracia, habían comenzado una nueva vida y habían sido enriquecidos por él. Había además muchos motivos por los que alabar a esta iglesia, como vemos en los primeros versículos de esta epístola, pero presenta en seguida la clave de toda la epístola. Si no logran ustedes recordar ninguna otra cosa acerca de Primera de Corintios, recuerden por lo menos este versículo, porque todo en esta epístola depende de él:
"Fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor. (1ª Cor. 1:9) 
Hay lo que es de vital importancia en la vida cristiana, que es el hecho de que hemos sido llamados a compartir la vida del Hijo de Dios. En eso consiste la fraternidad, es compartir. La fraternidad o comunión con otros es el tiempo dedicado a compartir y es aquello para lo cual Dios nos ha llamado. Pablo hace que esto ocupe el primer lugar en esta epístola para llamar la atención de los cristianos a lo que faltaba en su experiencia y todo lo que se trata en ella gira alrededor de este versículo.

Esta epístola puede dividirse en dos partes principales: primeramente tenemos una parte extensa que trata acerca de lo que podríamos llamar "lo carnal, que abarca del capítulo uno al 11. Luego hay una sección final, de los capítulos 12 al 16, que trata acerca de lo que el mismo Pablo denomina "lo espiritual, lo carnal comparado con lo espiritual. Lo relacionado con lo carnal incluye todo lo que estaba mal en esta iglesia y lo espiritual era lo que necesitaban a fin de corregirlo. Al leer esta epístola hasta el final, se darán ustedes cuenta de que también nosotros padecemos de los mismos problemas carnales, al menos en principio, y que lo que necesitamos con desesperación para enderezar nuestras vidas es todo lo espiritual. Por lo tanto, esta epístola está especialmente escrita para todos aquellos que viven en un ambiente saturado de sexualidad, amantes de la sabiduría y que están intentando vivir como cristianos rodeados de las presiones que se producen constantemente en estos dos aspectos.

En la primera sección y dirigiéndose a la iglesia sumida en toda esta problemática, hay tres aspectos fundamentales acerca de los cuales trata Pablo. Para empezar está el problema de las divisiones, luego estaba el problema de los escándalos en la iglesia y, finalmente, habla acerca de ciertos asuntos sobre los cuales le habían escrito a él, preguntas que les preocupaban, todos los cuales se reúnen bajo el denominador común de "lo carnal, es decir, las cosas que inquietaban a la iglesia.

El primer problema, el asunto de las divisiones, había sido ocasionado por el hecho de que el espíritu de la ciudad se había introducido en la iglesia. Hay aquellos que nos dicen que lo que la iglesia necesita actualmente es recuperar de nuevo el espíritu del tiempo en el que vivimos. ¡Pero nada podría estar más lejos de la verdad! Precisamente lo que no debe de hacer nunca la iglesia es adaptarse al espíritu de la época, sino que su labor consiste precisamente en corregir dicho espíritu. El momento en que una iglesia comienza a reflejar el espíritu de su tiempo, pierde de inmediato su poder y eso era exactamente lo que le había sucedido a la iglesia de Corinto.

Estaban permitiendo que todas estas divisiones sobre las filosofías de los hombres se introdujesen en la iglesia y habían escogido a ciertos dirigentes religiosos alrededor de los cuales se unían formando pequeñas facciones, diciendo que tal o cual persona era mejor y que los puntos de vista de un hombre eran mejor que los de otro. Estaban formando pequeñas sectas, camarillas y cismas dentro de la iglesia. Estas divisiones se producían principalmente alrededor de ciertas opiniones con las que creían que contribuían estos hombres y Pablo menciona ciertos nombres aquí con el fin de aclarar lo que quiere decir. Algunos estaban siguiendo a Pedro, otros a Apolo mientras que otros se reunían alrededor del nombre de Pablo. Y había un pequeño grupo exclusivo que afirmaban ser los más puros porque decían seguir a Cristo y solo a Cristo, pero que eran en realidad los más perturbadores de todos, pero el problema consistía en que cada uno de estos grupos estaba convencido de que los puntos de vista de sus dirigentes era superior al de los otros. Y estaban haciendo exactamente lo que hacía la gente en la ciudad, dividiéndose por causa de las opiniones de los hombres.

Pero ahora Pablo responde con una tremenda palabra, mediante la cual demuestra que la sabiduría de los hombres no sirve para nada, dejándola completamente de lado y dice que en la iglesia la manera de pensar de los hombres es siempre parcial y en gran medida no es digna de confianza, además de que los corintios no aprenderán nunca nada hasta que no se entreguen de lleno a buscar la sabiduría de Dios. "El mundo afirma Pablo "no ha conocido a Dios mediante la sabiduría. (1ª Cor. 1:21) y no llegarán nunca al punto vital de sus problemas intentando seguir las opiniones de la actual popularidad o de los filósofos seculares.

Eso sigue siendo cierto en la actualidad. La iglesia no resolverá nunca sus problemas mientras se dedique a seguir a tal o cual escritor, a un hombre o a un orador determinado, creyendo que conseguirá gracias a los esfuerzos y los puntos de vista de los hombres los conocimientos que precisa para entender sus problemas. El apóstol dice que es imposible que obtengamos jamás la solución a nuestras necesidades a este nivel, porque falta algo vital. El elemento que falta es la vida del Espíritu en el hombre, y sin ello, no podrá resolver nunca los misterios de la vida. De manera que el apóstol reacciona frente a estos cismas, facciones y divisiones haciendo que se enfrenten con la palabra de la cruz, la palabra que presenta a la cruz de Cristo, como el instrumento mediante el cual Dios elimina toda sabiduría humana, no como si fuese algo carente de todo valor en su propio ámbito estrecho, sino como algo inútil para resolver los principales problemas que tiene el hombre.

