11 octubre 2010

Epístolas Paulinas - Parte 2

GALATAS
Fe y gracia por encima de la ley

En muchos sentidos Gálatas es la epístola más colorida del Nuevo Testamento, dominando en ella el lenguaje gráfico y enérgico. Si la ha leído usted, estoy seguro de que se habrá sentido impresionado por su vigor.

Al estudiar un libro suelto de la Biblia, vale la pena tener en cuenta dónde y cómo encaja en el todo. Repasemos, por tanto, la estructura general antes de comenzar este estudio del mensaje de Gálatas. Podemos dividir la Biblia según sus divisiones naturales del Antiguo y Nuevo Testamento para averiguar lo que contribuye cada Testamento al mensaje supremo de las Escrituras. Ese mensaje central es, esencialmente, que toda la revelación de Dios, en otras palabras, la Biblia entera, nos ha sido dada con el propósito de que nos convirtamos en seres humanos completos en Cristo. Ese es su fin. La Biblia nos ha sido dada con el propósito de que podamos experimentar todo lo que Dios deseaba para el hombre en el principio, para ser totalmente llenos y colmados por Dios mismo.

Con este fin en mente, el Antiguo Testamento contribuye con el tema de la preparación, el fundamento. El Nuevo Testamento contribuye mediante la nota de la realización y de hecho hace que nos enfrentemos con la persona de Jesucristo, que es él mismo el programa y el plan de Dios para hacer que la vida sea completa para nosotros.
Como puede que recuerde usted, existen varias divisiones en el Nuevo Testamento. Los Evangelios y el Libro de los Hechos nos presentan a Jesucristo. Cada uno de los Evangelios ofrece un aspecto diferente de su vida. Los hechos enlaza las presentaciones de Cristo en los Evangelios con la manifestación actual que existe hoy en el mundo, mediante su Cuerpo, que es la Iglesia y que es Cristo obrando, Cristo en la vida humana.
A continuación, las Epístolas nos ofrecen una explicación de Jesucristo, de su persona, su obra y su significado, todo ello claramente expuesto, a fin de que podamos entender y captar su sentido. Las Epístolas están divididas además en tres grupos principales. Las cuatro primeras: Romanos, Primera y Segunda Corintios y Gálatas, expresan la verdad de "Cristo en nosotros, de lo que representa que Jesucristo viva en nuestro interior.

La segunda división, que abarca el resto de las Epístola hasta Filemón, gira en torno al tema "vosotros en Cristo, el significado del hecho de que hemos sido creados para ser parte de su Cuerpo. Estas Epístolas explican la obra de la Iglesia y la iglesia tal y como debe de ser.

El tercer grupo, empezando con la epístola a los Hebreos e incluyendo las epístolas dirigidas a Santiago, Pedro, Juan y Judas, son las epístolas que describen la palabra operativa "fe, explicando lo que es la fe, cómo actúa, por qué sufre y aquello con lo que se enfrenta en la vida. La fe es el medio por el cual todo cuanto Cristo es en nosotros y todo lo que tenemos en él se manifiestan en nuestra experiencia.

La última división del Nuevo Testamento es el libro de Apocalipsis, que se destaca por sí mismo como la gran consumación de lo que Cristo ha venido a hacer en el mundo. En él se describe la gran escena en la cual todo tocará a su fin y la obra de la redención se habrá realizado. Para resumir, relata el estudio de Gálatas que nos disponemos a iniciar como una parte de la Biblia como un todo.

Aquellos de ustedes que hayan leído esta breve epístola detenidamente se habrán dado cuenta de que está íntimamente relacionada con las epístolas de Romanos y de Hebreos. Estas tres epístolas del Nuevo Testamento forman lo que podríamos considerar como un comentario inspirado de un solo versículo de Habacuc, uno de los libros del Antiguo Testamento. Fue precisamente a ese profeta del Antiguo Testamento al que Dios le transmitió la gran verdad "el justo vivirá por la fe. (Hab. 2:4) Las tres epístolas citan este versículo "el justo por su fe vivirá. Es interesante que cada una de ellas muestre un aspecto diferente o enfatice el versículo de manera distinta. En Romanos lo que se enfatiza son las palabras "el justo. Pablo explica detalladamente lo que significa ser justo, cómo el hombre es justificado ante Dios y es declarado justo en Cristo. Fue esta epístola la que finalmente libró a Martin Lutero de su terrible legalismo. En el caso de Gálatas, lo que se enfatiza es "vivirá, es decir, qué quiere decir vivir como una persona justa, siendo justificada en Cristo. Esta es la epístola acerca de la libertad, que es la más completa expresión de vida. Finalmente, en Hebreos lo que se enfatiza son las palabras "por la fe. Esta es la gran epístola de la fe, que culmina con la sección memorable del capítulo 11, a la que se ha llamado "los héroes de la fe.

Gálatas aborda la cuestión de cómo es la auténtica vida cristiana. La respuesta se caracteriza por una sola palabra "libertad. El cristiano es llamado a la libertad por Jesucristo y lo que pretende esta epístola es que los cristianos descubran la libertad de los hijos de Dios de acuerdo con todo lo que Dios ha planeado para el hombre, en lo que se refiere a la libertad y al gozo. El propósito es la libertad de nuestros espíritus humanos en su máxima expresión, limitados tan solo en lo que sea necesario para que podamos existir en armonía con los propósitos de Dios. Por lo tanto, esta epístola ha sido llamada "El Decreto de los Derechos de la Vida Cristiana o la "Carta Magna de la Libertad Cristiana la "Proclamación de la Emancipación de todas las formas del legalismo y de la esclavitud en la experiencia cristiana.

Leemos en la introducción a la epístola:
"Pablo apóstol, no de parte de hombre ni por medio de hombre, sino por medio de Jesucristo y de Dios Padre, quien lo resucitó de entre los muertos, y todos los hermanos que están conmigo; a las iglesias de Galacia:"
Esta no es una epístola que se escribió a una sola iglesia, como en los casos de las epístolas a los Corintios y a los Efesios. Es una epístola que va dirigida a una serie de iglesias. ¿Quiénes eran estos gálatas? Si lee usted los capítulos trece y catorce de Hechos descubrirá los antecedentes sobre estas iglesias. Estas iglesias las fundó Pablo durante su primer viaje misionero, que llevaba consigo a Bernabé y ambos estuvieron en las ciudades de Antioco, Icono, Derbe y Listra. En una ocasión, en Listra, fue apedreado y arrastrado fuera de la ciudad, dejado por muerto, después de que le hubiesen dado la bienvenida y de haber sido tratado como si hubiera sido un dios. Pero fue perseguido en todas estas ciudades, que se hallaban en Galacia.