Cuando entendemos esto, nos damos cuenta de que no empezaremos nunca a entender hasta que antes no aprendamos que no sabemos nada. Cuando empezamos a apreciar la palabra de la cruz, entendemos que en la cruz de Jesucristo, Dios tomó a su propio Hijo, que se había hecho hombre como nosotros, identificándose en todo con nosotros, y le clavó en la cruz para que muriese como si fuese inútil, en lo que se refiere a resolver ninguno de los problemas de la humanidad. Esa es la palabra de la cruz y por eso es por lo que al hombre natural le parece una locura. Por eso es por lo que sigue un principio totalmente diferente al de la sabiduría del mundo. Y una vez que hayamos aceptado eso, nos dice el apóstol, empezamos a descubrir esa sabiduría verdadera, secreta y oculta que desvela poco a poco las respuestas a los problemas de la vida. Entonces comenzamos a entendernos a nosotros mismos y a darnos cuenta de por qué este mundo es lo que es y a dónde se dirige y por qué existen toda la confusión, las dificultades y los problemas, al ir descubriéndose ante nosotros las cosas profundas de Dios y su sabiduría, que Dios ha ocultado en Cristo, manifestada ante nosotros gracias a la enseñanza del Espíritu y por medio de la Palabra de Dios. Esta es una sección maravillosa.

Y Pablo dice: "No voy a perder el menor tiempo discutiendo con vosotros acerca de Sócrates, Platón o Aristóteles, ni ninguna otra sabiduría de los hombres, ellos tienen su lugar, pero cuando se trata de resolver los problemas profundamente arraigados de la naturaleza humana, no hay más que una sola clase de sabiduría que puede conseguirlo y es la palabra de la cruz. Esto se convierte, por lo tanto, en una de las más poderosas respuestas de todos los tiempos frente al intelectualismo que constantemente acosa a la iglesia cristiana e intenta minarla, el falso intelectualismo. Con eso quiero decir que la palabra de Dios no intenta nunca dejar de lado ni llamar inútil la búsqueda del conocimiento. Dios desea que los hombres aprendan cosas, porque él nos hizo de ese modo, pero debe de ser el conocimiento basado sobre un principio justo y somos llamados de nuevo al principio expuesto en el Antiguo Testamento: "El comienzo de la sabiduría es el temor de Jehová (Prov. 9:10) y ahí es donde empezamos.

Ahora Pablo pasa a exponer que la verdadera razón por la que se ha producido la división no era lo que ellos creían que era, es decir, las diferencias en los puntos de vista humanos, sino más bien, era la carnalidad, el amor a lo carnal y a su deseo de ser orgullosos, de saberse idolatrados y tener seguidores. Ese era su problema. Pablo dice que mientras siguiese en vigencia ese principio, seguirían siendo como bebés y no crecerían nunca. Es preciso que se introduzca la palabra de la cruz y que acabe con la carne antes de que las personas puedan empezar a desarrollarse. Siempre que se mantenga, las personas se verán continuamente metidas en discusiones, luchas y divisiones, pudiendo vivir toda la vida cristiana sobre esa base, según dice Pablo. Pero uno de estos días se encontrarán ustedes ante el fin, y las pruebas, los análisis de lo que valen sus vidas, en ese día se darán ustedes cuenta de que si han estado viviendo sus vidas conforme a la carne, no serán otra cosa que madera, paja y rastrojo. Se habrán quemado, no tendrán valor alguno, y sus vidas, a excepción del hecho de que han recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador, habrán sido una empresa perdida. Es posible, incluso dentro del ámbito espiritual, obtener la aprobación de los hombres y ser aceptados como personas importantes en la iglesia, gozando del favor de otros y el prestigio que viene por el puesto ocupado, y llegar al final para descubrir tan solo el juicio implacable y absoluto de Dios, que no se ha dejado impresionar ni mucho menos por nada que no tenga su origen en la obra del Espíritu de Dios en nosotros, pues ha de ser el Espíritu y no la carne.

Ahora Pablo pasa a tratar el tema de los escándalos que estaban teniendo lugar en este iglesia y que eran, de hecho, la causa de estas divisiones. Para empezar había un caso intolerable de inmoralidad sexual en la iglesia, que estaba siendo abiertamente considerado con un cierto grado de aceptación y tolerancia, y dice: "esto está muy mal, es preciso resolver esta situación. Siempre que aparece abiertamente un pecado así y no hay arrepentimiento, es preciso que la iglesia intervenga y actúe con una medida de disciplina, por lo que Pablo reprende a estos dirigentes por no haber presentado el caso para que fuese juzgado por la iglesia y para eliminar la iniquidad que estaba minando sus filas.

He aquí otro parecido con la iglesia actual. Casi da miedo ver cómo algunos dirigentes de la iglesia están abiertamente a favor de las inmoralidades sexuales y algunos de los pastores y dirigentes de los jóvenes en la iglesia están abiertamente animando a los jóvenes a acostarse y a vivir juntos. Pero en la época en que fue escrita esta epístola, el ambiente era tal que la inmoralidad sexual disfrutaba de una amplia aceptación en la ciudad como una forma de vida normal. Sin embargo, dentro de la iglesia se desecha totalmente como algo que resulta de todo punto incompatible con la profesión cristiana, porque es una transgresión de la humanidad de la persona involucrada. El amor de Dios ardía en celoso juicio en contra de ello porque estaba destruyendo y además destruiría a las personas que viviesen de esa manera. Es por eso por lo que el apóstol habla con términos tan severos acerca del asunto. Tanto el capítulo cinco como el seis tratan sobre el tema de la inmoralidad y el apóstol hace notar que la defensa del cristiano no debe derivarse de los niveles morales fuera de sí mismo, no se trata de "harás o "no harás lo que hace que los jóvenes o las personas mayores se vean libres de problemas y presiones sexuales, sino que es más bien el reconocer que sus cuerpos son templos del Espíritu Santo. El Hijo de Dios mismo mora en nosotros y no estamos nunca alejados de su presencia. A dondequiera que vayamos, él va con nosotros y está en nosotros y, en ese sentido, todo lo que hacemos lo estamos realmente haciendo ante la presencia del mismo Hijo de Dios y eso es lo que hace precisamente que la persona joven se sienta libre de las presiones ejercidas sobre ella.