El nombre de la provincia procede de la misma raíz que la palabra Galia. Aquellos de ustedes que hayan estudiado latín en la escuela recordarán haber empezado leyendo acerca de Julio Cesar y el relato empezaba con las palabras "Gallia est omnis divisa in partes tres. Es decir, Galia se divide en general en tres partes. Galia es el antiguo nombre que se le daba a Francia. Unos 300 años antes de Cristo algunos galos procedentes de lo que es actualmente Francia, habían invadido el Imperio Romano y habían saqueado la ciudad de Roma. A continuación cruzaron y se introdujeron en el norte de Grecia y continuaron a través del estrecho de los Dardanelos en dirección a Asia Menor. Invitados por los reyes de aquella región, los galos se establecieron allí.

Así que no eran árabes ni orientales, sino una raza celta, de un linaje semejante al de los escoceses, los irlandeses, los bretones y los franceses. Puesto que muchos americanos proceden originalmente de esos países, esta epístola es especialmente pertinente para nosotros, como reconocerá usted al leer la descripción de Julio Cesar acerca de los galos: "La debilidad de los galos es que son inconstantes en sus determinaciones, les gusta el cambio y no se puede confiar en ellos. O según dijo otro escritor antiguo: "son francos, impetuosos, impresionables, eminentemente inteligentes, les gusta mucho exhibirse, pero son tremendamente inconstantes, lo cual es el resultado de una excesiva vanidad. ¿No se parece esa a una descripción de los norteamericanos? La mayoría del mundo estaría de acuerdo con eso.

En su segundo viaje, esta vez acompañado de Silas, en lugar de Bernabé, Pablo se dispone a pasar de nuevo por estas ciudades de Galacia para visitar las iglesias que había establecido y en esta ocasión se quedó durante un tiempo considerable en varias de las ciudades porque se puso enfermo. En esta epístola se refiere a su enfermedad de una manera un tanto indirecta. Es evidente que se trataba de un grave problema ocular, porque le dice lo siguiente a los gálatas:
"Porque os doy testimonio de que si hubiera sido posible os habríais sacado vuestros ojos para dármelos." (4:15)
Algunos eruditos bíblicos creen que tenía los ojos hinchados y llenos de pus y eso hacia que en ocasiones su aspecto resultase repugnante.

Pero estos gálatas, como Pablo admite en esta epístola, le recibieron con un gran gozo, tratándole como si hubiera sido un ángel de Dios o incluso el propio Jesucristo, deleitándose en el evangelio de la gracia que Pablo les predicaba porque les exponía, con un estilo sorprendentemente gráfico, la gloria y la obra del Señor crucificado. Por lo tanto, ellos habían logrado participar de lleno de la plenitud del Espíritu y habían recibido el amor, el gozo y la paz que Jesucristo ofrece, al introducirse en el corazón.

Pero cuando escribió esta epístola, probablemente desde la ciudad de Corinto, había sucedido algo. Ciertas personas, a los que Pablo llama en otro lugar "lobos disfrazados de piel de cordero se habían introducido entre ellos; ciertos judaizantes habían descendido de Jerusalén predicando lo que Pablo llama un evangelio diferente, no porque fuese totalmente diferente, sino por ser una perversión del verdadero Evangelio. A estos gentiles que creían en Jesucristo con la candidez de su fe recién descubierta, los judaizantes les estaban diciendo que a fin de poder crecer y convertirse en cristianos genuinos era preciso que los gentiles se circuncidasen, que guardasen la ley de Moisés y que obedeciesen todos los rituales del Antiguo Testamento. Por lo que estos legalistas estaban intentando imponerles todas sus restricciones y las obligaciones ceremoniales de la ley de Moisés.
Ahora bien, aclaremos que no es que dejasen de lado a Jesucristo, pocos son los evangelios que están siendo proclamados que hagan algo semejante. Pero se colocaba al Señor en segundo lugar y lo más importante era cumplir la ley. Es más, los judaizantes desafiaban la autoridad apostólica del apóstol Pablo, alegando que era independiente, que era irresponsable, demasiado entusiasta y que se había graduado del seminario equivocado, por lo que estaban intentando conseguir que los gálatas rechazasen su autoridad como apóstol.

Pablo se sintió profundamente turbado por estas noticias. Al leer la epístola salta a la vista que se sentía además sumamente inquieto. Preste usted atención a las expresiones que usa, por ejemplo en el versículo ocho del primer capítulo leemos:
"Pero aún si nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema."
O para expresarlo con más dureza, como de hecho dijo Pablo "que sea maldito. Y lo vuelve a repetir: "si alguien os está anunciando un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema. No estaba sencillamente lanzando retos mordaces o insultos, estaba simplemente afrontando el hecho de que cualquiera que se presente con la intención de predicar un evangelio diferente ya se ha condenado y no ha encontrado la verdad. Los que viven apartados de Cristo han sido maldecidos, como deja bien claro el apóstol no solo en esta epístola, sino en muchas otras.

Al final de esta epístola sus emociones se ven nuevamente conmovidas y se siente profundamente preocupados por aquellas gentes, que estaban predicando la necesidad de la circuncisión y que llevaban en su carne las marcas de la ley, diciendo:
"¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!" (5:12)
Lo que está diciendo literalmente es "¡dejadles que se castren! "Puesto que tienen tanto celo que se empeñan en que llevéis alguna marca en vuestra carne dice, ¡me gustaría que hiciesen las cosas a fondo y se castrasen a sí mismos!

Podemos detectar en sus palabras, a lo largo de toda la epístola, algo de lo que le quema las entrañas porque el apóstol se siente terriblemente dolorido. Va muy en serio, no se anda con contemplaciones y no pierde el tiempo con palabras amables ni saludos personales, sino que va al grano, abordando el tema en cuestión con decisión y vehemencia. No puede ni siquiera esperar a su escriba y, como nos dice en la parte final de esta epístola, lo explica todo de manera dolorosamente clara y con mayúsculas, por así decirlo, de su propio puño y letra, a pesar de los graves problemas oculares que le aquejan.

¿Cuál es el tema de la epístola? ¿Qué es lo que hace que Pablo se sienta tan enfadado? He aquí el tema de Gálatas: "Gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo."