Comenzando en el capítulo siete, Pablo responde a las preguntas que le hacen por escrito ("en cuanto a las cosas de que me escribisteis.) Y le escribieron principalmente acerca de cuatro problemas. En primer lugar, estaba el tema del matrimonio. Le preguntaron a Pablo si estaba bien casarse, teniendo en cuenta las presiones que les rodeaban, pensando si tal vez sería preciso dedicarse de lleno a servir a Dios, llevando una vida de ascetas. Aunque Pablo mismo no estaba casado, les dice en esta sección que es mejor que los hombres y las mujeres se casen, que el matrimonio es una manera perfectamente adecuada de vivir y que debido a la tentación a la inmoralidad existente, cada hombre debía tener su propia esposa y cada mujer su propio marido, en vista de la situación existente en Corinto.

Luego les explica que también está bien la vida de soltero, siempre y cuando Dios lo conceda a la persona como un llamamiento especial, que es una forma de vida perfectamente honorable. El matrimonio no es una necesidad, aunque con frecuencia es una ventaja, pero a pesar de todo puede ser un problema. Pablo enfoca todo el tema del matrimonio con sumo cuidado, reflexivamente, de manera que les sea de ayuda.

A continuación le escribieron sobre tres cosas que les preocupaba, principalmente relacionadas con la iglesia de Corinto. Lo primero que les preocupaba era ofender a Dios y ofender la conciencia del hermano más débil, en lo que se refería a comer carne que había sido ofrecida a los ídolos. A pesar de que nosotros no tenemos que preocuparnos ya del problema de si debemos o no comer carne ofrecida a los ídolos, a pesar de todo en principio nos enfrentamos en esta sección con todo el tema, un tanto espinoso, de los tabus cristianos, como puede ser el fumar, el beber, el bailar, todo aquello que se ha presentado como un problema en la iglesia y que no se reconoce concretamente como algo malo en las Escrituras. ¿Qué hacemos al respecto?

Resulta muy interesante que Pablo fuese un apóstol con toda la autoridad de un apóstol, pero que se negase a pesar de ello a establecer unas normas siguiendo esta línea de pensamiento. Eso es debido a que el cristiano débil e inmaduro está deseando siempre que alguien le coloque bajo la ley, pero si se pone a un cristiano bajo la ley, ¡deja de estar bajo la gracia! Y Pablo sabe que es preciso que los cristianos aprendan a enfrentarse con lo que llama "la ley de la libertad. El hecho es que todo está bien, que nada está mal en sí mismo. El demonio no hizo nunca ninguna de las habilidades ni las capacidades que están en los seres humanos, sino que fue Dios el que las creó todas. Y no hay realmente ningún impulso, deseo o tendencia que esté mal de por sí, porque tenemos libertad en relación con todas estas cosas.

Pero a esta ley une otras dos. Una a la que llama la "ley del amor, es decir, la ley que dice "puede que tenga libertad para hacerlo, pero si estoy realmente colocando una piedra de tropiezo en el camino de otra persona, entonces no lo haré esa es la ley del amor. La limitación la impone no la conciencia, sino la conciencia del otro. El otro se convierte en la "ley de la conveniencia, es decir, todo es legal, es aceptable, pero no todo ayuda. Hay muchas cosas que yo haría y muchas direcciones que seguiría como cristiano, pero si paso todo mi tiempo haciendo todo lo que tengo libertad para hacer, ya no me quedará tiempo para hacer aquellas cosas que he sido llamado a hacer y, por lo tanto, no siempre es de ayuda. Estas cosas pueden ser una pérdida de tiempo y hasta pueden hacernos retroceder, aunque no estén realmente mal. Es lo que llama Hebreos los "pesos; como dice el escritor "despojémonos de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos enreda. (Heb. 12:1)

Luego le escribieron además acerca de las mujeres, también había mujeres en la iglesia de Corinto que se habían convertido en un problema. (¡No he querido decir nada malo con eso!) Pero era así, debido a que se veían envueltas en un difícil problema relacionado con los sombreros. La cosa es que la situación había llegado a un punto exagerado, porque en Corinto si se veía a una mujer con la cabeza descubierta, se la identificaba de inmediato con una prostituta, con una de las sacerdotisas del templo, y es por este motivo por lo que Pablo escribe a esta gente de Corinto diciéndoles: "Y ustedes, señoras, cuando vengan a la iglesia, pónganse un sombrero; porque eso es señal de que la que lo hace es una mujer cristiana, sometida a su marido.

Eso se aplicaba a Corinto en la práctica, en principio (el principio se aplica todo el tiempo), las mujeres cristianas deben de vivir en sujeción a sus maridos, como ven ustedes que dice en todas las Escrituras, en todos los sentidos, como indicación y señal de que la iglesia se somete a su Señor. La mujer cristiana cumple con su ministerio al Señor al someterse a su marido y todo esto está relacionado con el problema de quién es la cabeza, que el apóstol define como igualdad, cooperación, pero al mismo tiempo, sumisión.

El tercer problema tiene que ver con la mesa del Señor, que algunos estaban celebrando de manera mecánica y superficial, sin ver el profundo significado de lo que estaban haciendo, por eso el apóstol tuvo que mostrarles que todo lo que hace el cristiano debe hacerlo de manera realista y reconociendo que lo está haciendo para el Señor.

Ahora bien, del capítulo 12 en adelante, trata acerca de los grandes conceptos espirituales, la corrección de las actitudes carnales. Esas cosas no se corrigen sencillamente intentando nosotros mismos enderezar nuestra vida. ¿Cómo podemos hacerlo? Para empezar, reconociendo el ministerio del Espíritu Santo en nuestra vida. Por eso es por lo que el capítulo 12 empieza con esa misma palabra. "Los dones espirituales les dice Pablo, que "no quiero que ignoréis. (1ª Cor. 12:1) ¿Por qué no? Porque eso es precisamente lo que hace que la vida funcione o tenga sentido y sigue explicando que es la presencia del Espíritu lo que hace que Cristo sea real para nosotros, y los dones del Espíritu tienen el propósito de hacer que el cuerpo funcione y pueda alcanzar a otros, realizando su labor y ejerciendo una influencia sobre la sociedad por todas partes.