Lo que hace que se sienta profundamente irritado es que ese evangelio pervertido, ese enfoque legalista sobre el Cristianismo oculta las dos grandes verdades que son inherentes al evangelio, al verdadero evangelio. Para empezar, Cristo se entregó por nuestros pecados: esa es la justificación. En segundo lugar, se entregó a sí mismo con el fin de librarnos de la presenta edad malvada: esa es la santificación. Todo ello se lleva a cabo por la gracia y no por obras. Lo que ha inquietado profundamente al apóstol es el asalto sobre estas verdades que tan profundamente ha inquietado al apóstol. Sabe que cualquier cosa que les desafíe es un falso evangelio que causará a sus víctimas sufrimiento, esclavitud y desolación de espíritu y finalmente les conducirá a una muerte espiritual, por lo que se siente angustiado.

Echemos un vistazo más detallado a estas dos grandes verdades que ofrece un bosquejo básico de esta epístola. En los primeros cuatro capítulos enfoca el gran tema de la justificación por la fe. Cristo murió por nuestros pecados, entregándose por dichos pecados. Esa es, como es lógico, la declaración básica del Evangelio, las buenas nuevas de que Cristo ha llevado nuestros pecados, que son siempre buenas nuevas. Por lo tanto, Pablo dedica el primer capítulo a defender estas buenas nuevas, comenzando por mostrar que le fueron directamente reveladas por Jesucristo. No fue algo que le transmitiese ningún hombre, ni siquiera los apóstoles, sino que fue Cristo mismo el que se le apareció con estas buenas nuevas.

En segundo lugar, los otros apóstoles reconocen que es lo mismo que ellos habían recibido. Esta, por cierto, es una de las respuestas a lo que se le llama en nuestros días hiper-dispensacionalismo. Hay ciertas personas que afirman que el apóstol Pablo proclamaba un evangelio diferente al de Pedro, Jacobo, Juan y los demás y que su evangelio era superior al de los otros, pero Pablo mismo dice en su epístola que cuando por fin fue a Jerusalén, 14 años después de su conversión, y tuvo oportunidad de comparar notas con los otros apóstoles, se asombraron al descubrir que este hombre, que no había sido nunca parte de los doce originales, sabía tanto acerca de la verdad del Evangelio como ellos.

De hecho, sabía lo que pasaba en las reuniones secretas e íntimas que tenían con el Señor Jesucristo. Se puede ver un ejemplo de ello en Primera Corintios, donde Pablo habla acerca de la Cena del Señor diciendo:
"Porque yo recibí del Señor la enseñanza que también os he transmitido, que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado tomó pan y habiendo dado gracias, lo partió..." (1ª Cor. 11:23-24)

¿Cómo sabía eso Pablo? Está claro, porque él dice: "yo recibí del Señor Jesús. Cuando Pedro, Jacobo y Juan se dieron cuenta de que este hombre sabía tanto acerca de lo que sucedía en el aposento alto como ellos, reconocieron que allí estaba un hombre que había sido verdaderamente llamado por Dios y su apostolado se basaba en ese hecho.

En tercer lugar, esto es algo que no solo le reveló Cristo y un hecho reconocido por los otros apóstoles, sino que había sido justificado cuando Pedro fue a Antioquia. Pedro, que se suponía que era el cabeza de los apóstoles, cometió una equivocación en Antioquía y es algo que podemos leer en el capítulo dos. La dificultad había surgido sobre el tema de si se debía comer "kasher (algunos dicen "kosher) en vez de comer como lo hacían los gentiles. Pedro había sido judío, se había criado comiendo solo alimentos kasher, pero cuando se hizo cristiano comió con los gentiles y, de este modo, indica la libertad que tenía en Cristo. Pero después, cuando vinieron unos hombres de Jerusalén, hizo concesiones y empezó de nuevo a comer solo con los judíos negando, de ese modo, la misma libertad que había proclamado con anterioridad. Esto fue lo que irritó a Pablo y se opuso a Pedro cara a cara. ¡Imagínese! Este apóstol fuera de todo lo convencional desafió a Pedro en sus propias narices y al hacerlo justificó el Evangelio.

A continuación muestra, que el Evangelio es salvación por la fe y no por obras. El Evangelio es la salvación por la fe en la obra de Aquel que ya lo había hecho todo, no por las obras que nosotros mismos podamos hacer. En segundo lugar, era por medio de la promesa y no por la ley. La promesa le fue dada a Abraham cuatrocientos años antes de que fuese dada la Ley. Por lo tanto, la ley no puede cambiar la promesa. La promesa de Dios sigue siendo verdad, tanto si ha aparecido la ley como si no. Además, muestra que los que están en Cristo son hijos y no esclavos. Ya no son siervos, sino que forman parte de la familia de Dios. En este sentido, expone los grandes pasajes metafóricos acerca de Agar y Sara, la ley y el monte de la gracia (Jerusalén arriba). En estos pasajes habla acerca del gran hecho de la justificación por la fe.

Ahora bien, todo ello se encuentra resumido en la breve frase "se entregó a sí mismo por nuestros pecados. Jesucristo había pagado el precio él mismo, no había enviado a un ángel....

Ningún ángel podría haber ocupado nuestro lugar por muy alto que se encontrase. El que fue olvidado en la cruz, fue uno de los tres de la Divinidad.

Fue precisamente esta verdad la que libró el alma de Martin Lutero. Hace más de 450 años este monje de Wittemberg fue decididamente y clavó las Noventa y Nueve Tesis en la puerta de la iglesia del castillo y ahí fue donde comenzó lo que llamamos la Reforma Protestante. He aquí un hombre que se había esforzado al máximo para hallar el camino al cielo, por medio de las obras. Había hecho todo cuanto la iglesia de sus tiempos le había sugerido. Había probado el ayuno, las indulgencias, los sacramentos, la intercesión de los santos, las penitencias y las confesiones. Había soportado largas noches de vigilia y pesados días de arduos trabajos. Había hecho todo cuanto había podido, pero cuanto más trabajaba, tanto más iba en aumento su angustia interior.