Una vez más nos damos cuenta en este caso, de lo mucho que nos hemos perdido en cuanto a las grandes riquezas de la provisión de Cristo para su iglesia porque es tan poco lo que sabemos sobre los dones del Espíritu. ¿Qué don tiene usted, lo sabe? ¿Lo está usted utilizando? ¿Está poniéndolo en práctica? ¿O necesita usted la advertencia que le hizo Pablo a Timoteo "te vuelvo a recordar que avives el don de Dios que está en ti. (2ª Tim. 1:6) El cuerpo funciona ejercitando sus dones y cada cristiano tiene un don, por lo menos uno, y son diferentes dones porque no todos tenemos el mismo don.

Dios ha enviado diferentes dones que operan dentro del cuerpo y todos nosotros funcionamos al poner estos dones en práctica y, por lo tanto, este es un capítulo precioso, que nos muestra que no debemos despreciar a otra persona por tener un don distinto al nuestro. "El ojo no puede decir a la mano: no tengo necesidad de ti., (1ª Cor. 12:21) ni debemos descuidar el don que nos ha sido dado porque todo es necesario, porque ni siquiera la cabeza puede funcionar bien sin el pie. Piense usted en ello, la cabeza es Cristo mismo y, sin embargo, somos todos miembros los unos de los otros y, por ello, como cuerpo de Cristo, cumplimos con nuestras funciones tanto en la iglesia, ayudando al cuerpo mismo y al mundo, ejerciendo los dones espirituales mediante el poder del Espíritu Santo. Y la prueba de que hemos aprendido el secreto es la que encontramos en el capítulo 13. Ustedes saben cuál es: el amor, la manifestación del amor. Este es un capítulo maravilloso porque en él se nos explica el valor que tiene el amor, ofreciéndonos un retrato del amor y además el poder que tiene.

En el capítulo 14 Pablo expone otro problema que estaba causando confusión en la iglesia: el mal uso de los dones, el don de lenguas y la presencia del falso don de lenguas, que se estaba utilizando en la iglesias, de la misma manera que sucede actualmente en nuestra sociedad. Al corregir estos abusos que se estaban cometiendo, intenta concentrar todo el peso de esta sección sobre la importancia que tiene el don de la profecía. A mi me resulta siempre asombroso la cantidad de personas que leen este capítulo y, sin embargo, no entienden lo que ha querido decir el apóstol.

El propósito real de este capítulo es que nos ponemos a hablar sobre el don de la profecía y a enfatizarlo, animando a otros a que lo usen y a los que lo tienen a que lo ejerciten, pero casi nunca se oye nada al respecto porque siempre estamos con el don de las lenguas ¿no es cierto? Pero Pablo estaba intentando restarle algo de importancia al don de las lenguas y darle más importancia al de la profecía. Ahora bien, el don de profecía es sencillamente la habilidad para explicar y exponer las Escrituras, para consolar, edificar y animar basándose en las palabras de las Escrituras.

Con eso llegamos al capítulo 15, que enfatiza de modo especial la resurrección. ¿De qué servirían ninguna de las cosas anteriormente mencionadas sin un Cristo vivo que las hiciese reales? La resurrección es el punto fundamental sobre el que depende toda la fe cristiana y todo converge en ese punto. Si Jesucristo no ha sido levantado de entre los muertos entonces, como dice el apóstol en este capítulo, carecemos de toda esperanza y no solo eso, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres, estamos locos, somos unos insensatos y nos deberían encerrar en alguna parte, si Cristo no ha resucitado de los muertos.

Pero qué gran cántico triunfal de prueba y de alabanza encontramos en este capítulo acerca de la resurrección. Pablo termina el capítulo con lo que es lo más importante. Todo cuanto hallamos en esta epístola se resume en este versículo (versículo 58):
"Asi que [debido a todo lo que había dicho hasta llegar a este punto] hermanos míos amados, estad firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro arduo trabajo en el Señor no es en vano."
El capítulo 16 no es más que una postdata, en la que apunta pequeños detalles que la iglesia necesitaba saber, muy importantes para nosotros, pero a continuación vuelve al tema que estaba tratando:
"Vigilad, estad firmes en la fe; sed valientes y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor." (1ª Cor. 16:13, 14)
Y tenemos todo cuanto precisamos para hacerlo, así que hagámoslo.

SEGUNDA DE CORINTIOS
El ministerio del Apóstol

Al leer la segunda epístola de Pablo a la iglesia de Corinto nos damos cuenta de que es la más personal y emocional de sus epístolas. En ella se trasluce el sentimiento de las glorias de la gracia de Dios.

El haber podido visitar Corinto en mi último viaje fue una conmovedora experiencia para mi. Queda muy poco en pie de la ciudad original porque fue destruida por los romanos poco después de que Pablo la visitase y ha estado en ruinas desde entonces, pero quedan aún algunas columnas del templo, así como el mercado y otros lugares públicos de la ciudad, que se pueden discernir claramente y la calzada que existe actualmente de la sala del tribunal del procónsul romano está bien conservada.

No me resultó difícil imaginarme al apóstol Pablo descendiendo de Atenas a la ciudad que en aquel entonces era un centro de placer, una gran ciudad comercial y además una ciudad de gran belleza en la que había muchos, muchos templos. Tenía fama de ser el centro de la adoración lasciva, de adoración a la Diosa del Amor. Había unas 10.000 prostitutas relacionadas con el templo de Afrodita y la ciudad vivía fielmente o degradándose, por así decirlo, a su reputación como lugar de placer sensual, representando a una sociedad saturada por el sexo. Esto es algo que podemos ver en las epístolas que le escribe Pablo a las iglesias de esta ciudad. Resulta fácil imaginarnos al apóstol llegando por el camino polvoriento, como un desconocido y sin que nadie le anunciase, con el aspecto de un sencillo fabricante de tiendas de campaña. Habiendo encontrado a dos personas que se dedicaban al mismo oficio, vivió y trabajó con ellas mientras predicaba el evangelio por las calles de la ciudad, en el mercado y en las sinagogas y de ese modo, Dios le utilizó para poner el fundamento de la iglesia en Corinto.

Al encontrarme allí, no pude evitar pensar en algunas frases muy concretas de esta epístola de Pablo. En el capítulo seis habla acerca de sí mismo:
"No damos a nadie ocasión de tropiezo en nada, para que nuestro ministerio no sea desacreditado. Más bien, en todo nos presentamos como ministros de Dios; en mucha perseverancia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias, en azotes, en cárceles, en tumultos, en duras labores, en desvelos, en ayunos, en pureza, en conocimiento, en tolerancia, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor no fingido, en palabras de verdad, en poder de Dios, por medio de armas de justicia a derecha y a izquierda; por honra y deshonra, por mala fama y buena fama; como engañadores, pero siendo hombres de verdad; como no conocidos, pero bien conocidos; como muriendo, pero he aquí vivimos; como castigados, pero no muertos; como entristecidos, pero siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, pero poseyéndolo todo."
Pero al hallarme en medio de las ruinas de la ciudad era fácil entender estas palabras. El apóstol había sido considerado como la escoria de la tierra por la clase intelectual de Corinto, que amaba la filosofía y la sabiduría de las palabras de los hombres. Despreciaban a este viajero, a este campesino de Judea, que iba de paso. Pablo no gozaba de ninguna reputación ni evidencia de riqueza, poder de engrandecimiento o influencia. Pero a pesar de ello, antes de marcharse consiguió conmover a la ciudad y establecer una iglesia que sobrevivió a la vida de esa ciudad. El evangelio que predicó Pablo es actualmente un poder vivo en la tierra, aunque hace ya muchísimo tiempo que aquella ciudad desapareció, quedando en ruinas.

No es posible entender esta segunda epístola de Pablo a la iglesia de Corinto sin tener algunos conocimientos acerca de sus antecedentes. Una vez que Pablo hubo establecido la iglesia allí y que hubo trabajado con gran esfuerzo en la ciudad durante casi dos años, se marchó y fue a la ciudad de Éfeso, en el continente de Asia y desde allí escribió su primera epístola a los Corintios, cuyo propósito era el de resolver algunas de las divisiones que se habían producido en la iglesia de Corinto así como ciertas irregularidades y escándalos, además de las inmoralidades que se estaban introduciendo en la iglesia procedentes de la ciudad que les rodeaba. Esta epístola ha sido conservada para nosotros y es posible que estén ustedes familiarizados con sus importantes temas: el llamamiento a los cristianos a que regresen a un entendimiento de lo que puede significar la comunión con Jesucristo, la exposición de nuevo los grandes valores espirituales que hacen de la fe cristiana algo vivo y vital.

Eso es lo que necesitaba la iglesia en Corinto, pero después de que Pablo hubiese escrito esa primera epístola el partido judío, que le había causado tantos problemas en la ciudad, evidentemente continuo fortaleciéndose. A la cabeza de dicho partido se encontraba un maestro, contrario a las enseñanzas de Pablo, que posiblemente hubiese venido de Jerusalén y organizado la oposición a la enseñanza del apóstol. Pablo se veía importunado por un grupo de judaizantes que le acosaban y le seguían dondequiera que establecía iglesias, enseñando a las gentes que era preciso que observasen la Ley de Moisés. Diciéndoles que los grandes temas de la gracia de Dios no eran el evangelio cristiano exacto y auténtico y que era preciso que se circuncidasen y que cumpliesen otros requisitos de la Ley, considerándose a sí mismos como los verdaderos seguidores de la Ley y llamándose a sí mismos "el partido de Cristo algo a lo que Pablo hace referencia en su primera epístola.

Después de que Pablo hubiese escrito la primera epístola, es evidente que este partido se apoderó de la iglesia de Corinto, por lo que Pablo visitó de nuevo la ciudad durante un corto tiempo y aparentemente se vio rechazado por los dirigentes de la iglesia. Aquella misma iglesia que él había plantado se había visto impregnada de falso cristianismo, de modo que cuando el apóstol fue a ellos, le rechazaron y no le permitieron enseñar en la iglesia. Eso es algo que queda claro al leer entre líneas en la segunda epístola, así que Pablo regresó a Efeso. Desde allí les escribió una epístola breve, dura y mordaz, reprendiéndoles y censurándoles por sus actitudes, pero esa epístola se ha perdido y no ha llegado hasta nosotros. Está muy claro que Pablo la escribió, pero no se ha conservado, posiblemente debido a que Pablo, escribiendo dejándose dominar por la pasión, tal vez dijese cosas que fuesen más allá de lo que el Espíritu Santo desease que se mencionase en esa epístola, no siendo totalmente inspirada como el resto de lo que escribió Pablo, por lo que se ha perdido. O quizás tratase de una manera total temas locales y careciese de una aplicación universal, algo que requiere toda escritura inspirada.

Esa epístola fue enviada por medio de Tito. Mientras Tito llevó la epístola a la iglesia de Corinto Pablo permaneció en Efeso esperando ansiosa y ávidamente para enterarse de cuál había sido el resultado y esa es la nota con la que empieza la segunda epístola. Pablo les dice que ha estado preocupado por ellos y ha tenido además que pasar por grandes sufrimientos mientras ha estado en Efeso esperando a que le llegase noticias de ellos.

En el capítulo 1, versículo 8 dice:
"Porque no queremos que ignoréis, hermanos, en cuanto a la tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, hasta perder aún la esperanza de vivir."
Luego nos dice lo preocupado y ansioso que se ha sentido por ellos en el capítulo 2, versículo 4:
"Porque os escribí con mucha tribulación y angustia de corazón, y con muchas lágrimas; no para entristeceros, sino para que sepáis cuán grande es el amor que tengo por vosotros."