Después de todo esto y totalmente desesperado, se dirigió al Director de la Orden Agustina, de la que formaba parte como monje, y pidió alguna clase de dispensa. El querido anciano, que no sabía demasiado, le dijo todo lo que pudo. Le dijo: "no pongas la fe en ti mismo, sino en las heridas de Cristo. Entonces es cuanto un atisbo de luz brilló en el alma de Martin Lutero, pero no fue hasta que se halló en su celda en la torre, preparando una conferencia sobre los Salmos para darla a sus estudiantes, cuando se hizo la luz más absoluta. Hubo un versículo que captó su atención en los Salmos (31:3) que decía: "...líbrame en tu justicia. Esto causó un profundo impacto en el corazón de Martin Lutero porque la justicia de Dios era algo terrible para él, esa justicia rígida expresada mediante el juicio del que Dios se valdría para destruir a todo el que fallase en la menor medida y que no estuviese a la altura de lo que Dios, en su santidad, esperaba. Lutero había dicho que había llegado incluso a odiar la palabra "justicia.

Pero al empezar a investigar la palabra, llevó a la Epístola de los Romanos, donde leyó las palabras "el justo por su fe vivirá. Eso hizo que prendiese la llama en su corazón y se dio cuenta, por primera vez, que Otro había pagado la pena. Cristo mismo había venido a formar parte de la raza humana y había llevado la culpa de nuestros pecados, de manera que Dios pudiese aceptarnos, en justicia, no por nuestros méritos, sino por el suyo. Cuando esa verdad se adentró en el corazón de Lutero, no volvió a ser nunca el mismo hombre. Eso le llevó a desafiar el sistema de indulgencias y el resto de los conceptos legalistas de la Iglesia Católica que esclavizan e hizo que clavase las Tesis en la puerta.

Como alguien ha dicho, resulta interesante que cada una de las religiones conocidas por el hombre sea una religión que depende de las obras, ¡excepto el Evangelio de Jesucristo! El hinduismo nos dice que si renunciamos al mundo y nos relacionamos con el "espíritu del universo encontraremos por fin el camino de la paz. El budismo expone ante nosotros los ocho principios, según los cuales el hombre debe de actuar y, de ese modo, encontrarse en el camino de la salvación. El judaísmo dice que debemos de guardar la Ley, cumpliéndola total e inflexiblemente, y entonces seremos salvos. Según el islam el hombre debe orar cinco veces al día, dar limosnas, ayunar en el mes de Ramadan y obedecer los mandamientos de Allah. Todas ellas siguen el camino de las obras. El unitarianismo afirma que el hombre se salva teniendo un buen carácter. El humanismo moderno dice que la salvación se consigue sirviendo a la humanidad, pero en cada caso se dice que se consigue la salvación mediante algo que hacemos, pero las buenas nuevas del Evangelio son que ¡Cristo lo ha hecho todo! Solo él ha hecho lo que ningún hombre puede hacer por sí mismo y, gracias a esto, nos ha hecho libres.

En los capítulos cinco y seis, el Apóstol expone el segundo aspecto, igualmente importante, acerca de esta gran verdad, resumido en las palabras del capítulo 1, versículo 4:
"...nos libró de la presente época malvada."
El cristianismo no se trata sencillamente de ir al cielo cuando nos muramos, sino que es también vivir hoy, en esta vida que tenemos. Es verse libre de la esclavitud controladora del mundo y sus costumbres, lo malo y lo malvado, aquello con lo que nos encontramos actualmente en nuestra vida. Pero esto también es el don de Jesucristo. Una vez más el apóstol habla muy enfadado a estos gentiles. Les había dicho con anterioridad: "Gálatas insensatos, sois unos ingenuos. ¿Creéis que podéis comenzar en el Espíritu y luego continuar carnalmente y de ese modo expresar vuestra profesión? Pues os digo que todo es por la fe, y es por el poder de Dios que debemos vivir la vida cristiana.

A continuación Pablo desarrolla el tema, mostrando que el evangelio de la libertad en Jesucristo, la vida de libertad, no debe perderse por causa del legalismo ni se debe abusar de ella por medio del libertinaje. No nos da ciertamente derecho a hacer lo que queramos, de la manera que nos apetezca. También eso es una esclavitud, solo que de otra clase. La verdadera libertad debe expresarse mediante un servicio de amor los unos por los otros. Esa es la auténtica vida.

Todos los legalistas resumen su clase de fe básicamente de la siguiente manera. Dicen que la sinceridad y la actividad son equivalentes a vida. Puede usted probar cualquier experiencia religiosa en el mundo según ese concepto y, a menos que sea el evangelio de la gracia de Dios, se encontrará con que lo que afirma, se resume de una manera u otra en eso. "La sinceridad (es decir, la "fe) más la actividad es igual a la vida, tal y como Dios tenía la intención de que la vivamos, la salvación o lo que quiera usted llamarlo. Pero la verdad es todo lo contrario. Es que la vida más la fe equivalen a la actividad, que es algo completamente diferente. Hacemos obras, no a fin de ser salvos ni para ser bendecidos por Dios, sino que lo hacemos con el fin de compartir la vida de Jesucristo en nosotros.

En la actualidad se sigue encontrando el "galacianismo aunque no es muy factible que se nos pida que nos circuncidemos ni que observemos el shabat. (Hay grupos que hacen esto, pero no son realmente un peligro para nosotros.) Las ideas legalistas en cuanto a guardar la Cuaresma, los días de fiesta y otros rituales son formas más conocidas por nosotros y actuales de "galacianismo, aunque tampoco representan graves amenazas para nosotros. Pero lo que corremos el grave peligro de olvidar es que Cristo mismo vino para librarnos de este presente tiempo malvado y que lo hace viviendo su vida en nosotros y esa es la clave. Sabemos que esta época es malvada. Sentimos la presión que ejerce sobre nosotros para que nos amoldemos, para que no seamos fieles a nuestros principios, para que nos creamos todas las mentiras que nos gritan la televisión, la radio, las vallas anunciadoras, las revistas y las conversaciones, por todas partes.
El peligro es que creemos que podemos librarnos de la presión ejercida por todo esto sencillamente creando programas cristianos, llenando nuestro tiempo de actividad, enseñando en la Escuela Dominical, tocando el órgano, dirigiendo el grupo de jóvenes, formando parte de un club cristiano y participando en reuniones. Nos creemos que es eso lo que nos hace libres, pero eso es galacianismo. Es la misma clase de esclavitud acerca de la cual escribió el apóstol y anestesiará y apagará el espíritu de la persona, haciendo que esté esclavizada, de la misma manera que sucedía en los tiempos de Pablo.

Comparemos esto con la verdad que Pablo expone en los dos últimos capítulos de Gálatas, que Cristo vive en nosotros por medio del Espíritu y reproduce su vida en nosotros. Por lo tanto, todo nuestro caminar cristiano debe ser repudiar la vida de la carne con su egoísmo y depender de la obra del Espíritu de Dios para que pueda reproducir en nosotros la vida de Jesucristo. ¡De qué manera tan preciosa se expone esto en el versículo (capítulo 2, versículo 20) posiblemente el más conocido de toda la epístola!:
"Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mi."
El antiguo y egoísta "yo ha sido crucificado con Cristo, por lo que ya no tiene ningún derecho a vivir, y su labor y la mía es asegurarse de que no viva, que sea repudiado, dejado de lado, juntamente con su determinación a expresar lo que Pablo llama "las obras de la carne. He aquí las obras (capítulo 5, versículos 19-21):
"...fornicación, impureza, desenfreno, idolatría, hechicería, [por cierto, la hechicería es una palabra relacionada con los temas farmacéuticos, incluyendo las drogas como la LSD y otras sustancias psicodélicas], enemistades, pleitos, celos, ira, contiendas, disensiones, partidismos, envidia, borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas, de las cuales os advierto, como ya lo hice antes, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de los cielos."
Todas estas feas características son obras de la carne, del viejo hombre, que se centra en sí mismo y acerca de lo cual Pablo declara, que ha sido juzgada y eliminada en la cruz, siendo reemplazada por la vida de Jesucristo y puesta a nuestra disposición. Por lo tanto, la dependencia en él para que viva en nosotros y el que estemos dispuestos a dejar que eso sea posible y a permitir que El nos lleve en la dirección que desee, da como resultado "los frutos del Espíritu que son (versículos 22-23):
"...amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley."
Ahí es donde entra en juego la libertad cristiana. Usted no habrá empezado a vivir tal y como Dios desea que lo haga hasta que el fruto del Espíritu sea una manifestación consistente en su vida. Todo lo que no sea eso, es esclavitud al legalismo, con su estupidez, su apatía, indiferencia y muerte.

Entonces Pablo concluye con su maravilloso capítulo seis, en el que describe cómo el ser llenos del Espíritu dará como resultado el que llevemos los unos las cargas de los otros, restaurándonos unos a otros en humildad, con espíritu de mansedumbre, no juzgando ni con severidad, dando con liberalidad y libremente para las necesidades de los demás, continuando con paciencia las buenas obras, sembrando para el Espíritu en lugar de hacerlo para la carne.

Finalmente, el apóstol concluye sobre una de las notas más personales de todo el Nuevo Testamento diciendo (versículo 11):
"Mirad con cuan grandes letras os escribo con mi propia mano."
Tachando dolorosamente, obstaculizado por los problemas que tenía en sus ojos, dice: "no quiero gloriarme en vuestra carnalidad, como lo hacen estos judaizantes, que les encanta obligar a las personas a circuncidarse, creyendo que todo el que se circuncida es otra cabellera que se pueden colgar del cinturón, como una señal de haber hecho algo grandioso para Dios. Esa no es mi gloria. Continua diciendo: "me glorío en la cruz de Cristo, que elimina esa clase de vida, la corta de raíz, eliminando al "viejo hombre con su egoísmo, su ambición y su propia gloria. La cruz de nuestro Señor Jesucristo, que me crucifica al mundo y el mundo a mi, esa es mi gloria.

Ahora dice: "No se le ocurra a ninguno de vosotros escribirme para decirme que estoy equivocado en lo que os estoy diciendo, porque quiero que sepáis que el llevar esa clase de vida tiene un precio y me he ganado la persecución de muchos. Llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.

Si desafiais al mundo y sus costumbres, os encontraréis con aquellos que están resentidos por vuestra manera de vivir y de pensar y algunos se mostrarán abiertamente antagonistas. Algunos estarán incluso dispuestos a quemaros en la hoguera si tienen la ocasión de hacerlo, debido a que estáis desafiando las normas de vida establecidas. Estáis dejando de lado el principio sobre el que el mundo intenta llevar a cabo sus fines, vuestra vida está juzgando la de ellos y se muestran resentidos por ello, pero el apóstol dice: "a mi no me importa porque me glorío en el Señor Jesucristo, que me ha enseñado lo que es la verdadera libertad, lo que significa ser un hijo del Dios vivo y llevar una vida de libertad y de gozo gracias a haber conocido a Jesús.


EFESIOS
La iglesia el cuerpo de Cristo

La Epístola a los Efesios es, en muchos sentidos, la gloria que corona el Nuevo Testamento, pero tal vez no debiera llamarse a esta epístola "Efesios porque no sabemos en realidad a quien fue escrita. No hay duda de que los cristianos que se encontraban en Efeso estaban entre los receptores de esta epístola, pero debió de haber además otros. En muchos de los manuscritos griegos originales hay un espacio en blanco donde la traducción inglesa del Rey Jaime ha colocado la palabra "en Efeso, sencillamente una línea donde aparentemente se podía rellenar los nombres de otros receptores. Por eso es por lo que la versión "Revised Standard Version en inglés no dice: "a los santos de Efeso sino sencillamente "a los santos que también son fieles en Cristo Jesús...

En la epístola de Pablo a los Colosenses se hace referencia a una epístola que les escribió a los laodicenses. Nuestra Biblia no incluye esa epístola llamada "Una Epístola a los Laodicenses, pero muchos tienen la impresión de que es la misma que llamamos "La Epístola a los Efesios. El motivo es que el Apocalipsis de Juan (el último libro de la Biblia) comienza con cartas escritas a las siete iglesias de Asia, siendo la primera la de Efeso y la última la de Laodicea.

Estas ciudades se encontraban agrupadas mas o menos en una especie de círculo en Asia Menor y es evidente que era la costumbre que cualquiera que escribiese a una de las iglesias hiciese que la epístola se enviase al mismo tiempo a las otras y en orden, continuando el círculo hasta que llegaba por fin a la iglesia de Laodicea. Esto puede explicar lo que de lo contrario podría parecer una epístola perdida del apóstol Pablo a los laodicenses. Sea como fuere, esta epístola expone, de una manera maravillosa, lo que ningún otro libro del Nuevo Testamento describe de un modo tan completo, la naturaleza del cuerpo de Cristo, la verdadera Iglesia.