De modo que estuvo en Asia, esperando que le llegasen noticias de lo que había sucedido, pero mientras esperaba, surgieron problemas en Efeso, según nos cuenta el capítulo 19 del libro de los Hechos. Posiblemente recordarán ustedes que los plateros causaron un gran alboroto en la ciudad y Pablo se vio amenazado con verse arrastrado y llevado ante los jueces romanos de la ciudad. Pablo logró escapar a esta situación y decidió irse a Macedonia para encontrarse con Tito, que vendría pasando por Macedonia de regreso de Corinto. Pablo no podía seguir esperando para recibir noticias debido a la gran ansiedad que sentía por los Corintios. Además tenía la intención de levantar algunos fondos allí para ayudar a los cristianos en Jerusalén, que estaban pasando por grandes dificultades debido al hambre que había allí. Sintiendo estas dos preocupaciones en su corazón, fue a Filipos en Macedonia.

Allí se encontró con Tito y se enteró de que la dura y mordaz epístola que había escrito había realizado su labor y que la mayoría de los cristianos corintios se habían arrepentido de haber rechazado su ministerio y habían comenzado de nuevo a vivir la vida en Jesucristo. Sin embargo, había aún una minoría que no estaba dispuesta a ceder y que seguía rebelándose en contra de la autoridad del apóstol. De modo que, desde la ciudad de Filipos, Pablo escribió la segunda epístola a los Corintios, que expresa tan claramente la ansiedad y preocupación que sentía en su corazón.

Una vez examinados los antecedentes, se puede entender algo acerca de la pasión que siente el apóstol al escribir. De los problemas, las lágrimas que había derramado y los muchos sufrimientos que había padecido y que se reflejan en esta epístola, surgen los tres grandes temas que la forman: el ministerio dentro de la iglesia, el ofrendar y el servicio o el atender a las necesidades de la iglesia y el tema de la autoridad, es decir, dónde reside el poder espiritual y la autoridad.

Al leerla, se darán ustedes cuenta de que los primeros cinco capítulos, en especial, son una maravillosa explicación de lo que debiera ser el ministerio dentro de la iglesia. El apóstol sabía que la iglesia de Corintio no había entendido las verdaderas funciones de los ministros de Jesucristo. Como resultado de ello, estaban esperando obedecer a las enseñanzas de los verdaderos ministros de Cristo, el propio Pablo, Silas, Tito y otros, que habían venido a ellos. Debido a que no estaban obedeciendo a la enseñanza de la Palabra de Dios, no estaban cumpliendo el ministerio en Corinto. A eso se debe que la iglesia que aparentemente lo tenía todo, no pudiese hacer nada en la ciudad de Corinto y es con el fin de corregir esta dificultad por lo que fueron escritas estas dos epístolas. Con esta clave, nos es posible entender el motivo por qué Pablo se sentía tan preocupado, ansioso y el por qué de sus lágrimas.

En estos primeros capítulos, nos encontramos con una impresionante declaración de cómo debiera ser el ministerio. Como dice Pablo en el capítulo 3, por ejemplo, no se trata del ministerio del antiguo pacto, sino del nuevo. En otras palabras, el mensaje no es la exigencia de la ley sobre las personas, obligándolas a someterse a ciertas normas y reglamentos. Cuando el Cristianismo se convierte en eso, siempre es algo sumamente peligroso, mortífero y paralizante. Por desgracia, en eso es en lo que se ha convertido precisamente entre muchos. Entonces no se trata ya de seguir a un Señor que mora en el interior de la persona, sino de la simple y severa determinación a intentar cumplir ciertas normas y reglamentos, exigencias que se hacen conforme a la carne. Como dice Pablo acerca de ese antiguo pacto, del cual los Diez Mandamientos son un ejemplo, nos pide y nos exige el cumplimiento sin ir acompañado de la dinámica necesaria para cumplirlos, siendo siempre un ministerio de muerte. "La letra mata nos dice, "pero el Espíritu vivifica.

A continuación expone el maravilloso ministerio del nuevo pacto. Este es el nuevo plan para nuestra vida, no la antigua y severa determinación de apretar los puños y los dientes para intentar hacer lo que Dios quiere que hagamos, que no es nunca Cristianismo, sino que nos demos cuenta de que él ha provisto el Espíritu Santo a fin de que pueda concedernos la vida de un Señor resucitado, mediante cuya fuerza y gracia, podemos hacer todo lo que nos exige la vida. Esa es la nueva forma de vida y, por lo tanto, en esta sección, expone los recursos con los que cuenta el cristiano.

En primer lugar tenemos la palabra de Dios. La obligación del ministro de Jesucristo (es decir, la de todo cristiano) es declarar la palabra de Dios, como nos dice en el capítulo 4:
"Por eso, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que nos fue dada, no desmayamos. Pero rechazamos los tapujos de vergüenza, no procediendo con astucia, ni adulterando la palabra de Dios..."
En eso es en lo que está fallando actualmente la iglesia en tantos aspectos, adulterando sutil e inteligentemente la palabra de Dios, minando su autoridad, cambiando su mensaje, haciendo caso omiso a sus declaraciones, negándonos a actuar sobre los hechos que nos han sido transmitidos y Pablo nos dice que tenemos que rechazar todo esto.
"...sino que por la clara demostración de la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios."
Ese es el primer recurso del ministerio, la verdad y la luz de la palabra de Dios.
En segundo lugar y como ya he sugerido, tenemos un tesoro interior, el misterio del Espíritu de Dios, que mora en nosotros. Esto lo encontramos en el capítulo 4, versículo 7:
"Con todo, tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros."
No es gracias a nuestra personalidad, ni por ser inteligentes, listos, estudiosos, por lo que podemos vivir victoriosamente. Es evidente que lo que está sucediendo es algo que está muy por encima de lo que podemos conseguir de manera natural. Tenemos este tesoro en un vaso de barro a fin de que quede claro que el poder no es nuestro, sino que le pertenece a Dios. Pablo une esto a los principios de la cruz. Ese es el secreto mediante el cual se libera el poder.

¿Es así como viven ustedes? ¿Están ustedes mostrando la clase de vida que solo se puede explicar en términos de la obra que Dios realiza en ustedes? En eso consiste realmente el Cristianismo. Al observarles a ustedes los que les rodean, debieran ver el vaso de barro y decir: "la verdad es que no lo entiendo. La clase de vida de la que es ejemplo esta persona no se puede explicar jamás viendo la clase de persona pesada y aburrida que es por naturaleza. Debe de haber algo más en esa persona. El secreto de la liberación de ese poder radiante es el principio de la cruz, que pueden ustedes encontrar expuesto en el capítulo 4, versículo 10:
"Siempre llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús por todas partes, para que también en nuestro cuerpo se manifieste..."
Eso significa aceptar siempre el juicio de Dios sobre la carne, sobre la vida natural. El la ha juzgado en la cruz y ha declarado que carece de todo valor. Pablo dice: "Siempre llevo conmigo la sentencia del juicio sobre la vida natural, a fin de que la vida de Jesús, con todas sus gloriosas posibilidades, pueda manifestarse en mi. Es más, "mientras vivimos estamos siendo todo el tiempo entregados a muerte por causa de Jesús, es decir, tenemos que estar encontrándonos constantemente en dificultades, presionados, pasando problemas y metiéndonos en líos. ¿Por qué? Con el propósito de que se manifieste la vida de Jesús en nosotros, en nuestra carne mortal. Por eso es por lo que ustedes experimentan dificultades. Por eso es por lo que es posible que mañana por la mañana se encuentre con problemas en la oficina. Puede que le llame su jefe y que le eche una bronca totalmente injustificada. Si se queja usted para adentro diciendo "¿por qué me pasan esta clase de cosas? ¿Por qué tengo que ser siempre yo? ¿qué he hecho para merecerme esto? revelará lo absolutamente ignorante que es usted de lo fundamental de la vida cristiana. Dios permite que nos encontremos en estas situaciones para que sepamos reaccionar, no como los hombres y las mujeres del mundo, con resentimiento, con amargura, quejándonos e intentando vengarnos, sino mas bien, de tal manera que la vida de Jesús pueda manifestarse en nuestra carne mortal. Ese es el secreto del nuevo plan de vida y eso es lo que nos dice Pablo que es la gloria del ministerio y la vida cristiana.

Pablo habla acerca de la gran esperanza del creyente diciendo que "no miramos las cosas que se ven, sino las que no se ven. Sabemos que tenemos un cuerpo que no se puede destruir "una casa no hecha de manos, sino eterna en los cielos. Dios tiene un gran futuro para nosotros. La vida que actualmente vivimos es una preparación para esa vida venidera y, por lo tanto, como dice:
"...esta momentánea y leve tribulación produce para nosotros un eterno peso de gloria más que incomparable..."
El presente es tan solo un prólogo del futuro. Luego declara sus motivos en el capítulo 5, versículo 11:
"Conociendo, entonces, el temor del Señor, persuadimos a los hombres...[y en el versículo 14] porque el amor de Cristo nos impulsa [nos constriñe, nos hace ir adelante]..."
Esto hace que tengamos una confrontación cara a cara con la gran declaración escritural del carácter transformados del Evangelio de Jesucristo. Estas buenas noticias consiguen lo que ninguna otra cosa puede conseguir. Es por ello que Pablo no se avergonzó nunca de él, ni en Corinto, ni en Roma ni en ningún otro lugar porque puede conseguir lo que no puede ninguna otra cosa en el mundo, no hay filosofía, ni argumento ni proceso educativo, ni reforma de ninguna clase que pueda lograrlo. Es una transformación que se produce gracias a la implantación de una nueva vida.

"Uno [Cristo] murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que nosotros, de aquí en adelante, a nadie conocemos según la carne; y aún si hemos conocido a Cristo según la carne, ahora ya no le conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos ha dado el ministerio de la reconciliación: que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus transgresiones y encomendándonos a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo; y como Dios os exhorta por medio nuestro, rogamos en nombre de Cristo: ¡Reconciliaos con Dios! Al que no conoció pecado, por nosotros Dios le hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él."

Pablo nos dice que Dios nos ha confiado el mensaje de la reconciliación y por ello somos "embajadores en nombre de Cristo y Dios hace esta súplica por medio de nosotros declarando que ya ha reconciliado al mundo a sí mismo y que su mensaje es, por lo tanto, para todos los hombres y dicho mensaje es "reconciliaos con Dios. "al que no cometió pecado, por nosotros Dios le hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él. Ese es el Evangelio.

En los capítulos 8 y 9 tenemos la declaración de Pablo sobre el ministerio en la iglesia. El gran discurso sobre el hecho de dar ha sido ocasionado por la colecta que estaba recogiendo Pablo para aliviar la necesidad de los santos de Jerusalén acosados por el hambre. El dar, nos dice, ha de ser la prueba del amor. En esta sección encontramos este gran versículo (9 del capítulo 8):
"Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico se hizo pobre, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos."
Ese es el proceso inverso mediante el cual funciona el Cristianismo, como pobre, pero enriqueciendo a muchos. Los cristianos macedonios, a pesar de su pobreza, nos dice Pablo, dieron con liberalidad, más allá de sus posibilidades, y por ello Dios derramó su riqueza espiritual en sus vidas. Esa es la esencia de la vida cristiana y es la base de los grandes principios de las ofrendas cristianas, acerca de las cuales se habla en el capítulo 9, especialmente en los versículos 7 y 8:
"Cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre."
Aquí no hay ningún decreto sobre campañas financieras ni programas de presión con el fin de extorsionar dinero de los cristianos. Nadie debe ser sometido a ninguna presión ni sentirse obligado para nada. Hemos de dar conforme cada uno de nosotros haya puesto en su propia mente "no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre. Juntamente con esto encontramos esta maravillosa promesa:
"Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra."
¿Se ha atrevido usted a ponerlo a prueba? Esa palabra es tan cierta en el siglo 20 como lo fue en el primer siglo cuando Pablo escribió: "el que siembra escasamente dice Pablo, "cosechará escasamente, y el que siembra con generosidad también con generosidad cosechará.