Las primeras cuatro epístolas del Nuevo Testamento: Romanos, Primera y Segunda de Corintios y Gálatas, son el desarrollo de la frase "Cristo en vosotros, enseñándonos lo que la vida de Cristo morando en nosotros tenía el propósito de llevar a cabo. Pero comenzando por la epístola a la iglesia de Efeso, debemos de aprender y entender lo que significa para nosotros estar en Cristo y compartir la vida del cuerpo del Señor Jesucristo, "vosotros en Cristo. He aquí el gran tema de esta epístola, el creyente en Cristo o la naturaleza de la Iglesia. El versículo tres del primer capítulo es, en muchos sentidos, el tema de la epístola, siendo la clave: en Cristo:
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales."
Hay muchos que interpretan la frase "los lugares celestiales, que aparece varias veces en esta epístola, como una referencia al cielo después de morir, pero si hacemos eso, nos perderemos todo el significado de la epístola de Pablo. Aunque es cierto que habla acerca de ir un día al cielo, se refiere principalmente a la vida que vivimos actualmente porque los lugares celestiales no están en algún lugar distante del espacio, en algún planeta o estrella, sino que pertenece al ámbito de la realidad invisible en el que vive actualmente el cristiano, en contacto con Dios y en conflicto con el demonio en el que nos vemos envueltos a diario.

Los lugares celestiales son el lugar que ocupa el poder y de la gloria de Cristo. En el capítulo dos, versículo seis se nos dice:
"Y juntamente con Cristo Jesús nos resucitó [Dios] y nos hizo sentar en los lugares celestiales."
Pero en el capítulo tres nos enteramos de que también está ahí la central de los principados y potestades del mal:
"...para que por medio de la iglesia la inconmensurable sabiduría de Dios pueda darse a conocer a los principados y poderes en los lugares celestiales."
El conflicto que se desencadena se menciona en el capítulo seis:
"Porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernadores de estas tinieblas, contra espíritus de maldad en los lugares celestiales."
Así que, como vemos, ésta no es ni mucho menos una referencia al cielo, sino a la tierra. Es el ámbito invisible de la tierra, no se refiere, pues, a lo que podemos ver, oír, probar o sentir, sino a ese reino espiritual que nos rodea por todas partes, y que nos afecta e influencia constantemente, ya sea para bien o para mal, dependiendo de nuestra decisión voluntaria y de nuestra relación con estos poderes invisibles. Esos son los lugares celestiales. En este ámbito, en el que vivimos todos nosotros, el apóstol declara que Dios ya nos ha bendecido con toda bendición espiritual. Es decir, ya nos ha dado todo cuanto precisamos para vivir nuestras circunstancias y relaciones actuales. Pedro dice lo mismo en su segunda epístola: "su divino poder nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad.... (2ª Ped. 1:3)

Eso quiere decir que cuando usted recibe a Jesucristo como su Señor, ya ha recibido usted todo lo que Dios tenía la intención de darle. ¿No es eso asombroso? El más débil de los creyentes tiene en su poder todo lo que posee el más poderoso de los santos de Dios. Ya lo tenemos todo, porque tenemos a Cristo, y en él se hallan cada una de las bendiciones espirituales y todo lo relacionado con la vida y la santidad. Por lo tanto, tenemos todo lo que precisamos para vivir la vida tal y como Dios se propuso que fuese. Teniendo este hecho en cuenta, cualquier fracaso no es debido a que carezcamos de nada, sino a que no nos hemos apropiado de lo que ya es nuestro.

Esto elimina, como es lógico, cualquier fundamento en cuanto a la noción de una "segunda bendición o una tercera o cuarta. Todo está aquí ahora. Habrá bendición tras bendición al recibirla usted, una por una y momento tras momento. Ese es el significado del himno "Jesús descanso, descanso en ti recibiendo cada momento de él todo cuanto él es, descansando en su poder y su vida.

El apóstol desarrolla el tema de esta epístola valiéndose de seis maravillosos tropos de dicción, mediante los cuales aprendemos que la Iglesia es todo el cuerpo de Cristo, pero me encuentro con que al enfocar el tema desde ese ángulo, a las personas les resulta difícil captar el significado de la verdad de esta epístola. Todos tenemos tendencia a considerarnos un tanto alejados de la Iglesia y de vez en cuando me viene alguien a decirme: "La Iglesia debería hacer tal o cual cosa. A lo que les respondo: "Usted es la Iglesia, hágalo. El hecho de que sean la Iglesia parece dejarles bastante sorprendidos. Alguien me comentó no hace mucho: "La Iglesia debería ser más amistosa y le respondí: "está bien, usted y yo somos la Iglesia, seamos más amigables.
La Iglesia es las personas y cada uno de los creyentes es un miembro del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, por lo que yo preferiría estudiar esta epístola no usando la palabra "iglesia, sino "cristiano porque cada creyente es una pequeña réplica de toda la Iglesia. Si entendemos que Dios vive en la Iglesia veremos que también vive dentro de cada uno de los creyentes. Cada uno de nosotros, como creyentes en Jesucristo, somos un microcosmo de todo un cuerpo y, por lo tanto, podemos estudiar toda esta epístola relacionando lo que dice Pablo no a la Iglesia, sino a cada uno de nosotros, como creyentes a nivel individual.

En el primer tropo, el apóstol se refiere a la Iglesia como un cuerpo:
"Aun todas las cosas las sometió Dios bajo sus pies y le puso a él por cabeza sobre todas las cosas para la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo" (1:22-23)
El primer capítulo trata por entero acerca de la maravilla y lo asombroso de que nosotros que somos seres humanos normales y corrientes, poseídos por el pecado, hayamos sido llamados por Dios de una manera totalmente asombrosa, incluso antes de la fundación del mundo, para ser miembros de ese cuerpo y esta es una tremenda declaración. El apóstol Pablo no llegó nunca a superar el asombro que sentía por el hecho de que él, un hombre patizambo, calvo y despreciado por muchos, hasta considerado con desdén en muchos círculos era, sin embargo, miembro del Cuerpo de Jesucristo y había sido llamado por Dios antes de la fundación del mundo, habiendo recibido tremendas bendiciones que le permitieron estar capacitado para afrontar cualquier cosa que le exigiese la vida y eso es, precisamente, lo que significa pertenecer al Cuerpo de Cristo.

¿Pero cuál es el propósito del Cuerpo? Es ser "la plenitud de aquel que todo lo llena en todo. En otras palabras, es la expresión de la cabeza y para eso sirve su cuerpo, ya que su propósito es expresar y llevar a cabo los deseos de la cabeza. La única ocasión en que un cuerpo humano sano no lo hace es cuando algún centro nervioso secundario recibe un estímulo artificial.