Ahora en los capítulos 10, 11 y 12 nos encontramos con un cambio total de enfoque. Aquí Pablo se dirige a una minoría rebelde de cristianos en Corinto, que seguían rechazando la autenticidad de su ministerio entre ellos. No era que, según dice el propio Pablo, rechazasen la palabra que él les transmitía, sino que estaban siendo desobedientes a la verdad de Dios. De esta situación surge una gran disertación, sobre la base o el terreno de la autoridad en la vida cristiana. Estos falsos maestros pedían que las gentes les siguiesen debido a ciertas cosas acerca de las cuales presumían ante ellos, lo fieles que eran, lo generosos que eran en servirles, las muchas tribulaciones que soportaban y las dificultades por causa de Cristo, exaltándose a sí mismos ante aquellas gentes y alardeando de su linaje, de sus antecedentes y de sus conocimientos.

El apóstol va directamente al grano diciendo, en efecto: "Habéis sido engañados. No es en esto en lo que se basa la autoridad, no es en eso en lo que se basa el gobierno. Dice: "si insistís en dejaros impresionar por esta clase de cosas, también yo podría enorgullecerme ante vosotros, pero si lo hiciese sería un insensato. No haría otra cosa que comportarme como estos hombres insensatos, a los que con tanta facilidad seguís, pero debido a que os habéis dejado impresionar de tal manera por esta clase de situación, está bien, me jactaré un poco y os contaré lo que Dios ha hecho por medio de mi.

Y a continuación tenemos este extraordinario pasaje del capítulo 11:
"¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? Yo también. ¿Son ministros de Cristo? Hablo como delirando ¡Yo más! [Cualquiera que hable de este modo es un insensato, pero es lo que os gusta y lo que os impresiona. Está bien"] En trabajos arduos más; en cárceles más; en azotes, sin medida; en peligros de muerte muchas veces."
Y a continuación ofrece una impresionante lista de las muchas tribulaciones por las que tuvo que pasar:
"Cinco veces he recibido de los judíos cuarenta azotes menos uno. [Treinta y nueve azotes en cinco ocasiones durante su ministerio.] Tres veces he sido flagelado con varas; una vez he sido apedreado. [Queda constancia de ello en el libro de los Hechos.] Tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado en lo profundo del mar. Muchas veces he estado en viajes a pie, en peligros de ríos, en peligros de asaltantes, en peligros de los de mi nación, en peligros de los gentiles, en peligros en la ciudad, en peligros en el desierto, en peligros en el mar, en peligros entre falsos hermanos, en trabajo arduo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez."
Luego, dice, todo esto es ociosa jactancia. "No es en eso en lo que se basa mi autoridad. Si realmente queréis saber dice, "dónde reside mi autoridad y de dónde viene el auténtico poder espiritual, permitidme que os cuente de qué modo aprendí la lección. Esto no sonará muy impresionante, pero quiero que sepáis que os estoy diciendo la verdad. Este es el hecho acerca del cual me jacto más que de ninguna otra cosa en mi vida, del momento en que empecé a aprender el secreto del genuino poder. Luego dice algo asombroso, comenzando en el versículo 31 del capítulo 11:
"El Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento. En Damasco, bajo el gobernador del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme, pero fui descolgado del muro por una ventana en una canasta y escapé de sus manos."
¡Qué gran cosa de la que jactarse! Pero Pablo dice: "al pensar en aquella noche, cuando me sentí tan desanimado, tan derrotado, me doy cuenta que fue entonces cuando empecé a aprender el secreto de la vida efectiva y victoriosa. Me había creído que mis conocimiento, mi inteligencia y mi entendimiento de las Escrituras, mis antecedentes hebreos y mis cualificaciones serían la clave que me abriría los corazones de los judíos de Damasco, pero me encontré con que no fue así y me vi obligado a huir como un vil criminal. Fue precisamente entonces cuando el Señor Jesús comenzó a enseñarme la maravillosa lección de que soy hecho fuerte cuando me encuentro en debilidad; que cuando más débil soy, es cuando soy más fuerte. Y de eso dice "he aprendido una gran lección que me ha producido gozo y gloria en mi debilidad.

Porque cuando soy débil, soy fuerte.
Precisamente en esta relación cita su experiencia sobre "el aguijón en la carne, esa cosa tan desagradable que le atormentaba, le molestaba y le perjudicaba. Pablo suplicó al Señor que se lo quitase, pero le vino palabra del Señor diciéndole:
"Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad."
Ese es el secreto de la fortaleza, no el impresionar exteriormente, no disfrutar de un gran prestigio, ni del bombo ni del favor, ni se halla en los grandes edificios ornamentados y con muchísimas decoraciones, en cuyo interior se encuentran impresionantes estatuas y maravillosos cuadros. Oh, no. El poder espiritual no radica nunca en esas cosas. Tampoco radica en una personalidad brillante e impresionante, ni en la habilidad para hablar con una elocuente oratoria, con dominio y elegancia de lenguaje. No, no se trata de eso. Se halla en el corazón que es consciente de que no puede hacer nada aparte de la dependencia de un Señor que mora en el interior. Cuanto más débiles somos nosotros, más fuerte puede ser Cristo.

¿No es cierto que eso nos anima? ¿No nos fortalece? ¿No dice usted "no puedo hacer nada? Claro que no puede y si pudiese no serviría para gran cosa, pero él todo lo puede hacer a través de usted. Ese es el gran secreto de esta epístola y es lo que el apóstol deseaba ardientemente impartir a aquellas gentes. Era lo que necesitaba desesperadamente Corinto, de la misma manera que lo necesita actualmente con desesperación Palo Alto, hombre y mujeres que aun siguen creyendo en este gran, impresionante y urgente principio mediante el cual se manifiesta el poder de Dios en la vida humana: la fortaleza surge de la debilidad.

De manera que Pablo concluye la epístola dirigiéndose a estas personas de Corinto de la misma manera que se dirige a nosotros hoy:
"Examinaos a vosotros mismos para ver si estáis firmes en la fe."
¿Cree usted en Dios? ¿Cuenta usted con que hará lo que ha dicho que hará por medio de usted? ¿Se está usted metiendo en ciertas situaciones y luego teniendo que arrastrarse y si Dios no le ayuda en ellas, quedará usted como un tonto? "Examinaos a vosotros mismos para ver si estáis firmes en la fe.
¿No se da usted cuenta de que Jesucristo reside en usted?
Ese es el secreto de la vida cristiana.

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