Por ejemplo, usted sabe que si se golpea la rodilla con un martillo en el lugar indicado, su pierna saltará en el aire sin que usted ni siquiera lo desee. Aunque usted decida no dar una patada en el aire, su pierna seguirá reaccionando. Yo me pregunto en ocasiones si una parte de la actividad de la Iglesia puede atribuirse a una especie de movimiento reflejo, haciendo que el cuerpo actúe por sí solo sin ser dirigido por la cabeza. Sea como fuere, la función del cuerpo es expresar "la plenitud de aquel que todo lo llena en todo. ¡Qué frase tan impresionante! ¿Piensa usted alguna vez acerca de sí mismo en ese sentido? ¿Se atreve usted a considerarse de la misma manera que Dios piensa en usted, como un cuerpo que ha de llenarse por completo y que ha de inundarse con la presencia de Dios mismo?

Pablo se refiere a continuación a la Iglesia como un templo:
"En él todo el edificio, bien ensamblado, va creciendo hasta ser el templo santo en el Señor. En él también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu." (2:21, 22)
Aquí tenemos un templo santo. Una de las cosas más impresionantes que están sucediendo hoy en día en el mundo es el crecimiento de este edificio que Dios ha estado erigiendo a lo largo de los siglos. Cuando todos los productos inservibles de la empresa humana se hayan desmoronado, convirtiéndose en polvo, cuando todas las instituciones y organizaciones que creamos haga mucho que han quedado olvidadas, el templo que está edificando Dios se convertirá en el punto central de la atención a lo largo de la eternidad y es exactamente lo que da a entender este pasaje. Además, él lo está edificando ahora, usando bloques de construcción humanos, dándoles forma, creando los bordes, lijándolos y preparándolos tal y como él desea, poniendo a seres humanos en este templo donde quiere que estén.

¿Por qué? ¿Cuál es el propósito para usted y para todo el templo? Es tal y como dice Pablo, ser la residencia de Dios, su morada. Eso prevé e incluye todo cuanto entendemos por la palabra "hogar. Cuando mi familia y yo regresamos de un largo viaje, tan pronto como llegamos a casa, nos quitamos los abrigos, nos estiramos y nos ponemos cómodos y todos comentamos lo a gusto que se está en casa.

¿Pero qué es lo que hay en nuestra casa que hace que nos sintamos de ese modo? ¿No es el hecho de que al estar en casa podemos relajarnos y comportarnos tal y como somos? Eso tampoco quiere decir que cuando no estamos en casa somos otra cosa que no sea nosotros mismos, pero sí es cierto que nos vemos un tanto limitados, mientras que en casa podemos ser lo que queramos, relajándonos y actuar con naturalidad. Para eso es para lo que Dios está edificando la Iglesia, para que sea un lugar donde podamos ser lo que él quiere ser en cada uno de nosotros, completamente relajados y todo cuanto él es en usted y en mi. Es por eso por lo que él le está llamando y edificándole.

El tercer capítulo introduce el tercer tropo. En él aprendemos que la Iglesia es un misterio, un secreto sagrado:
"A mí, que soy menos que el menor de todos los santos, me ha sido conferida esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo y para aclarar a todos cuál es la administración del misterio que desde la eternidad había estado escondido en Dios, quien creó todas las cosas. Todo esto es para que ahora sea dada a conocer, por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los principados y las autoridades en los lugares celestiales." (3:8-10)
Estas son maravillosas insinuaciones, en el sentido de que Dios ha tenido algunos planes secretos que ha estado poniendo en práctica a lo largo de los siglos, que nunca ha revelado a nadie, pero tiene una gran meta y un propósito en mente que tiene la intención de cumplir y el instrumento del cual se está valiendo para hacerlo es la Iglesia. Esto es algo que nunca podremos entender totalmente, pero implica la enseñanza de todo el universo. Pablo está diciendo que por medio de la Iglesia la multiforme sabiduría de Dios, los muy diversos aspectos y facetas de su sabiduría, serán ahora dadas a conocer a todos los principados y autoridades que habitan en los lugares celestiales, el ámbito invisible de la realidad de cualquier y de todas partes, a lo largo de todos los tiempos, siendo la enseñanza del universo el propósito del misterio.

En el capítulo cuatro, el apóstol usa otro tropo más:
"y vestios del nuevo hombre, que ha sido creado a semejanza de Dios en justicia y santidad de verdad." (4:24)
La Iglesia es el nuevo hombre porque cada cristiano es un nuevo hombre y esto enlaza con las palabras de Pablo en 2ª Corintios:
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas." (2ª Cor. 5:17)
La creación actual, que empezó al principio de los cielos y la tierra, hace ya mucho que han quedado anticuadas y están a punto de pasar. El mundo con toda su riqueza y su sabiduría pertenece a lo que está pasando, pero gradualmente, durante el curso de los siglos, Dios ha estado creando una nueva generación, una nueva raza de personas, una nueva clase de hombre que el mundo no ha visto nunca antes, mejor que Adán. En Romanos se nos dice que ¡todo cuanto perdimos en Adán lo hemos recuperado en Cristo con creces! (Rom. 5:17) y aquí se nos revela una raza de personas como las que el mundo jamás ha soñado.

El apóstol Pablo nos dice además en Romanos que toda la creación está de puntillas (ese es el significado literal), estirando el cuello para ver la manifestación de los hijos de Dios, el día en que será quitado el velo y contemplaremos la nueva creación (Rom. 8:19) Pero recuerde, esa nueva creación está siendo creada ahora mismo y a usted le está siendo extendida la invitación de revestirse de ese nuevo hombre, momento tras momento, día tras día, a fin de que pueda usted enfrentarse con las presiones y los problemas de la vida en el mundo actual.

Por eso es por lo que está aquí la Iglesia, que es un nuevo hombre y el propósito del nuevo hombre es llevar a cabo un nuevo ministerio. En este mismo capítulo de Efesios leemos:
"Sin embargo, a cada uno de nosotros le ha sido conferida la gracia conforme a la medida de la dádiva de Cristo." (Efe. 4:7)
A este nuevo hombre, en cada uno de nosotros, le ha sido conferida una dádiva que nunca tuvimos antes de ser cristianos. Nuestra labor, el motivo de nuestra existencia, la razón por la que Jesucristo nos colocó aquí en la tierra y nos dejó aquí, es para que pudiésemos descubrir y poner en práctica ese don y yo no sé de nada más importante que esto. El motivo por el que la Iglesia se ha debilitado y ha tropezado, ha fracasado y ha perdido, es que los cristianos han perdido esta gran verdad que cada uno de nosotros recibe directamente del Señor. Eso nos incluye a todos los que conocemos a Jesucristo, desde el más pequeño hasta el más anciano. El Señor resucitado le ha concedido un don a usted, de la misma manera que el hombre de la parábola dio los talentos a cada uno de sus siervos, confiándoles su propiedad hasta su regreso. Y cuando él vuelva, su juicio se basará en lo que hizo usted con el don que él le dio a usted, que es el ejercicio del nuevo hombre.

El capítulo cinco presenta otro tropo más acerca de la Iglesia y nos enteramos en él de que la Iglesia es la esposa:
"Esposos, amad a vuestras esposas, así como también Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, a fin de santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua con la palabra, para presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que sea santa y sin falta." (5:25-27)
Y a continuación cita las palabras de Dios en Génesis:
"Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. Grande es este misterio, pero lo digo respecto de Cristo y de la iglesia." (5:31-32)
La Iglesia es una esposa y ha de ser una esposa para el gozo del esposo. Pablo dice que la intención que tiene Cristo al preparar a la Iglesia como una esposa es presentársela a sí mismo. ¿No es eso lo que desea todo esposo, que la esposa le pertenezca? Puede que durante la primera época del noviazgo ella salga con otros hombres, pero cuando se hacen novios ella está prometida, comprometiéndose a ser suya y los dos están esperando el día cuando eso se pueda convertir en una realidad. Por fin llega el día cuando se encuentran ante el altar para contraer matrimonio y se prometen amor, honor y cuidado el uno al otro hasta que la muerte les separe. Desde ese momento se pertenecen el uno al otro, ella le pertenece a él y él le pertenece a ella, para el gozo mutuo durante toda la vida juntos. Esa es una imagen tanto de la Iglesia como del cristiano. El cristiano ha de ser la esposa de Cristo, para el gozo del Señor. ¿Se considera usted alguna vez de ese modo? Ese concepto me ayudó a revolucionar mi propia vida devocional cuando me di cuenta, de repente, de que el Señor Jesús esperaba con anhelo el tiempo en que habríamos de estar juntos y que si me lo perdía, él se sentiría decepcionado. Fui consciente de que no solo estaba yo recibiendo de él, sino que él estaba recibiendo de mi, y que él me deseaba y me anhelaba. Cuando me reuní con el Señor a partir de entonces fue con un nuevo sentido de su amor y de que se deleitaba en el tiempo que pasábamos juntos en comunión.

La última imagen de la Iglesia en esta epístola es la de un soldado:
"Por esta causa, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haberlo logrado todo, quedar firmes." (6:13)
¿Cuál es el cometido de un soldado? El luchar en las batallas y es precisamente lo que está haciendo Dios en nosotros en estos momentos. Nos ha concedido el gran privilegio de ser el campo de batalla en el que se ganan sus grandes victorias.

Esa es la esencia de la historia de Job. Ese hombre tan extraordinario fue abatido, por una serie de tragedias. En un solo día perdió sus posesiones una por una. Finalmente perdió a toda su familia, excepto a su esposa. No podía entender lo que estaba pasando, pero Dios había escogido a Job para ser el campo de batalla en el que tuvo lugar el conflicto con Satanás.

Dios permitió a Satanás llegar al límite máximo, afligiendo a Job incluso en su cuerpo físico, permitiendo además que su mente estuviese angustiada, sin poder entender lo que estaba sucediendo, pero cuando hubo concluido la batalla Dios bendijo grandemente a Job y le ha usado con poder, para enseñar al pueblo de Dios a lo largo de los siglos que las pruebas y las dificultades no son solo para la persona que las padece, sino que son un medio del cual se vale Dios para obtener poderosas victorias contra los poderes invisibles y nosotros hemos sido llamado a ser soldados, que hemos aprendido cómo luchar.

Juan escribe en su primera epístola a sus jóvenes amigos cristianos diciendo:
"Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno." (Iª Juan 2:14)
Es decir, habéis aprendido cómo luchar, cómo seguir adelante, cómo deshaceros de las confusas limitaciones del mundo, cómo no dejaros arrastrar por la época en la que vivís y a ir contra la corriente, en contra de ella incluso, glorificando grandemente a Dios al hacerlo.

A mi me encanta la historia de Daniel que, siendo adolescente, se encontró prisionero en un país extranjero. Se vio expuesto a un ambiente pagano y tuvo que luchar la batalla día tras día, reconociendo una vez tras otra la fidelidad de Dios para guardarle cuando todo se ponía en su contra. Las presiones que ejercieron sobre él fueron casi increíbles, pero Daniel y sus amigos se enfrentaron repetidamente con las pruebas y obtuvieron la victoria sobre las batallas en las que se vieron envueltos.

Hacia el final del libro le fue enviado a Daniel un visitante, el ángel Miguel, que le contó algunas cosas impresionantes. A Daniel se le permitió ver a lo lejos, saltando por encima de los siglos, hasta nuestros días. Pero a pesar de ello, cuando se le apareció el ángel, Daniel se sintió grandemente turbado, cayendo sobre su rostro, temblándole las rodillas, atemorizado y asustado de aquel visitante celestial. Pero el ángel le dijo: 
"Daniel, hombre muy amado...no temas. (Dan. 10:11-12) 
¿Por qué era amado? Por ser un fiel soldado. Este es el privilegio al que Dios nos está llamando a nosotros en este día de inquietud y de aflicción mundial. Dios nos está llamando a que seamos soldados, a que sigamos en los pasos de aquellos que han salido victoriosos de la batalla antes de nosotros, habiendo sido fieles, de ser necesario, hasta la muerte. Ese es el privilegio de aquellos que son llamados y capacitados con toda bendición espiritual, para que haya un cuerpo, un templo, un misterio, un nuevo hombre, una esposa y un soldado para Jesucristo. ¡Ese es todo un llamamiento!

Por lo tanto, la exhortación de esta epístola aparece en un solo versículo, en el que Pablo dice:
"Por eso yo, prisionero en el Señor [escribiendo esta epístola desde la cárcel] os exhorto a que andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados." (4:1)
No pierda usted de vista lo que está haciendo Dios. El mundo no lo puede ver y no tiene ni idea de lo que está sucediendo, pero usted lo sabe y lo está viendo, así que no se desanime.

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